Hay tres clases de temor. El primero se trata del temor normal o natural que todas las personas sentimos frente a algo que concebimos como amenaza. Este es un tipo de temor que, generalmente, funciona de forma normal con el fin de que los seres humanos puedan reaccionar rápida y eficazmente frente a dicha amenaza. Por ejemplo, cuando alguien nos lanza un objeto hacia nuestro rostro, reaccionamos prácticamente de forma automática cubriéndonos con la mano o esquivándolo, sin que nuestro cerebro se tome el tiempo de pensar algunos segundo en lo que deberíamos hacer. Esto es porque frente a la sensación de temor, todo nuestro cuerpo reacciona con el fin de preservarse. Una de esas reacciones concretas es el aumento de los latidos del corazón y de la adrenalina en el cuerpo, lo cual permite que podamos tener esas reacciones rápidas que ameritan las situaciones que nos atemorizan. Por lo tanto, este tipo de temor o miedo, que es normal y natural en el ser humano, tiene el objetivo de que reaccionemos rápida y adecuadamente frente a alguna situación atemorizante.
El segundo tipo de temor es “el temor de Jehová”. Este tipo de temor es espiritual, y tiene por principal función detener nuestro accionar frente a aquellas cosas que no agradan a Dios. Por ejemplo, cuando un hijo de Dios se enfrenta a una tentación, digamos robar, inmediatamente en él se activa este temor, que proviene del Espíritu de Dios, indicándole que debe detenerse y no concretar aquel pecado. Algunas de las formas en que ese temor puede manifestarse es con una sensación de desagrado o de incomodidad o de amonestación por parte de Dios, o con la simple percepción de que lo que quiere realizar no está bien, sino que mal delante de Dios. De esta forma, el temor de Dios nos detiene para no realizar aquello que desagrada a Dios.
Proverbios 8:13 El temor de Jehová es aborrecer el mal
Salmos 112:1 Bienaventurado el hombre que teme a Jehová, y en sus mandamientos se deleita en gran manera.
El tercer tipo de temor es el que proviene del “espíritu de temor”. Este temor tiene la función de detener nuestras acciones o las posibles acciones que podamos realizar para el Reino de Dios. Por ejemplo, es muy común que cuando a una persona se le indica que debe predicar o realizar una labor importante, la persona siente un miedo que lo paraliza y considera dar un paso al costado y no realizar aquello que se le indicó. Esto ocurre porque la persona se enfrenta a pensamientos para detenerla, como por ejemplo que le saldrá mal, que no podrá hablar bien, que se turbará, que se pondrá nerviosa, no sabrá que decir, y un sin número de otros pensamientos que generalmente van acompañado de sensaciones de inseguridad y nerviosismo extremo. Esto se debe justamente al espíritu de temor. Es el espíritu de temor el que habla o susurra estos pensamientos. Es decir que no provienen de la persona misma, sino de ese espíritu. Este espíritu se llama “fobos”. Fobos es la palabra griega usada en el Nuevo Testamento para referirse al miedo o temor, y de ella provienen palabras actuales como “fobia” que son miedos extremos e irracionales hacia algo determinado.
El espíritu de fobos es un enemigo del hijo de Dios, que busca paralizarlo para que no cumpla el propósito de Dios, para que no pueda establecer el Reino, busca atemorizarlo con sensaciones y pensamientos de temor, este espíritu busca paralizar a su presa. Es por esta razón que hay muchas personas que están paralizadas, que no están haciendo lo que deberían hacer. Por ejemplo, muchos no predican o evangelizan simplemente por el temor, indicando que son tímidos o distintos argumentos que, sin saberlo, no son argumentos propios, sino que son ideas que el espíritu de temor ha sembrado en ellos, y ellos lamentablemente lo han creído.
Cuando el espíritu de fobos logra paralizar a los hijos de Dios, finalmente logra que el Reino de Dios no se establezca. Pues, como dice la escritura, son los valientes los que arrebatan el Reino, no los cobardes. Los valientes traen el Reino, pero los cobardes lo detienen. Es por eso que la biblia dice que los cobardes e incrédulos tienen su parte en el lago de fuego, junto con los que cometen errores tan grandes como la hechicería o la idolatría.
Por lo tanto, es posible notar que para Dios este espíritu es realmente muy importante, porque detiene su obra entre sus hijos al paralizarlos. Así mismo, Dios nos ha otorgado la autoridad para vencer a fobos. Él nos ha dado espíritu de poder, de amor y de dominio propio para vencerlo. El poder de Dios en nosotros siempre nos impulsara a cumplir y accionar trayendo su Reino, el perfecto amor hecha fuera todo temor, y el dominio propio nos permitirá controlar nuestra vida, para que podamos decidir libremente cumplir con lo que Dios nos ha ordenado, y ya no obedecer a la voz del espíritu de temor que susurra y habla pensamientos mentirosos a nuestra mente y corazón.
Entonces, el primer tipo de temor es de tipo natural y, generalmente, funciona normal. En cambio, el segundo y tercer tipo de temor son de tipo espiritual, pero el temor de Jehová proviene del Espíritu de Dios, cuyo propósito es generar incomodidad en el creyente para que este decida detenerse y no realizar algo que no agrada a Dios, por otra parte, el temor del espíritu de temor proviene del espíritu de fobos, cuyo propósito es paralizar al hijode Dios de modo que este no pueda hacer aquello que Dios demanda, y de esa forma, detiene el Reino de Dios que solo puede ser arrebatado por los valientes.
Para vencer este espíritu primero debemos decidir si realmente queremos dejar de seguir siendo sus siervos, pues debemos decidir dejar de obedecer la voz del temor y no hacerle caso cuando esos pensamientos y sensaciones nos ataquen. Debes decidir obedecer a Dios primero, antes que a “tus propios temores” que te paralizan. En consecuencia, debemos destronar a fobos de nuestro corazón y mente. Debemos quitarle su reinado en nosotros, estableciendo que es la voz del Espíritu de Dios la que hablará y guiará nuestras acciones y las obedeceremos aun cuando nos dé temor realizarlas. Porque si queremos realmente arrebatar el reino tendremos que ser valientes.
Mateo 11:12 Y desde los días de Juan Bautista hasta ahora, el reino de los cielos es tomado a viva fuerza, y los valientes lo arrebatan.
2 Timoteo 1:7-8 Porque no nos ha dado Dios espíritu de cobardía, sino de poder, de amor y de dominio propio. Por tanto, no te avergüences de dar testimonio de nuestro Señor, ni de mí, preso suyo, sino participa de las aflicciones por el evangelio según el poder de Dios,
Apocalipsis 21:7- El que venciere heredará todas las cosas, y yo seré su Dios, y él será mi hijo. Pero los cobardes e incrédulos, los abominables y homicidas, los fornicarios y hechiceros, los idólatras y todos los mentirosos tendrán su parte en el lago que arde con fuego y azufre, que es la muerte segunda.
Angelo Palomino
El segundo tipo de temor es “el temor de Jehová”. Este tipo de temor es espiritual, y tiene por principal función detener nuestro accionar frente a aquellas cosas que no agradan a Dios. Por ejemplo, cuando un hijo de Dios se enfrenta a una tentación, digamos robar, inmediatamente en él se activa este temor, que proviene del Espíritu de Dios, indicándole que debe detenerse y no concretar aquel pecado. Algunas de las formas en que ese temor puede manifestarse es con una sensación de desagrado o de incomodidad o de amonestación por parte de Dios, o con la simple percepción de que lo que quiere realizar no está bien, sino que mal delante de Dios. De esta forma, el temor de Dios nos detiene para no realizar aquello que desagrada a Dios.
Proverbios 8:13 El temor de Jehová es aborrecer el mal
Salmos 112:1 Bienaventurado el hombre que teme a Jehová, y en sus mandamientos se deleita en gran manera.
El tercer tipo de temor es el que proviene del “espíritu de temor”. Este temor tiene la función de detener nuestras acciones o las posibles acciones que podamos realizar para el Reino de Dios. Por ejemplo, es muy común que cuando a una persona se le indica que debe predicar o realizar una labor importante, la persona siente un miedo que lo paraliza y considera dar un paso al costado y no realizar aquello que se le indicó. Esto ocurre porque la persona se enfrenta a pensamientos para detenerla, como por ejemplo que le saldrá mal, que no podrá hablar bien, que se turbará, que se pondrá nerviosa, no sabrá que decir, y un sin número de otros pensamientos que generalmente van acompañado de sensaciones de inseguridad y nerviosismo extremo. Esto se debe justamente al espíritu de temor. Es el espíritu de temor el que habla o susurra estos pensamientos. Es decir que no provienen de la persona misma, sino de ese espíritu. Este espíritu se llama “fobos”. Fobos es la palabra griega usada en el Nuevo Testamento para referirse al miedo o temor, y de ella provienen palabras actuales como “fobia” que son miedos extremos e irracionales hacia algo determinado.
El espíritu de fobos es un enemigo del hijo de Dios, que busca paralizarlo para que no cumpla el propósito de Dios, para que no pueda establecer el Reino, busca atemorizarlo con sensaciones y pensamientos de temor, este espíritu busca paralizar a su presa. Es por esta razón que hay muchas personas que están paralizadas, que no están haciendo lo que deberían hacer. Por ejemplo, muchos no predican o evangelizan simplemente por el temor, indicando que son tímidos o distintos argumentos que, sin saberlo, no son argumentos propios, sino que son ideas que el espíritu de temor ha sembrado en ellos, y ellos lamentablemente lo han creído.
Cuando el espíritu de fobos logra paralizar a los hijos de Dios, finalmente logra que el Reino de Dios no se establezca. Pues, como dice la escritura, son los valientes los que arrebatan el Reino, no los cobardes. Los valientes traen el Reino, pero los cobardes lo detienen. Es por eso que la biblia dice que los cobardes e incrédulos tienen su parte en el lago de fuego, junto con los que cometen errores tan grandes como la hechicería o la idolatría.
Por lo tanto, es posible notar que para Dios este espíritu es realmente muy importante, porque detiene su obra entre sus hijos al paralizarlos. Así mismo, Dios nos ha otorgado la autoridad para vencer a fobos. Él nos ha dado espíritu de poder, de amor y de dominio propio para vencerlo. El poder de Dios en nosotros siempre nos impulsara a cumplir y accionar trayendo su Reino, el perfecto amor hecha fuera todo temor, y el dominio propio nos permitirá controlar nuestra vida, para que podamos decidir libremente cumplir con lo que Dios nos ha ordenado, y ya no obedecer a la voz del espíritu de temor que susurra y habla pensamientos mentirosos a nuestra mente y corazón.
Entonces, el primer tipo de temor es de tipo natural y, generalmente, funciona normal. En cambio, el segundo y tercer tipo de temor son de tipo espiritual, pero el temor de Jehová proviene del Espíritu de Dios, cuyo propósito es generar incomodidad en el creyente para que este decida detenerse y no realizar algo que no agrada a Dios, por otra parte, el temor del espíritu de temor proviene del espíritu de fobos, cuyo propósito es paralizar al hijode Dios de modo que este no pueda hacer aquello que Dios demanda, y de esa forma, detiene el Reino de Dios que solo puede ser arrebatado por los valientes.
Para vencer este espíritu primero debemos decidir si realmente queremos dejar de seguir siendo sus siervos, pues debemos decidir dejar de obedecer la voz del temor y no hacerle caso cuando esos pensamientos y sensaciones nos ataquen. Debes decidir obedecer a Dios primero, antes que a “tus propios temores” que te paralizan. En consecuencia, debemos destronar a fobos de nuestro corazón y mente. Debemos quitarle su reinado en nosotros, estableciendo que es la voz del Espíritu de Dios la que hablará y guiará nuestras acciones y las obedeceremos aun cuando nos dé temor realizarlas. Porque si queremos realmente arrebatar el reino tendremos que ser valientes.
Mateo 11:12 Y desde los días de Juan Bautista hasta ahora, el reino de los cielos es tomado a viva fuerza, y los valientes lo arrebatan.
2 Timoteo 1:7-8 Porque no nos ha dado Dios espíritu de cobardía, sino de poder, de amor y de dominio propio. Por tanto, no te avergüences de dar testimonio de nuestro Señor, ni de mí, preso suyo, sino participa de las aflicciones por el evangelio según el poder de Dios,
Apocalipsis 21:7- El que venciere heredará todas las cosas, y yo seré su Dios, y él será mi hijo. Pero los cobardes e incrédulos, los abominables y homicidas, los fornicarios y hechiceros, los idólatras y todos los mentirosos tendrán su parte en el lago que arde con fuego y azufre, que es la muerte segunda.
Angelo Palomino