sábado, 14 de marzo de 2015

¿Qué hacer cuando nos ofenden? Tres pasos para ser restaurados


La iglesia reúne a una gran variedad de personas, pues aunque la iglesia sea un solo cuerpo, tiene muchos miembros. Siendo así, los conflictos o diferencias entre los miembros puede volverse algo bastante común, porque cada persona tiene sus propias debilidades, preferencias y opiniones. He incluso, distintas formas de entender lo que ocurre en su entorno, y por tanto, distintas formas de proceder frente a determinadas situaciones.

De esta forma, es casi ineludible que llegue algún momento en que tengamos problemas en nuestras relaciones sociales, especialmente al interior de nuestras congregaciones. En consecuencia, es necesario que cada persona en la iglesia sepa que debe hacer cuando un hermano, líder, o Pastor lo ofende o “peca contra él”.

Conocedor de estas tendencias en las personas para entrar en pleitos y diferencias, Dios  ha dispuesto la solución de ellas. Dios ha dispuesto un diseño que puede exponerse en una serie de pasos. Son pasos para alcanzar el perdón, son pasos que debemos hacer vida cuando estemos enojados con alguien a causa de alguna actitud que nos haya molestado.

De acuerdo a Jesucristo hay 3 pasos que debemos seguir cuando nos han ofendido o cuando consideramos que alguien ha hecho algo incorrecto:

“Por tanto, si tu hermano peca contra ti, ve y repréndele estando tú y él solos; si te oyere, has ganado a tu hermano. Más si no te oyere, toma aún contigo a uno o dos, para que en boca de dos o tres testigos conste toda palabra. Si no los oyere a ellos, dilo a la iglesia; y si no oyere a la iglesia, tenle por gentil y publicano.” (Mateo 18:15-17)

El primer paso es hablar con la persona en privado, el segundo paso es hablar con la persona junto con otros hermanos que deben ser maduros en la fe, y el tercer paso es decirle a la Iglesia. Por lo tanto, cuando consideres que alguien se ha equivocado, o pecado, o te ha ofendido, todo lo que hable tu boca sobre el tema debe ir desde lo privado hacia lo público.

Lamentablemente las personas en las congregaciones generalmente recorren estos pasos al revés, tienden a ir de lo público a lo privado. Entonces, ¿QUÉ PASOS NO DEBEMOS SEGUIR?

  - Comentar y difundir el asunto a otros hermanos sin haber hablado primero con el afectado (pecado de murmuración. Véase 1 Corintios 10:10, Santiago 4:11-12, y Filipenses 2:14).
-      -  Hablar con la persona pero hacerlo enojado, y sin la intención de llegar al perdón (Dios tampoco te perdonará cuando te equivoques. Véase Mateo 6:14-15, y Santiago 1: 19-20).
        -  No decir nada y guardarse el asunto (pecado de omisión. Véase Santiago 4:17).

Por lo tanto, una persona puede cometer un error o pecar, pero si lo contamos a otros simplemente estamos haciendo lo mismo, es decir, cometiendo un error también, y además pecando de murmuración. Ese camino no tiene ningún sustento celestial, ni muestra en nada la imagen de Cristo.

Es necesario evitar el exponer a nuestros hermanos, dejar de contarles a los amigos u otros, dejar de publicar en Facebook u otras redes sociales nuestros problemas con las personas, y tomar la decisión valiente, y a la vez humilde, de hablar directamente con quien tenemos el problema, dejando de lado el enojo y la ira, porque debemos ser capaces de tener la paciencia que Dios ha tenido con nosotros, y perdonar como él nos ha perdonado.

“Soportándoos unos a otros y perdonándoos unos a otros, si alguno tiene queja contra otro; como Cristo os perdonó, así también hacedlo vosotros” (Colosenses 3:13)

Cuando contamos el error del hermano a otros (o lo publicamos en Facebook como comúnmente ocurre) solo estamos mostrándole a Dios nuestra inmadurez, mostrándole lo carnal que somos. Porque si fuésemos espirituales buscaríamos perdonar y ser perdonados para manifestar restauración. Esta es la ley de Cristo: ser manso pidiendo y entregando perdón.

“Hermanos, aun si alguno es sorprendido en alguna falta, vosotros que sois espirituales, restauradlo en un espíritu de mansedumbre, mirándote a ti mismo, no sea que tú también seas tentado. Llevad los unos las cargas de los otros, y cumplid así la ley de Cristo. (Gálatas 6: 1–2).

Es menester que sobre el cuerpo de Cristo se desate un manto de amor, para ser vestidos de ese manto. El amor nos solo puede, sino que debe vestirnos, porque por separado podemos ser muy diferentes e imperfectos, pero bajo un manto de amor podemos llegar a ser perfectos. Vestidos de amor podremos cumplir la ley de Cristo.

“Soportándoos los unos a los otros y perdonándoos los unos a los otros, cuando alguien tenga queja del otro. De la manera que el Señor os perdonó, así también hacedlo vosotros. Pero sobre todas estas cosas, vestíos de amor, que es el vínculo perfecto. Y la paz de Cristo gobierne en vuestros corazones, pues a ella fuisteis llamados en un solo cuerpo; y sed agradecidos” (Colosenses 3: 13-15)

“Sobre todas estas cosas, vístanse de amor, que es el vínculo de la unidad (de la perfección)” (Colosenses 3:13 NBLH).




Angelo Palomino