Como iglesia del Señor hemos cometido muchos
errores, y necesitamos un arrepentimiento masivo respecto a nuestros pecados.
Hemos construido y mantenido la iglesia de una forma que Dios no concibió.
Necesitamos volver a la piedra angular que es Jesucristo.
Uno de esos errores que hemos perpetuado
tiene relación con concebir una iglesia “denominacional” y no territorial. Cada
iglesia se divide de acuerdo a sus denominaciones o nuevos ministerios, pero
Cristo solo dejó una iglesia. La realidad muestra que hay miles de divisiones
eclesiásticas, pero el deseo del corazón de Dios fue y siempre ha sido una
iglesia unida, y unida a él.
Por ésta razón en Juan 17, que relata la
última oración de Jesús sobre la tierra, él oró por la unidad de la iglesia. Y
si era su última oración, uno de sus últimos momentos antes de ir a la cruz a
morir, él ha de haber orado lo más importante, lo que él consideraba esencial.
Una de esas cosas esenciales para Dios es la unidad de la iglesia.
Juan 17:
20-22 Mas no ruego sólo por éstos, sino
también por los que han de creer en mí por la palabra de ellos, para que todos sean uno. Como tú, oh Padre,
estás en mí y yo en ti, que también ellos estén en nosotros, para que el
mundo crea que tú me enviaste. La gloria que me diste les he dado, para que sean uno, así como nosotros somos uno
En éstos versículos encontramos la aplicación
práctica de la doctrina de la trinidad, de la cual mucho se habla, es una
enseñanza bastante básica en los discipulados, pero tan poco aplicada. Una de
sus aplicaciones es que así como el Padre, el hijo y el Espíritu Santo son uno,
así, de la misma forma nosotros en la tierra seamos uno, tal como lo es la trinidad
en los cielos, porque así debe ser en la tierra, debemos clamar para que sea
como es en el cielo.
Por lo tanto Dios no concibe una iglesia
dividida, que ésta se encuentre en un estado de múltiples denominaciones
deberíamos considerarlo como un pecado, un error nuestro. Ahora bien, si ha de
haber algún “tipo de división” ésta debería ajustarse a la forma en como Dios
concibe la iglesia, es decir, de forma territorial.
En las cartas que Dios envía a las siete iglesias
en Apocalipsis (del capítulo 2 al 3), Dios no les escribe a un ministerio
particular, no escribe tampoco a una denominación, el escribe a la iglesia-ciudad. Por ejemplo la iglesia de Éfeso, no se llamaba así porque los líderes de la
iglesia decidieron ponerle ese nombre, si no que ese era el nombre de la ciudad
en la que estaba asentada dicha iglesia, lo mismo con Tiatira, o Laodisea, éstas
eran ciudades. Entonces cuando Dios veía la iglesia veía territorialmente, de
modo que iglesia y ciudad estaban entrelazadas en la forma en como Dios
concebía y miraba las cosas.
Éste error se ha convertido en un problema,
porque lentamente nos hemos ido desligando de la responsabilidad territorial
que tenemos como hijos de Dios, nos hemos desligado de una responsabilidad que
Dios ha puesto sobre nosotros, lo que queramos o no, a Dios le importa el
territorio en el que se mueven sus hijos, no solo es importante el templo
físico en el que nos reunimos (con su denominación particularista), es
relevante también la ciudad completa en la que vivimos, las calles que
transitamos, y los lugares por donde andamos.
Sí hoy una nación está mal, los cristianos
miran el pecado de los que no son cristianos, y los culpan de ser responsables
de dicha situación. Los cristianos miran al resto para juzgar y decir que por
el pecado de tal o cual, la nación está bajo juicio. Pero si bien el pecado
trae consecuencias, la responsabilidad primera no recae sobre la gente que no
conoce a Dios, si no que recae sobre los hombros de aquellos que Dios ha llamado reyes y gobernantes.
La responsabilidad de que un lugar, una
ciudad o una nación esté mal o bien recae sobre los hijos de Dios. Mire usted a
Jonás en la barca. La tormenta y el riesgo de naufragio no era a causa de los
incircuncisos que tenían dioses paganos a los cuales adoraban, si no que era
culpa del hijo de Dios, que estaba descansando en el barco en desobediencia a
Dios.
Jonás 1:4-5 Y el
SEÑOR desató sobre el mar un fuerte viento, y hubo una tempestad tan grande en
el mar que el barco estuvo a punto de romperse. Los marineros tuvieron miedo y
cada uno clamaba a su dios; y arrojaron al mar la carga que estaba en el barco
para aligerarlo. Pero Jonás había bajado a la bodega del barco, se había
acostado y dormía profundamente.
El pasaje bíblico nos muestra que la
responsabilidad de la tormenta no era de los idolatras o pecadores, sino de que
de Jonás.
Necesitamos entender que la
tierra y lo que ocurre en ella es nuestra responsabilidad. Necesitamos entender
que así como nuestro Padre es territorial, así también nosotros debemos serlo.
De hecho, el mundo espiritual se mueve de esa
forma, Dios ha colocado y asignado ángeles territorialmente. Las cartas a las
siete iglesias son escritas a los ángeles de esas ciudades-iglesias. Lo mismo
ocurre a un nivel mayor, a nivel no solo de ciudad o territorio, sino también
de nación. Por ejemplo Dios ha dispuesto a Miguel como el Ángel de la nación de
Israel (Daniel 12:1).
El mundo espiritual es territorial, Dios ha
puesto ángeles a cargo de ciudades, de territorios, provincias, y naciones. Esto
no solo corre para el Reino de Dios, el reino de las tinieblas también se mueve
de forma territorial asignando principados, potestades, gobernadores, y éstos
son espíritus territoriales, recuerde que “legión” no quería salir de la provincia
en la que se encontraba, y le rogaba a Jesús para no salir de ese territorio
(Marcos 5:10), aquel lugar ha de haber sido su territorio asignado.
Ezequiel
22:30 Busqué entre ellos alguno que
levantara un muro y se pusiera en pie en la brecha delante de mí a favor de la
tierra, para que yo no la destruyera, pero no lo hallé.
La biblia menciona que Dios busca dos tipos
de personas. Primero, el busca adoradores en espíritu y en verdad, y en segundo
lugar, el busca intercesores. Dios anda buscando personas que clamen por la
tierra, a favor de ella, y ésta es gente que ha entendido la responsabilidad
que Dios le ha delegado respecto a la tierra que pisan sus pies. Gente que ama
su tierra, porque la tierra es la herencia de los justos, y todo justo querrá
cuidar la herencia que su Padre ha preparado para ellos.
Salmos 37: 29 Los justos heredarán la tierra, Y vivirán
para siempre sobre ella.
El Señor busca ésta clase de personas, que
comprende que tiene una responsabilidad sobre la tierra. Como hijos de Dios
necesitamos comprender que debemos ampliar el sitio de nuestra tienda, sacar
las estacas y ensancharnos, para salir de las cuatro paredes del templo y la
religión, y comprender que Dios no solo quiere sacerdotes, él también quiere
reyes que gobiernen con justicia sobre la tierra.
Romanos 8:19-21 Porque el anhelo ardiente de la creación es
el aguardar la manifestación de los hijos de Dios. Porque la creación fue
sujetada a vanidad, no por su propia voluntad, sino por causa del que la sujetó
en esperanza; porque también la creación misma será libertada de la esclavitud
de corrupción, a la libertad gloriosa de los hijos de Dios.
Entender y hacer esto es vital, porque la
tierra misma desea que esto ocurra, porque solo son los hijos de Dios los que
pueden darle la libertad y sanidad que toda la creación necesita. Necesitamos
manifestarnos como hijos no solo en un templo, sino que en toda la tierra. Debemos
comprender que esa es nuestra responsabilidad, porque Dios no habita en templos
hechos por los hombres, él es Rey sobre la toda la tierra.
Hechos 17:24 El Dios que hizo el
mundo y todo lo que en él hay,
puesto que es Señor del cielo y de la tierra, no mora en templos hechos por
manos de hombres
Por lo tanto, nuestra responsabilidad no está
solo en un templo, o en una denominación, está por todo lugar que pisa la
planta de nuestros pies, está por los lugares en los que vivimos, en los que
trabajamos, en los que estudiamos, está en mi ciudad, está en mi nación, está
en las naciones de la tierra que son herencia de los hijos, y como hijo tengo
derecho a poseer hasta los confines de la tierra.
Salmos 2:7-8 Yo publicaré el
decreto; Jehová me ha dicho: Mi hijo eres tú; Yo te engendré hoy. Pídeme, y te
daré por herencia las naciones, y como posesión tuya los confines de la tierra.
Angelo Palomino
Hijo del Altísimo
Hijo del Altísimo