sábado, 25 de agosto de 2018

Ministerios, dones y frutos del Espíritu


Algunos de los temas centrales o de mayor importancia en nuestra vida como cristianos son “los ministerios”, “los dones espirituales” y “los frutos del Espíritu”. Puesto que nuestro crecimiento espiritual implica conocer y experimentarlos, no resulta para nada infructuoso el aprender cada vez más y en mayor profundidad de ellos. De estos tres temas profundamente relacionados entre sí versarán las líneas a continuación. 
 
Efesios 4:11 “Y él mismo constituyó a unos, apóstoles; a otros, profetas; a otros, evangelistas; a otros, pastores y maestros”.

El versículo anterior de efesios es probablemente el de mayor uso y conocimiento cuando sobre ministerios se trata. Este pasaje nos muestra los cinco principales ministerios que se desarrollan en las congregaciones. No obstante, no puede perderse de vista que hay una gama más diversa y amplia de ministerios, como por ejemplo el ministerio de reconciliación (2 Corintios 5:11-21) o aquel vinculado a los ministros de la alabanza y adoración, comúnmente llamados levitas o salmistas. En todo caso, estos cinco ministerios son los más comunes.

Un ministerio es una función dada por Dios y que se muestra a través de ciertas características o cualidades espirituales que son puestas y desarrolladas por una persona. En el caso de los maestros, serían personas que tienen una capacidad especial dada por el Señor para comprender las escrituras y darlas a conocer a otros cristianos por medio de la enseñanza. Los maestros logran articular pasajes y enseñanzas bíblicas haciéndolas comprensibles y aplicables para la mayoría de los cristianos, a través de la sabiduría, de la revelación y el consejo que portan para ayudar a otros.

Los pastores en tanto tienen una capacidad dada por Dios para guiar individual y colectivamente a otras personas en el largo trayecto de su caminar como cristianos, animando, consolando, disciplinando y especialmente instruyendo a través de las escrituras. 

Los evangelistas tienen una capacidad dada por el Señor para alcanzar a aquellos que aún no han recibido a Jesucristo como Señor y salvador de sus vidas. Dios les ha dado gracia especial para conectarse los nos no creyentes para presentarles el evangelio, sintiendo una necesidad por aquellos que se pierden.

Los profetas en cambio tienen una capacidad sobrenatural de conectarse con lo que Dios está hablando para traer dirección divina sobre personas, lugares o situaciones y reconocer lo torcido, incorrecto o injusto delante de Dios

Los apóstoles por su parte su parte suelen presentar varios de las capacidades propias de los ministerios anteriormente señalados, y parecen ser llamados por el Señor para asignaciones especiales, de hecho la palabra apóstol significa “enviado” y tienden a ser pioneros en lo que se les encomienda. Los 12 discípulos de Jesús fueron apóstoles que levantaron y extendieron el evangelio por todo lugar a donde iban.

Por otro lado, así como hay varios ministerio, así también hay variados dones espirituales. Los más conocidos están en 1 Corintios 12, que nos presenta 9 dones.

1 Corintios 12: 7-12 “Pero a cada uno le es dada la manifestación del Espíritu para provecho. Porque a éste es dada por el Espíritu palabra de sabiduría; a otro, palabra de ciencia según el mismo Espíritu; a otro, fe por el mismo Espíritu; y a otro, dones de sanidades por el mismo Espíritu. A otro, el hacer milagros; a otro, profecía; a otro, discernimiento de espíritus; a otro, diversos géneros de lenguas; y a otro, interpretación de lenguas. Pero todas estas cosas las hace uno y el mismo Espíritu, repartiendo a cada uno en particular como él quiere”. 

El don de palabra de sabiduría es la capacidad sobrenatural del Señor de adquirir la sabiduría del cielo para entregarla a otros. Te permite adentrarte en la biblia con revelación de lo que ahí está escrito para luego poder transmitirla a los demás.

El don de palabra de ciencia es la capacidad sobrenatural para adquirir conocimientos que no se han obtenido naturalmente concernientes a personas y su pasado o presente. Por ejemplo, de pronto conocer algún suceso importante de la infancia de alguien, sin haber conocido a esa persona durante esa etapa de su vida.

El don de fe es la capacidad que el Señor pone en las personas permitiéndoles creer sobrenaturalmente con respecto a distintos asuntos que requieren de una intervención divina o un milagro. Para eso se requiere de una fe que traspase todo límite humano.
El don de sanidad es la capacidad sobrenatural que Dios pone en alguien para que, a través de la oración y/o imposición de manos, pueda sanar a personas que están bajo el yugo de alguna enfermedad o con algún tipo de dolencia.

El don de milagros es la capacidad que él Señor pone sobre algunas personas para que por medio del poder de Dios estas puedan provocar algún cambio en personas, situaciones o cosas que naturalmente resultan imposibles ser realizadas. Como abrir el mar rojo para pasar con una nación completa en seco.

El don de profecía es la capacidad sobrenatural dada por Dios para soltar una palabra sobre el futuro o destino, ajustada a los propósitos de Dios, con respecto a personas o situaciones. Es similar al don de ciencia, solo que mientras este es generalmente sobre el pasado, el don de profecía es sobre el futuro. Aunque podrían operar juntos.

El don de discernimiento de espíritus es una capacidad divina que permite identificar y conocer de forma correcta y certera espíritus o demonios que pueden estar operando sobre determinadas personas a fin de tomar los resguardos necesarios y colaborar en su liberación espiritual.

El don de lenguas es una capacidad dada por Dios que permite a su portador expresarse en idiomas que no conoce naturalmente, pudiendo ser lenguas humanas o espirituales. En el primer caso, los discípulos fueron investidos de otros lenguajes para predicar luego del Pentecostés (Hechos 2:4-8). En el segundo caso, el don te permite comunicarte con Dios en un lenguaje espiritual (1 Corintios 14:2).

El don de interpretación de lenguas es la capacidad sobrenatural que Dios pone sobre ciertas personas para interpretar lo que otra persona está hablando por medio del don de lenguas, haciendo comprensible la comunicación a la iglesia.

Además de estos dones, hay otros más señalados en otros pasajes bíblicos. Como el don de ayudar o administrar, que sin duda parece ser muy relevante para la iglesia en su funcionamiento como organización, por ejemplo en el ámbito de la administración financiera, de los “recursos humanos” o del tiempo para lograr sacar el mayor potencial posible de lo que se tiene.

1 Corintios 12:28 “Y a unos puso Dios en la iglesia, primeramente apóstoles, luego profetas, lo tercero maestros, luego los que hacen milagros, después los que sanan, los que ayudan, los que administran, los que tienen don de lenguas”.

También está el don de enseñar a otros, que tanto se necesita en los sermones o en los procesos de discipulado que se desarrollan en las congregaciones, aunque no se agotan ahí pues hay muchísimas formas de enseñar. Además, está el don de ayudar a los necesitados y de mostrar compasión, que tanto se requiere en los esfuerzos, ministerios y organizaciones cristianas de ayuda social. Al parecer, dirigir o liderar personas y organizaciones no es solo un “talento” sino también un don, una capacidad sobrenatural que existe para guiar personas hacia el cumplimiento de un objetivo. 

Romanos 12:6-8 “Tenemos dones diferentes, según la gracia que se nos ha dado. Si el don de alguien es el de profecía, que lo use en proporción con su fe; si es el de prestar un servicio, que lo preste; si es el de enseñar, que enseñe; si es el de animar a otros, que los anime; si es el de socorrer a los necesitados, que dé con generosidad; si es el de dirigir, que dirija con esmero; si es el de mostrar compasión, que lo haga con alegría”.

Otro de los dones que aparece en las escrituras es el don de continencia, que consiste en la capacidad sobrenatural de parte de Dios para contener el deseo sexual (que es natural a toda persona) y también otros deseos o necesidades vinculadas a las necesidades de afecto de una pareja, de modo que esta persona pueda dedicar su vida por completo al Señor. Según se indica en Corintios, el apóstol Pablo tenía este don.

1 Corintios 7:7-9 “Quisiera más bien que todos los hombres fuesen como yo; pero cada uno tiene su propio don de Dios, uno a la verdad de un modo, y otro de otro. Digo, pues, a los solteros y a las viudas, que bueno les fuera quedarse como yo; pero si no tienen don de continencia, cásense, pues mejor es casarse que estarse quemando”.

Un primer aspecto de importancia entre los ministerios y dones es que estos se relacionan fuertemente, pues es común que un determinado ministerio esté asociado a un conjunto de dones espirituales. Así por ejemplo, es común que los pastores y maestros posean dones de enseñanza y el don de palabra de sabiduría, o que los evangelistas tengan dones de sanidad y milagros, o los profetas dones de ciencia, discernimiento de espíritus y profecía.

Un segundo aspecto de relevancia es que los ministerios y dones no son simplemente para el beneficio de su portador, sino que para el beneficio de la iglesia. En efecto, la manifestación del Espíritu Santo sobre nuestra vida es para el bien de los demás, puede ser útil para quien lo posee, pero la correcta administración de nuestros dones implica que sea utilizado para ministrar y bendecir a los otros miembros del cuerpo de Cristo. Los dones no son para provecho individual, sino esencialmente para el provecho colectivo del cuerpo de Cristo.

1 Corintios 12:7 (NVI) “A cada uno se le da una manifestación especial del Espíritu para el bien de los demás”.

1 Pedro 4:10 “Cada uno según el don que ha recibido, minístrelo a los otros, como buenos administradores de la multiforme gracia de Dios”.

La escritura es clara: los dones no son para mí, son para otros. Y de igual manera, los ministerios que son sean otorgados son para el bien de los demás. Su finalidad es que sean usados para perfeccionar a los hermanos, para edificarlos, para generar unidad, para que crezcan hasta parecerse más a Cristo, para que ya no seamos niños espirituales. Los ministerios que podamos portar o desear no son para enorgullecernos, no son simplemente para perfeccionarnos ni edificarnos a nosotros mismos, no son para tomar distancia del cuerpo creyendo ir más alto.

Efesios 4: 11-14 “Y él mismo constituyó a unos, apóstoles; a otros, profetas; a otros, evangelistas; a otros, pastores y maestros, a fin de perfeccionar a los santos para la obra del ministerio, para la edificación del cuerpo de Cristo, hasta que todos lleguemos a la unidad de la fe y del conocimiento del Hijo de Dios, a un varón perfecto, a la medida de la estatura de la plenitud de Cristo; para que ya no seamos niños fluctuantes, llevados por doquiera de todo viento de doctrina, por estratagema de hombres que para engañar emplean con astucia las artimañas del error”.

Un tercer aspecto que debe ser considerado en relación a los ministerios y dones es que Dios los reparte entre los miembros de la iglesia. Dios no concentra sus manifestaciones y expresiones, él los distribuye entre el cuerpo de Cristo. Esto resulta de vital importancia en virtud de algunas dinámicas que se producen en medio de las congregaciones, pues generalmente existe la idea de que son los pastores o los líderes de la iglesia quienes deben manifestar toda la expresión de la sobrenaturalidad de Dios, exigiendo o demandando que de ellos surjan todos los dones o toda expresión del Señor que necesita o requiere una iglesia. Ese modelo es profundamente incorrecto. Porque Dios repartió su manifestación entre todos los integrantes de la iglesia, no los aglutinó en una sola persona o grupo particular de personas. No es correcto por tanto nuestra idea de que existan “súper hombres o súper mujeres de Dios” que sean buenos para todo, Dios nos ha llamado para que todos seamos ministros del evangelio. Con distintos niveles de crecimiento y entendimiento, pero todos con una manifestación especial de Cristo que debe ser puesta al servicio de la iglesia, con una porción del cielo para bendecir vidas. Todos tenemos algo que aportar, algo que entregar. No podemos exigir a otros, lo que Dios está demandando de nosotros mismos. Y tampoco podemos perder de vista de que cuando no estamos desarrollando o activando los ministerios y dones que él Señor puso sobre nosotros, estamos privando a nuestra congregación de una especial manifestación de Dios, que está en nosotros pero es para los demás.

Es por ello que un modelo de iglesia en que sus miembros demandan de sus pastores y líderes toda la expresión del Señor es profundamente errado, al igual que un modelo de iglesia en que solo el liderazgo crece y el resto no. Eso daría como resultado un cuerpo deformado que no crece armónicamente.

1 Corintios 12:11 “Pero todas estas cosas las hace uno y el mismo Espíritu, repartiendo a cada uno en particular como él quiere.”

Finalmente, la expresión del Espíritu de Dios a través de las personas no se circunscribe simplemente en los ministerios y dones, también incluye los frutos del Espíritu. De acuerdo al capítulo cinco del libro de Gálatas, los frutos del Espíritu son los nueve que vemos a continuación.

Gálatas 5: 22-23 “Mas el fruto del Espíritu es amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe, mansedumbre, templanza; contra tales cosas no hay ley”.

Los frutos son bastante más sencillos que los dones. El fruto del amor hace referencia a amar a Dios y amar a las personas, incluso a aquellas que cuesta amar. El fruto del gozo consiste en mantenerse en un estado de constante de dicha, alegría o felicidad independiente de las circunstancias que atraviese nuestra vida. El fruto de la paz dice relación con la cualidad de sentirse tranquilos y no verse perturbado por lo que ocurre a nuestro alrededor. La paciencia es la capacidad de esperar los tiempos correctos sin alterarse en el transcurso. La benignidad es mostrarse amable y buscar hacer el bien a las personas que nos rodean. La bondad es ser bueno con los demás. La fe es la capacidad de creer por encima de los límites de lo natural. La mansedumbre es ser gentil y manso con las personas. La templanza es tener control y dominio propio sobre nuestras actitudes y reacciones.

Evidentemente, al igual que con los ministerios y dones, los frutos del Espíritu tienen mucho que ver con las personas que nos rodean, más que con el portador del fruto. En efecto, los frutos son útiles para el correcto relacionamiento que establecemos con las personas. Y a su vez, aunque son “espirituales”, los frutos se relacionan con tener emociones correctas y sanas, consecuencia de desarrollar un corazón rendido al sentir del Espíritu, por sobre el sentir humano vinculado más a malas reacciones y pésimas emociones, como el odio, el enojo e infelicidad, la angustia, la intranquilidad, el egoísmo, el individualismo, la incredulidad y el miedo, el orgullo y el desenfreno.

Ahora bien, tanto los ministerios, como los dones espirituales y los frutos del Espíritu necesitan ser desarrollados por todo hijo de Dios para el beneficio de la iglesia y para la gloria de Dios. Sin embargo, si tuviésemos que escoger alguno por sobre otro en virtud de su importancia, tendríamos que decantar por el desarrollo de los frutos del Espíritu. Esto porque los dones son entregados por Dios, de hecho don significa regalo, pero los frutos requieren de nuestra disposición y esfuerzo para ser desarrollados y cosechados. Entonces, a pesar que los dones pueden ser mucho más asombrosos para nuestra perspectiva humana, los frutos son mucho más asombrosos para el Señor. Es evidente que si vemos operar en alguien el don de sanidad o de milagros producirá asombro a nosotros como seres humanos, pero Dios no puede maravillarse de algo que él mismo nos regaló y otorgó. Si puede agradarse mucho más por ver que uno de sus hijos se esfuerza por amar incluso a sus enemigos o que es capaz de ser paciente y mantener su paz en medio de las dificultades propias de la vida, viviendo con fe en lo que Dios puede hacer.

Es claro, mientras los ministerios y dones espirituales manifiestan la sobrenaturalidad de Dios en nuestra vida, los frutos manifiestan el carácter de Cristo en nosotros. Por eso, necesitamos procurar los dones, pero aún más preocuparnos por desarrollar los frutos del Espíritu.

Una persona que desarrolla fuertemente sus ministerios y dones, pero no posee frutos genera un panorama ambivalente para los demás. Porque mientras manifiesta la sobrenaturalidad de Dios, carece de un correcto testimonio. Y para el correcto desarrollo de la iglesia es mejor vivir una vida de integridad ante Dios y las personas, que vivir de milagros. Lamentablemente abundan los casos de siervos de Dios que portan tremendos dones del Señor, pero dejan mal al cuerpo de Cristo por sus comportamientos no ajustados a la palabra de Dios. ¿De qué sirve portar una tremenda palabra de sabiduría o un don de profecía certero si tenemos un mal carácter, malhumorado, orgulloso y poco gentil con los demás? Necesitamos desarrollar ministerios, dones y frutos, pero si algo nos llegase a faltar, que no sean los frutos del Espíritu que nos ayudan a vivir en integridad.

Finalmente, los frutos los obtenemos con disposición y esfuerzo de desarrollar el carácter de Cristo en nuestra vida, ¿pero cómo despertamos y activamos los ministerios y dones? La escritura nos da dos luces para esto. En primer lugar, la biblia señala que antes de que Jesucristo regalase dones a los seres humanos, él apresó primero la cautividad, por lo que hay una relación entre ambas cosas. Si anhelamos la manifestación de los dones necesitamos abandonar aquellas cosas que nos mantienen en cautividad, principalmente nuestro pecado e iniquidad. Y en segundo lugar, de acuerdo a lo que Pablo le expresa a Timoteo, los dones tienen un fuego que debe ser avivado, de modo que activar y desarrollar un don implica primero avivar el fuego de don, para que entonces ese don se encienda. Necesitamos del fuego del Espíritu Santo para encender la llama del don que está en nosotros. Por último, este mismo pasaje nos muestra la importancia de la imposición de manos de una autoridad espiritual para impartir los dones.

Efesios 4:7-8 “Pero a cada uno de nosotros fue dada la gracia conforme a la medida del don de Cristo. Por lo cual dice: subiendo a lo alto, llevó cautiva la cautividad, y dio dones a los hombres”.

2 Timoteo 16 “Por lo cual te aconsejo que avives el fuego del don de Dios que está en ti por la imposición de mis manos”.




Ángelo Palomino Díaz

miércoles, 21 de febrero de 2018

Creciendo en Dios: algunas señales de la niñez y la madurez espiritual




“Hasta que todos lleguemos a la unidad de la fe y del conocimiento pleno del Hijo de Dios, a la condición de un hombre maduro, a la medida de la estatura de la plenitud de Cristo”.
Efesios 4:13

Cuando creemos en Cristo y nacemos de nuevo iniciamos una nueva vida. Y como es propio de toda vida, se inicia un proceso de desarrollo, crecimiento y madurez. De hecho Dios nos pide que iniciemos dicho proceso. No es opcional crecer o no crecer, Dios demanda hacerlo y la iglesia ha de colaborar y fomentar el crecimiento.

Cuando un hijo crece es común que sus padres y cercanos vayan notando y destacando algunos aspectos o hitos de ese proceso. Por ejemplo, muchos van marcando la estatura en el marco de una puerta para ver el crecimiento desde pequeños, algunos subrayan el cambio de voz, la aparición de bello haciendo necesario el afeitarse o depilarse, o quizás notar “el estirón” de los jóvenes, y cuando ya se es bastante más grande se van notando la aparición de arrugas y canas.

Ahora bien, ¿qué aspectos o señales podemos apreciar en nuestras vidas para notar que efectivamente vamos creciendo espiritualmente? O siguiendo efesios 4:13, ¿Cuál es la condición de un hombre o una mujer madura en Dios? ¿Cómo sabemos que vamos avanzando hacia la estatura de Cristo?

Ciertamente, la palabra nos da mucha luz acerca de algunos elementos, cuya presencia o carencia en nuestras vidas, nos permite ir distinguiendo si aún somos bebes o niños espirituales, si estamos en proceso de crecimiento, o si ya hemos avanzado hacia algún grado de madurez en Cristo. No resulta para nada infructuoso ver algunos de estos indicadores bíblicos, primero de aquellos que han madurado y luego de quienes son niños espirituales.

Un primer elemento de alguien que es maduro es que es una persona fuerte en Dios, cuya fuerza le permite servir y ayudar al resto, aun cuando eso signifique sacrificar su propia comodidad, bienestar, anhelos personales, gustos o el agradarse a sí mismo. ¿Consideras que eres alguien débil o fuerte en Dios? ¿Has evitado agradarte a ti mismo(a) con tal de servir a los más débiles o pequeños?

“Así que, nosotros los que somos fuertes, debemos sobrellevar las flaquezas de los débiles y no agradarnos a nosotros mismos”.
Romanos 15:1

Un segundo elemento que caracteriza a alguien maduro en la fe es que es una persona espiritual que, con humildad, se preocupa de restaurar a otros cristianos que se han equivocado al cometer errores o pecados. ¿Te has comprometido consistentemente en la restauración espiritual de otros cristianos?  ¿A cuántas personas y de qué forma has restaurado?

“Hermanos, aun si alguno es sorprendido en alguna falta, vosotros que sois espirituales, restauradlo en un espíritu de mansedumbre, mirándote a ti mismo, no sea que tú también seas tentado”.
Gálatas 6:1-2

Un tercer elemento presente en quienes son maduros es que son personas que se les puede enseñar, pues tienen un corazón receptivo que valora la enseñanza y además son personas a quienes se les pueden hablar la verdad directamente, no solo de sus logros y frutos, sino que también de sus equivocaciones y errores. Son personas capaces de recibir correctamente e incluso apreciar la disciplina o la amonestación para crecer y ser perfeccionados. Incluso pueden ayudar a otros de la misma forma, enseñando y amonestando a otros. ¿Qué tanto valoras la enseñanza de la palabra de Dios? ¿Aprecias y percibes correctamente la disciplina y amonestación para ser perfeccionado?

“Sino que hablando la verdad en amor, crezcamos en todos los aspectos en aquel que es la cabeza, es decir, Cristo”.
Efesios 4:15

“A El nosotros proclamamos, amonestando a todos los hombres, y enseñando a todos los hombres con toda sabiduría, a fin de poder presentar a todo hombre perfecto en Cristo”.
Colosenses 1:28

Un cuarto aspecto es que quienes han alcanzado madurez son personas que han cambiado su sabiduría por la sabiduría de Dios, y por lo tanto también han cambiado su forma de hablar, hablan de forma distinta que cuando llegaron por primera vez a Cristo. Por ejemplo, sus temas de conversación (e interés) son distintos a los temas de sus primeros años de cristiano. Tienen una mentalidad y un lenguaje diferente. Además esa sabiduría, que proviene del Espíritu de Dios, les permite entender las profundidades de Dios. Los maduros tienen acceso a la revelación y a los pensamientos de Dios, de modo que no ignoran lo que Dios les ha otorgado. ¿Has cambiado tu forma de pensar con respecto a tus inicios en Cristo? ¿Tienes acceso a la sabiduría y la revelación de Dios? ¿Sabes los propósitos que Dios tiene con tu vida y lo que él te ha concedido?

"Sin embargo, hablamos sabiduría entre los que han alcanzado madurez; pero una sabiduría no de este siglo, ni de los gobernantes de este siglo, que van desapareciendo, sino que hablamos sabiduría de Dios en misterio, la sabiduría oculta que, desde antes de los siglos, Dios predestinó para nuestra gloria; la sabiduría que ninguno de los gobernantes de este siglo ha entendido, porque si la hubieran entendido no habrían crucificado al Señor de gloria;  sino como está escrito: cosas que ojo no vio, ni oído oyó, ni han entrado al corazón del hombre, son las cosas que Dios ha preparado para los que le aman. Pero Dios nos las reveló por medio del Espíritu, porque el Espíritu todo lo escudriña, aun las profundidades de Dios. Porque entre los hombres, ¿quién conoce los pensamientos de un hombre, sino el espíritu del hombre que está en él? Asimismo, nadie conoce los pensamientos de Dios, sino el Espíritu de Dios. Y nosotros hemos recibido, no el espíritu del mundo, sino el Espíritu que viene de Dios, para que conozcamos lo que Dios nos ha dado gratuitamente”.
1 Corintios 2: 6-12

Un quinto aspecto presente en alguien que ha ido avanzando hacia la madurez espiritual es que está lejos de ser un neófito. Muy por el contrario, es alguien que tiene muy claro las enseñanzas básicas o elementales del cristianismo, pues conoce a Dios íntimamente. Como es normal en toda persona, un maduro puede llegar a tener preguntas sobre aspectos del cristianismo, pero acerca de grandes temáticas o cuestiones más complejas. Una persona espiritualmente madura no duda acerca de la existencia de Dios, ni de la obra de Cristo, ni la salvación, ni el arrepentimiento. Por lo que puede evangelizar a otros hablándoles del “plan de salvación”, que en realidad no es más que las enseñanzas elementales acerca de Dios. ¿Conoces las enseñanzas elementales acerca de Cristo de modo que puedes enseñarlas a otros, o aun tienes necesidad de que se te enseñe acerca de aquello?

“Por tanto, dejando las enseñanzas elementales acerca de Cristo, avancemos hacia la madurez, no echando otra vez el fundamento del arrepentimiento de obras muertas y de la fe hacia Dios”
Hebreos 6:1

Un sexto aspecto que no puede dejarse de lado es que los maduros no son personas absolutamente perfectas, están lejos de ser el sello de la perfección. No obstante, tienen claro que su meta es Cristo y que es él quien los sostiene por gracia. Ciertamente una persona madura en la fe cometerá errores pues todos los seres humanos somos pecadores, pero a su vez tiene claro cuál es su meta y hacia a donde está avanzando: corre para acercarse y parecerse más y más a Jesucristo. Entonces, no es perfecto pero está siendo perfeccionado, comente errores pero se deja moldear por Dios y la iglesia, puede caerse pero no se queda en el piso se levanta y sigue hacia la meta. Si llegases a pecar, ¿qué haces? ¿Sucumbes ante el error o te levantas sustentándote en la gracia de Dios y sigues mirando a Cristo como tu meta?

Hermanos, yo mismo no considero haberlo ya alcanzado; pero una cosa hago: olvidando lo que queda atrás y extendiéndome a lo que está delante, prosigo a la meta, al premio del supremo llamamiento de Dios en Cristo Jesús.
Filipenses 3:13-14

Por otro lado, de acuerdo a los que nos muestra la palabra, aquellos que no son maduros sino que son niños espirituales también tienen algunas características. En primer lugar, los niños espirituales son personas a las que no se les evita hablar de la misma forma en como se les habla a los que son maduros o espirituales. Es decir, si a los maduros se les puede hablar de forma directa y franca sobre sus errores o pecados, a los niños espirituales no. ¿Por qué no? Porque no tienen un carácter maduro, y si se les señalan sus equivocaciones o malas decisiones pueden tomárselo incorrectamente, molestándose o enojándose. Quienes son niños espiritualmente tienden a percibir estas palabras como un ataque y no como una oportunidad de crecer y edificarse. ¿Se te debe hablar de una forma especial o se te puede hablar francamente sobre tus errores? ¿Cómo reaccionas a una amonestación? ¿Te enojas y/o molestas y te dan deseos de salir de la iglesia?

Un segundo elemento que puede encontrarse entre los que aún no han madurado es que son cristianos que están bajo el control de la naturaleza pecaminosa. Es decir, aún siguen cometiendo los mismos pecados y con una frecuencia similar a la que tenían antes de conocer a Dios. Algunos de los pecados que más revelan esa naturaleza son los celos y las peleas con otros cristianos. Obviamente que al no ser santos por nuestros sacrificios cometeremos pecados, pero lo que define la inmadurez en estos casos es que el nivel de control que el pecado tiene sobre la vida de una persona. Un maduro pecará, pero el pecado no domina su vida al punto de cometer de forma constante y reiterada el mismo error o equivocación. ¿pecas al punto de que el pecado controle tu vida, o tú, por medio de la gracia y el poder de Dios, dominas el pecado?

“Amados hermanos, cuando estuve con ustedes, no pude hablarles como lo haría con personas espirituales. Tuve que hablarles como si pertenecieran a este mundo o como si fueran niños en Cristo. Tuve que alimentarlos con leche, no con alimento sólido, porque no estaban preparados para algo más sustancioso. Y aún no están preparados, porque todavía están bajo el control de su naturaleza pecaminosa. Tienen celos unos de otros y se pelean entre sí. ¿Acaso eso no demuestra que los controla su naturaleza pecaminosa? ¿No viven como la gente del mundo?”
1 Corintios 3:1-3 (NTV)

Un tercer aspecto que caracteriza a los niños espirituales es que son cristianos que tienen necesidad de que se les enseñe sobre las doctrinas básicas del cristianismo, pues es alguien inexperto en la palabra. A los niños se les da “leche” porque aún no pueden procesar correctamente el alimento sólido. La leche en este caso es la enseñanza elemental, básica o primaria que debe darse a una persona que es cristiana. Esto resulta importante porque muchas veces se pretende aprender mucho más (comer sólido) sin haber crecido realmente en carácter. El alimento solido es para los que han madurado espiritualmente. Entonces, ¿eres inexperto en la palabra de Dios? ¿Conoces las enseñanzas y doctrinas básicas del cristianismo? ¿Podrías explicárselas a alguien? Di la verdad ¿aun tomas leche, ya comes papilla o ya estas comiendo solido?

“Porque debiendo ser ya maestros, después de tanto tiempo, tenéis necesidad de que se os vuelva a enseñar cuáles son los primeros rudimentos de las palabras de Dios; y habéis llegado a ser tales que tenéis necesidad de leche, y no de alimento sólido. Y todo aquel que participa de la leche es inexperto en la palabra de justicia, porque es niño; pero el alimento sólido es para los que han alcanzado madurez, para los que por el uso tienen los sentidos ejercitados en el discernimiento del bien y del mal”.
Hebreos 5:12-14

Un cuarto aspecto dice relación con la forma de pensar, hablar y actuar de las personas. Quienes han madurado tienen una forma responsable de pensar sobre la vida. Por ejemplo, ya no gastan excesivamente sus pensamientos en video juegos o en redes sociales. Proyectan su vida en base a la palabra y la guía de Dios. En cambio, un niño espiritual le cuesta sostener su vida sobre el consejo de Dios, es más bien guiado por los impulsos y deseos del momento. Es cierto que debemos ser como niños para entrar al Reino de los cielos, pero en relación a creer como lo hace un niño. No en la forma de pensar. Entonces ¿qué está guiando tu vida? ¿Proyectas tu vida en base al consejo de Dios o a tus sentimientos o deseos?

“Cuando yo era niño, hablaba como niño, pensaba como niño, razonaba como niño; pero cuando llegué a ser hombre, dejé las cosas de niño”.
1 Corintios 13:11

“Hermanos, no seáis niños en la manera de pensar; más bien, sed niños en la malicia, pero en la manera de pensar sed maduros”.
1 Corintios 14:20

Estos elementos señalados nos pueden servir de indicadores bíblicos que nos ayuden a distinguir si somos niños espirituales o si ya estamos en una etapa de madurez. Sin embargo, no debe perderse de vista algunos aspectos adicionales. El primero es que no podemos pensar que “los años que llevamos en el evangelio” nos dan por si solo madurez espiritual. No porque una persona este 20 años congregándose significa que necesariamente es más madura que una persona que solo lleva 2 años. El crecimiento espiritual está mucho más definido por el nivel de entrega y humildad que pueda tener una persona, que por el tiempo que ésta pueda estar en una congregación. En efecto, puede haber alguien que conozca a Dios por 5 años y haya crecido espiritualmente mucho más que otra persona que haya conocido a Dios por 30 años. Sino pregúntele a Timoteo, que aun siendo Joven fue Pastor de personas que de seguro eran mayores que él en edad.

Otro aspecto adicional es que el crecimiento es algo deseado e impulsado por Dios. Es él quien da el crecimiento. Lo que no significa que no hagamos nada, por el contrario, recitamos esforzarnos para darle muerte a nuestra naturaleza pecaminosa y desarrollar la imagen y el carácter de Cristo en nuestra vida, ¡pero por medio de las fuerzas de Dios que provienen del Espíritu Santo! Porque después de todo, no son “nuestros frutos” son los frutos del Espíritu”.

“Y que el Señor os haga crecer y abundar en amor unos para con otros, y para con todos, como también nosotros lo hacemos para con vosotros”.
1 Tesalonicenses 3:12

Y por último, Dios, como padre, tiene herencia para nosotros. Pero esa herencia es puesta en nuestras manos en la medida en que vamos creciendo en él, en su conocimiento, en su gracia, en su autoridad. Por lo que si queremos ver el cumplimento de las promesas de Dios debemos crecer sí o sí.

“Para que andéis como es digno del Señor, agradándole en todo, dando fruto en toda buena obra y creciendo en el conocimiento de Dios”.
Colosenses 1:10

“Antes bien, creced en la gracia y el conocimiento de nuestro Señor y Salvador Jesucristo. A Él sea la gloria ahora y hasta el día de la eternidad. Amén”.
2 Pedro 3:18

“En otras palabras, mientras el heredero es menor de edad, en nada se diferencia de un esclavo, a pesar de ser dueño de todo. Al contrario, está bajo el cuidado de tutores y administradores hasta la fecha fijada por su padre”.
Gálatas 4:1-2



Ángelo Palomino



miércoles, 8 de noviembre de 2017

Ángeles y demonios: actores del mundo espiritual


Los ángeles y demonios son entidades espirituales que constituyen los principales actores que interactúan en el mundo espiritual. Lo que no significa que sean los únicos. El ser humano, por cuanto es espíritu, también puede interactuar en el plano espiritual, tanto como su cuerpo puede interactuar en el plano físico. Sin embargo, debido a que su espíritu está dormido o en proceso de ser despertado, su grado de incidencia es claramente menor. Por lo demás, hay otras entidades espirituales que son parte del mundo espiritual.

Ahora bien, estas dos clases de seres espirituales (ángeles y demonios) se diferencias claramente en relación al reino al que pertenecen, y en sus funciones y actividades. Los ángeles pertenecen al reino de la luz, al reino de Dios. En cambio, los demonios pertenecen al reino de las tinieblas, al reino de Satanás. Y a su vez, estos dos grupos de seres espirituales cumplen funciones y actividades distintas. Los ángeles, al estar en el reino de Dios, sirven a Dios, obedeciendo fielmente su voz. Por ejemplo en actividades tales como la alabanza y adoración al Señor, en la protección de las personas, en la lucha contra los demonios, y enviando los mensajes de Dios a los seres humanos (de hecho ángel significa mensajero). Por su lado, los demonios, al estar en el reino de las tinieblas, cumplen los deseos de satanás. Por ejemplo, atormentando, esclavizando, oprimiendo y generando enfermedades en la vida de las personas.

Esta diferenciación no siempre fue tal, pues el origen de ambos bandos fue uno solo. Inicialmente solo existía el reino de Dios, y solo existían los ángeles. Dios los creó, al parecer, en algún momento antes de la creación de la tierra.

Job 38:4-7  ¿Dónde estabas tú cuando yo echaba los cimientos de la tierra? Dímelo, si tienes inteligencia. ¿Quién puso sus medidas?, ya que sabes, ¿o quién extendió sobre ella cordel? ¿Sobre qué se asientan sus bases, o quién puso su piedra angular cuando cantaban juntas las estrellas del alba, y todos los hijos de Dios gritaban de gozo?

La aparición del otro bando celestial surge con la rebelión de satanás, uno de los ángeles más poderosos y hermosos que Dios tenía. La escritura pareciera indicar que esta rebelión ocurrió luego de que la tierra ya existiera. Probablemente en algún punto entre el versículo 1 y 2 de génesis, pues no corresponde al carácter de Dios el crear algo para que de pronto este desordenado y vacío. Es por esto que se ha entendido que la rebelión que satanás produjo en el cielo ocurrió entre estos versículos, y que su caída fue como un rayo sobre la tierra, caída que podría explicar la explosión y destrucción de los dinosaurios en la tierra.

Ezequiel 28:12-19  Hijo de hombre, eleva una elegía sobre el rey de Tiro y dile: "Así dice el Señor DIOS: 'Tú eras el sello de la perfección, lleno de sabiduría y perfecto en hermosura. 'En el Edén estabas, en el huerto de Dios; toda piedra preciosa era tu vestidura: el rubí, el topacio y el diamante, el berilo, el ónice y el jaspe, el zafiro, la turquesa y la esmeralda; y el oro, la hechura de tus engastes y de tus encajes, estaba en ti. El día que fuiste creado fueron preparados. 'Tú, querubín protector de alas desplegadas, yo te puse allí. Estabas en el santo monte de Dios, andabas en medio de las piedras de fuego. 'Perfecto eras en tus caminos desde el día que fuiste creado hasta que la iniquidad se halló en ti. 'A causa de la abundancia de tu comercio te llenaste de violencia, y pecaste; yo, pues, te he expulsado por profano del monte de Dios, y te he eliminado, querubín protector, de en medio de las piedras de fuego. 'Se enalteció tu corazón a causa de tu hermosura; corrompiste tu sabiduría a causa de tu esplendor. Te arrojé en tierra, te puse delante de los reyes, para que vieran en ti un ejemplo. 'Por la multitud de tus iniquidades, por la injusticia de tu comercio, profanaste tus santuarios. Y yo he sacado fuego de en medio de ti, que te ha consumido; y te he reducido a ceniza sobre la tierra a los ojos de todos los que te miran. 'Todos los que entre los pueblos te conocen están asombrados de ti; te has convertido en terrores, y ya no serás más.'"

Isaías 14:12-17  ¡Cómo has caído del cielo, oh lucero de la mañana, hijo de la aurora! Has sido derribado por tierra, tú que debilitabas a las naciones. Pero tú dijiste en tu corazón: "Subiré al cielo, por encima de las estrellas de Dios levantaré mi trono, y me sentaré en el monte de la asamblea, en el extremo norte. "Subiré sobre las alturas de las nubes, me haré semejante al Altísimo." Sin embargo, has sido derribado al Seol, a lo más remoto del abismo. Los que te ven te observan, te contemplan, y dicen: "¿Es éste aquel hombre que hacía temblar la tierra, que sacudía los reinos, que puso al mundo como un desierto, que derribó sus ciudades, que a sus prisioneros no abrió la cárcel?"

Génesis 1:1-2  En el principio creó Dios los cielos y la tierra. Y la tierra estaba sin orden y vacía, y las tinieblas cubrían la superficie del abismo, y el Espíritu de Dios se movía sobre la superficie de las aguas.

Lucas 10:18 Y (Jesús) les dijo: Yo veía a Satanás caer del cielo como un rayo.

Mateo 25:41 que dice: “Entonces dirá también a los de la izquierda: Apartaos de mí, malditos, al fuego eterno preparado para el diablo y sus ángeles.”

Entonces, desde su origen solo existían los ángeles, pero con la rebelión de satanás se provoca esta separación. Pues él, después de engañarse a sí mismo con la pretensión de ser igual a Dios, engaña a gran parte de sus compañeros, específicamente a una tercera parte de la totalidad de los ángeles. Sin embargo, además de aquella fracción, no es claro el número exacto de ángeles que se rebelaron, pues tampoco se conoce con claridad la cantidad definida de ángeles que Dios creó, solo se sabe que son muchos millares y millones.

Apocalipsis 5:11 Y miré, y oí la voz de muchos ángeles alrededor del trono, y de los seres vivientes y de los ancianos; y el número de ellos era millares de millares y millones de millones.

Apocalipsis 12:3-4 Y apareció otra señal en el cielo: y he aquí, un gran dragón rojo que tenía siete cabezas y diez cuernos, y en sus cabezas, siete diademas. Y su cola arrastraba la tercera parte de las estrellas del cielo, y las arrojó sobre la tierra. Y el dragón se paró delante de la mujer que había dado a luz, a fin de devorar a su hijo en cuanto naciese.

Apocalipsis 12:7-9 Y hubo una gran batalla en el cielo: Miguel y sus ángeles luchaban contra el dragón; y luchaban el dragón y sus ángeles, pero no prevalecieron, ni fue hallado más su lugar en el cielo. Y fue lanzado fuera aquel gran dragón, la serpiente antigua, que se llama Diablo y Satanás, quien engaña a todo el mundo; fue arrojado a la tierra, y sus ángeles fueron arrojados con él.

Ahora bien, los ángeles pueden ser clasificados en distintas categorías. Tanto los ángeles de Dios como los ángeles caídos (o demonios) poseen distinta jerarquía, distinta autoridad y distintas funciones. En el caso de los ángeles de Dios, la escritura muestra que existen serafines, querubines, arcángeles (y ángeles).

Aunque no hay versículos que digan de forma directa y exacta cuales son las características que distinguen entre sí a estas categorías de ángeles, si es posible inferir algunas cosas. De acuerdo a lo señalado en las escrituras, los querubines parecen ser seres espirituales muy poderosos que tiene por función custodiar algo o ser protectores. Así los vemos por ejemplo, como guardianes custodiando en Jardín del Edén, y especialmente el árbol de la vida. De la misma forma en que los vemos sobre el Arca, en posición de proteger el Arca. 

Génesis 3:24: Después de expulsarlos, el Señor Dios puso querubines poderosos al oriente del jardín de Edén; y colocó una espada de fuego ardiente —que destellaba al moverse de un lado a otro— a fin de custodiar el camino hacia el árbol de la vida.

Éxodo 25:18-20  Harás igualmente dos querubines de oro; los harás de oro labrado a martillo, en los dos extremos del propiciatorio. Harás un querubín en un extremo y el otro en el otro extremo; harás el propiciatorio con los querubines en sus dos extremos de una sola pieza. Y los querubines tendrán extendidas las alas hacia arriba, cubriendo el propiciatorio con sus alas, uno frente al otro; los rostros de los querubines estarán vueltos hacia el propiciatorio.

Por su parte, los serafines parecen estar profundamente vinculados a la función de la adoración y alabanza constante a Dios, por lo mismo están muy cerca de Dios. Además Serafín significa fuego abrasador.

Isaías 6:1-7 “Yo, Isaías, vi a Dios sentado en un trono muy alto, y el templo quedó cubierto bajo su capa. Esto me sucedió en el año en que murió el rey Ozías. Vi además a unos serafines que volaban por encima de Dios. Cada uno tenía seis alas: con dos alas volaban, con otras dos se cubrían la cara, y con las otras dos se cubrían de la cintura para abajo. Con fuerte voz se decían el uno al otro: «Santo, santo, santo es el Dios único de Israel, el Dios del universo; ¡toda la tierra está llena de su poder!» Mientras ellos alababan a Dios, temblaban las puertas del templo, y éste se llenó de humo. Entonces exclamé: «¡Ahora sí voy a morir! Porque yo, que soy un hombre pecador y vivo en medio de un pueblo pecador, he visto al rey del universo, al Dios todopoderoso». En ese momento, uno de los serafines voló hacia mí. Traía en su mano unas tenazas, y en ellas llevaba una brasa que había tomado del fuego del altar. Con esa brasa me tocó los labios, y me dijo: «Esta brasa ha tocado tus labios. Con ella, Dios ha quitado tu maldad y ha perdonado tus pecados».

Los arcángeles en tanto parecen estar vinculados a una función de gobierno, de autoridad y de mando. De hecho arcángel significa ángel jefe. Así vemos por ejemplo a Miguel, quien es llamado “príncipe”, y cuida a la nación de Israel. Además parece tener un gran poder pues lideró a los ángeles de Dios, enfrentándose a satanás y sus ángeles.

1 Tesalonicenses 4:16 Pues el Señor mismo descenderá del cielo con voz de mando, con voz de arcángel y con la trompeta de Dios, y los muertos en Cristo se levantarán primero.

Daniel 12:1 En aquel tiempo se levantará Miguel, el gran príncipe que vela sobre los hijos de tu pueblo. Será un tiempo de angustia cual nunca hubo desde que existen las naciones hasta entonces; y en ese tiempo tu pueblo será librado, todos los que se encuentren inscritos en el libro.

Judas 1:9 Pero cuando el arcángel Miguel contendía con el diablo y disputaba acerca del cuerpo de Moisés, no se atrevió a proferir juicio de maldición contra él, sino que dijo: El Señor te reprenda.

Apocalipsis 12:7 Entonces hubo guerra en el cielo: Miguel y sus ángeles combatieron contra el dragón. Y el dragón y sus ángeles lucharon, pero no pudieron vencer, ni se halló ya lugar para ellos en el cielo.

Por otro lado, también podría pensarse que “ángel” no solo es un término para referirse a todas estos seres angelicales, sino que por sí mismo es también un tipo de ser angelical distinto. Esto se debe a que parece haber efectivamente una diferencia en funciones, pues la palabra ángel significa mensajero, y esa es precisamente la labor o unción en la que vemos a los ángeles en la biblia. Como por ejemplo el ángel Gabriel, que anuncia el nacimiento de Juan el Bautista y el nacimiento de Jesús, en cuyos pasajes se ve que Dios los envía a lugares y personas específicas, para entregar un mensaje.  
Lucas 1:19 Y respondiendo el ángel le dijo: Yo soy Gabriel, que estoy delante de Dios; y he sido enviado a hablarte y a darte estas buenas nuevas.

Lucas 1:26-31 Y al sexto mes, el ángel Gabriel fue enviado por Dios a una ciudad de Galilea llamada Nazaret, a una virgen desposada con un varón que se llamaba José, de la casa de David; y el nombre de la virgen era María. Y entrando el ángel a donde ella estaba, dijo: ¡Salve, muy favorecida! El Señor es contigo; bendita tú entre las mujeres. Pero ella, cuando le vio, se turbó por sus palabras y pensaba qué salutación sería ésta. Entonces el ángel le dijo: María, no temas, porque has hallado gracia delante de Dios. Y he aquí, concebirás en tu vientre y darás a luz un hijo, y llamarás su nombre Jesús. 

En la entrega de los mensajes y del cumplimiento de las órdenes de Dios, los ángeles se vinculan o relacionan bastante con los seres humanos. La palabra parece dar cuenta de que hay ángeles que están encargados de resguardar a las personas desde pequeños, quizás asignados a las personas desde que son concebidos, pues son “sus ángeles”. Sin embargo, tienen una especial vinculación con los hijos de Dios, debido a que los ángeles son enviados para ministrar y servir a los cristianos, incluso guiarlos después de la muerte. De este modo, los ángeles se relacionan considerablemente con los seres humanos (protegiéndoles), pero mucho más intensamente aun con los cristianos (ministrando y sirviéndoles).

Mateo 18:10 Mirad que no menospreciéis a uno de estos pequeños; porque os digo que sus ángeles en los cielos ven siempre el rostro de mi Padre que está en los cielos.

Hebreos 1:14  ¿No son todos espíritus ministradores, enviados para servicio a favor de los que serán herederos de la salvación?

Lucas 16:22 Y aconteció que murió el mendigo y fue llevado por los ángeles al seno de Abraham; y murió también el rico y fue sepultado.

El hecho de que los ángeles nos sirvan, no debe llevarnos a confusiones. Los ángeles no nos sirven porque nosotros seamos sus dueños y autoridades. Sino que lo hacen porque así cumplen la voluntad de Dios, quien es realmente su autoridad, y a cuya voz obedecen fielmente. Incluso pueden indicarnos que hagamos cosas de parte de Dios. Por ejemplo, un ángel le dio instrucciones a Felipe, para ayudarlo a evangelizar. Esto tampoco debe llevarnos al otro extremo, pues no significa que debamos hacer todo lo que nos diga un ángel, ni mucho menos venerarlo o adorarlo. En efecto, Felipe supo que la instrucción del ángel venía de Dios porque también el Espíritu Santo le dio indicaciones coherentes con el mensaje anterior. Es necesario aprender a discernir los espíritus y la actividad angelical, para saber cuáles son de Dios y cuales no lo son. Pues satanás también puede disfrazarse de ángel de luz y engañar a las personas.

Hechos 8:25  Ellos, después de haber testificado y hablado la palabra de Dios, regresaron a Jerusalén y anunciaban el evangelio en muchos pueblos de los samaritanos. Un ángel del Señor habló a Felipe diciendo: “Levántate y ve hacia el sur por el camino que desciende de Jerusalén a Gaza, el cual es desierto.” Él se levantó y fue. Y he aquí un eunuco etíope, un alto funcionario de Candace, la reina de Etiopía, quien estaba a cargo de todos sus tesoros y que había venido a Jerusalén para adorar,  regresaba sentado en su carro leyendo el profeta Isaías. El Espíritu dijo a Felipe: “Acércate y júntate a ese carro.” Y Felipe corriendo le alcanzó y le oyó que leía el profeta Isaías. Entonces le dijo: — ¿Acaso entiendes lo que lees?  Y él le dijo: — ¿Pues cómo podré yo, a menos que alguien me guíe? Y rogó a Felipe que subiese y se sentase junto a él.  La porción de las Escrituras que leía era ésta: Como oveja, al matadero fue llevado, y como cordero mudo delante del que lo trasquila, así no abrió su boca. En su humillación, se le negó justicia; pero su generación, ¿quién la contará? Porque su vida es quitada de la tierra. Respondió el eunuco a Felipe y dijo: —Te ruego, ¿de quién dice esto el profeta? ¿Lo dice de sí mismo o de algún otro? Entonces Felipe abrió su boca, y comenzando desde esta Escritura, le anunció el evangelio de Jesús.

Apocalipsis 19:9-10  Y el ángel me dijo: Escribe: Bienaventurados los que son llamados a la cena de las bodas del Cordero. Y me dijo: Estas son palabras verdaderas de Dios. Yo me postré a sus pies para adorarle. Y él me dijo: Mira, no lo hagas; yo soy consiervo tuyo, y de tus hermanos que retienen el testimonio de Jesús. Adora a Dios; porque el testimonio de Jesús es el espíritu de la profecía.

1 Juan 4:1 Amados, no creáis a todo espíritu, sino discernid entre los espíritus para saber si son de Dios; porque muchos falsos profetas han salido al mundo.

2 Corintios 11:14 Y no es de extrañar, porque el mismo Satanás se hace pasar por ángel de luz.

Por otro lado, en el caso de “los demonios”, ellos también poseen distintos grados de autoridad, jerarquía y funciones. En efecto, efesios 6:12 muestran un complejo y organizado sistema de gobierno y autoridad de las tinieblas. Los cargos, que parecen ir en orden de autoridad e importancia, son los principados, potestades, gobernadores y huestes. 

Efesios 6:12  Porque no tenemos lucha contra sangre y carne, sino contra principados, contra potestades, contra los gobernadores de las tinieblas de este siglo, contra huestes espirituales de maldad en las regiones celestes.

A través de ese sistema de gobierno, las tinieblas intentan dominar y esclavizar la tierra y los seres humanos. Así vemos por ejemplo en el libro de Daniel a estos “príncipes” de las tinieblas, como el príncipe de Persia y el príncipe de Grecia. El hecho que se les denomine de la misma forma que el nombre de naciones e imperios da cuenta de que estas son entidades espirituales de gran poder, que logran dominar sobre naciones completas y extensas áreas geográficas, ministrando tinieblas. Otra muestra de ese poder, es que es de oponerse a un ángel enviado por Dios con una respuesta para Daniel que estaba ayunando, de modo que este ángel no lograba ir hasta Daniel sino hasta que aparece Miguel, un arcángel y también denominado como “príncipe”, es decir, una entidad espiritual celestial del mismo “rango”, y en igual o mayor poder y autoridad, para contrarrestar el poder del príncipe de Persia.

Dan 10:10-21  Y he aquí una mano me tocó, e hizo que me pusiese sobre mis rodillas y sobre las palmas de mis manos. Y me dijo: Daniel, varón muy amado, está atento a las palabras que te hablaré, y ponte en pie; porque a ti he sido enviado ahora. Mientras hablaba esto conmigo, me puse en pie temblando. Entonces me dijo: Daniel, no temas; porque desde el primer día que dispusiste tu corazón a entender y a humillarte en la presencia de tu Dios, fueron oídas tus palabras; y a causa de tus palabras yo he venido. Mas el príncipe del reino de Persia se me opuso durante veintiún días; pero he aquí Miguel, uno de los principales príncipes, vino para ayudarme, y quedé allí con los reyes de Persia. He venido para hacerte saber lo que ha de venir a tu pueblo en los postreros días; porque la visión es para esos días. Mientras me decía estas palabras, estaba yo con los ojos puestos en tierra, y enmudecido. Pero he aquí, uno con semejanza de hijo de hombre tocó mis labios. Entonces abrí mi boca y hablé, y dije al que estaba delante de mí: Señor mío, con la visión me han sobrevenido dolores, y no me queda fuerza. ¿Cómo, pues, podrá el siervo de mi señor hablar con mi señor? Porque al instante me faltó la fuerza, y no me quedó aliento. Y aquel que tenía semejanza de hombre me tocó otra vez, y me fortaleció, y me dijo: Muy amado, no temas; la paz sea contigo; esfuérzate y aliéntate. Y mientras él me hablaba, recobré las fuerzas, y dije: Hable mi señor, porque me has fortalecido. Él me dijo: ¿Sabes por qué he venido a ti? Pues ahora tengo que volver para pelear contra el príncipe de Persia; y al terminar con él, el príncipe de Grecia vendrá. Pero yo te declararé lo que está escrito en el libro de la verdad; y ninguno me ayuda contra ellos, sino Miguel vuestro príncipe.

Así mismo, aun cuando no hay mucha información que nos permita entender con mayor profundidad, las potestades y gobernadores parecen ser entidades que tienen la misma función y operan de manera similar, pero a un nivel territorial de menor grado e importancia.  Probablemente sobre comunidades más pequeñas, como regiones, provincias, ciudades y barrios. Mientras que las huestes de maldad han de ser una suerte de ejército de las tinieblas que operan en conjunto con las entidades anteriormente señaladas.

Además, al igual que en el caso de los ángeles, aunque el término de “demonio” pueda ser utilizada para englobar al conjunto de seres espirituales del reino de las tinieblas, también pueden considerarse como una categoría específica y aparte. Los demonios, claramente, no poseen el mismo nivel de poder y autoridad  que las otras entidades, pero también funcionan coordinadamente y con la intensión de esclavizar y ministrar muerte al ser humano llevándolo al pecado.  

Resulta relevante mencionar que, la comprensión de la existencia y función de estas entidades espirituales territoriales nos permiten razonar sobre las causas espirituales de la presencia de tinieblas en nuestras naciones, regiones, ciudades y barrios. Nos permiten entender porque hay cierto conjunto de pecados que caracterizan a una zona o territorio, o porque las personas de ese lugar piensan de una determinada forma, porque tienen una cultura alejada de los principios del cielo, porque poseen instituciones y autoridades injustas, o porque suelen tener un corazón esquivo e indiferente a Dios y al evangelismo.

En muchos casos, Dios nos llevará a confrontar primero ese mundo de maldad espiritual,  a través de la dinámica de la guerra espiritual. Pues estas entidades espirituales afectan e influyen sobre personas, autoridades, mentalidades, paradigmas, culturas, relaciones sociales, instituciones y leyes. Es ahí donde la iglesia necesita tener espíritu de revelación y sabiduría para entender no solo la esperanza y la gloria de Dios, sino también su poder. Ese poder que operó en Cristo para resucitarlo y ponerlo por encima de todo principado, autoridad, poder y señorío, y que también opera en su cuerpo que es la iglesia.


Efesios 1:16-23  no ceso de dar gracias por vosotros, haciendo memoria de vosotros en mis oraciones, para que el Dios de nuestro Señor Jesucristo, el Padre de gloria, os dé espíritu de sabiduría y de revelación en el conocimiento de él, alumbrando los ojos de vuestro entendimiento, para que sepáis cuál es la esperanza a que él os ha llamado, y cuáles las riquezas de la gloria de su herencia en los santos, y cuál la supereminente grandeza de su poder para con nosotros los que creemos, según la operación del poder de su fuerza, la cual operó en Cristo, resucitándole de los muertos y sentándole a su diestra en los lugares celestiales, sobre todo principado y autoridad y poder y señorío, y sobre todo nombre que se nombra, no sólo en este siglo, sino también en el venidero;  y sometió todas las cosas bajo sus pies, y lo dio por cabeza sobre todas las cosas a la iglesia, la cual es su cuerpo, la plenitud de Aquel que todo lo llena en todo.




Ángelo Palomino 


martes, 7 de noviembre de 2017

La identidad ministerial y los problemas del alma asociados



Así como cada persona tiene una identidad, un propósito y un diseño, también tiene ministerios y dones asociados  que le permiten avanzar hacia el cumplimiento de aquellas cosas que Dios ha dispuesto para nosotros. En efecto, Dios ha dispuesto diferentes ministerios y dones sobre cada persona que compone su pueblo para bendecir al resto. 

Y él mismo constituyó a unos, apóstoles; a otros, profetas; a otros, evangelistas; a otros, pastores y maestros, a fin de perfeccionar a los santos para la obra del ministerio, para la edificación del cuerpo de Cristo,
Efesios 4:11-12

Tenemos dones diferentes, según la gracia que se nos ha dado. Si el don de alguien es el de profecía, que lo use en proporción con su fe; si es el de prestar un servicio, que lo preste; si es el de enseñar, que enseñe; si es el de animar a otros, que los anime; si es el de socorrer a los necesitados, que dé con generosidad; si es el de dirigir, que dirija con esmero; si es el de mostrar compasión, que lo haga con alegría.
Romanos 12:6–8

Ahora bien, hay diversos dones, pero un mismo Espíritu. Hay diversas maneras de servir, pero un mismo Señor. Hay diversas funciones, pero es un mismo Dios el que hace todas las cosas en todos. A cada uno se le da una manifestación especial del Espíritu para el bien de los demás. A unos Dios les da por el Espíritu palabra de sabiduría; a otros, por el mismo Espíritu, palabra de conocimiento; a otros, fe por medio del mismo Espíritu; a otros, y por ese mismo Espíritu, dones para sanar enfermos; a otros, poderes milagrosos; a otros, profecía; a otros, el discernir espíritus; a otros, el hablar en diversas lenguas; y a otros, el interpretar lenguas. Todo esto lo hace un mismo y único Espíritu, quien reparte a cada uno según él lo determina.
1 Corintios 12:4–11

Es común que quienes tienen un determinado ministerio, tienen dones asociados a ese ministerio. Por ejemplo, es evidente que un profeta tendrá el don de profecía, y es usual que tenga el don de discernimiento de espíritus, tanto como un evangelista tenga el don de sanidad o milagros, o que un maestro tenga el don de sabiduría. Sin embargo, es también muy común, que esos ministerios tengan problemas o características de su alma que sean muy comunes entre quienes comparten dicho ministerio.

Profetas y evangelistas

Quienes son llamados por el Señor a ministerios proféticos, intercesores y evangelisteros, o tienen dones asociados a estos llamados ministeriales, generalmente tienen problemas relacionados con el carácter o con problemas almáticos. Por ejemplo, muchos son enojones, impulsivos, desordenados, atrevidos, egocéntricos, e incluso a veces demasiados apasionados o aguerridos en sus actitudes y acciones.

El mejor ejemplo de esto es el profeta Elías, que era muy pasional según señala Santiago. Y esto queda claramente graficado en algunos episodios de su vida. Por ejemplo, cuando se enfrenta a los profetas de baal (1 reyes 18:20-40). Él se burlaba y actuaba irónicamente frente a estos profetas que gritaban y se cortaban hasta chorrear sangre para que su dios hiciera descender fuego para consumir su holocausto. Cuando Elías hizo descender fuego del cielo, de parte de Dios y delante de toda una multitud, además de mostrarse profundamente violento mandando a capturar y matando a todos los falsos profetas.  

Santiago 5:17 Elías era hombre sujeto a pasiones semejantes a las nuestras, y oró fervientemente para que no lloviese, y no llovió sobre la tierra por tres años y seis meses.

Sin embargo, al capítulo siguiente (en 1 reyes 19) lo vemos huyendo asustado por el mensaje de Jezabel. Se va a esconder al desierto de Horeb, donde lo embarga una profunda depresión, queriendo morirse y solo dormir. Y cuando Dios trata de sacarlo de ese estado, él contesta dos veces que está así porque piensa es el único profeta de Dios que queda en Israel.

Otro interesante episodio de la vida de este profeta está en el primer capítulo de 2 de reyes, donde termina aniquilando a cerca de 100 personas, pues el rey de Israel de aquel momento envía primero a 50 soldados para ir a buscar al profeta. Sin embargo, el hace descender fuego del cielo que los consume a todos, lo mismo ocurre con los siguientes 50 soldados que van con la misma misión. Y podría haber ocurrido con el tercer grupo de 50 soldados si no es porque el jefe de ellos le pide misericordia y un ángel le dice a Elías que vaya con ellos ante el rey.

Estos episodios muestran al “profeta del fuego”, que es tremendamente almático, que un día se comporta valientemente frente a los profetas de baal y también violentamente matándolos, pero al momento siguiente se comporta con miedo y sale huyendo frente a un mensaje negativo. Un día está en victoria, al otro día con depresión y ganas de morirse. Parece que también tiene problemas de egocentrismo, pues piensa que es el único profeta verdadero en todo Israel, el único que tiene razón o que está en lo correcto, parece que cree que a nadie más Dios le habla: “él es el profeta”.

Creo que muchos profetas son así, enojones, de mal carácter e impulsivos. Si ahora pudieran hacer descender fuego del cielo sobre algunas personas quizás lo harían. He notado que muchos que tienen un llamado al evangelismo también son así: muy atrevidos, impetuosos, impacientes, apasionados. Quienes tienen llamados al área profética, intercesora y evangelística suelen tener esos problemas en su identidad, personalidad y carácter. Son personas poco estales emocionalmente: un día quieren levantar un altar de adoración a Dios, y al día siguiente no son capaces de levantarse de la cama, prefieren dormir y quedarse en depresión como Elías. Un día dan todo por Dios para servirle y al otro día solo quieren renunciar. Les cuesta ser ordenados, equilibrados y rectos en distintos aspectos de su vida.

Pastores y maestros

Pero por otro lado, están también los otros ministerios: los pastores y maestros. Ellos suelen tener problemas diametralmente opuestos a los problemas de los anteriores. Y esto porque cada ministerio tiene su función y su manera particular de bendecir al cuerpo de Cristo y alcanzar y bendecir al mundo. Como señala el pastor Fernando Orihuela: un profeta está hecho para tratar con serpientes, tanto como  un pastor está hecho para tratar con ovejas. El profeta o intercesor generalmente está llamado a aplastar la cabeza de la serpiente, mientras que el pastor está llamado a guiar y cuidar de las ovejas. Si usted pone al profeta a cuidar las ovejas, o al pastor a tratar con serpientes es probable que las cosas resulten mal. Un profeta difícilmente tratará con misericordia a una oveja, a menos que además de ser profeta tenga corazón de pastor o sea tratado por Dios. Un pastor difícilmente reconocerá la maldad y el engaño en lo profundo del corazón de una persona si no tiene el discernimiento propio de un profeta o es enseñado por Dios en esa área.

Así como las personas que tienen un llamado a ser profetas, intercesores y evangelistas generalmente tienen problemas en su alma como los ya mencionados. Así mismo, he notado que quienes son llamados a ser pastores y maestros suelen tener también determinados problemas que les son propios, tales como estancamiento, falta de un mayor atrevimiento, desenvoltura e incluso quizás falta de pasión. Esto ocurre justamente porque los pastores, pero sobre todo los maestros tienen a ser demasiado prudentes, centrados, cautelosos, sensatos, moderados. Se detienen a pensar y meditar las cosas mucho, lo que por cierto es bueno, eso los puede hacer muy sabios y buenos dando consejos necesarios para guiar la vida de las personas. Pero a veces en el Reino se necesita de atrevimiento, de una mezcla de valentía y violencia, de un arrojo de fe. Es en esos momentos donde el ser demasiado cauteloso se vuelve un problema.

Por ejemplo, en momentos en que se requiere evangelizar, se necesita ser rápido, ágil y astuto, no pensarlo dos o tres veces, simplemente atreverse a acercarse a las personas, más que cuestionarse y detenerse a meditar acerca de si será de Dios que me acerque a tal o cual persona. O por ejemplo, en momentos en los que hay que juzgar algo con firmeza y valentía, se puede requerir muchas veces más atrevimiento que sensatez. Sin embargo, para dirigir de forma constante, en un extendido periodo de tiempo a las personas, se requiere de mucha sabiduría para aconsejar, guiar y ministrar el corazón de las personas. 

En definitiva, es común que, en virtud de los llamados de Dios sobre ciertas personas, existan ciertas características que ellas posean, y que dichas características sean positivas para ejercer y fungir en aquello para lo cual Dios los planeó, pero también puedan ser negativas por estar bajo ciertas situaciones y contextos o por no saber sujetarlas a la guía del Señor. Por eso, sea que estemos en uno u otro extremo ministerial y de actitudes o comportamiento, debemos postrar nuestro corazón y alma, y disponernos a que aún nuestras emociones sean guiadas por el Espíritu Santo, además de aprender a respetarnos (por causa de nuestras diferencias) y trabajar unidos para aprovechar las fortalezas del otro y reconociendo las debilidades propias.




 Ángelo Palomino