La fe no es solo la certeza de lo
que se espera, la convicción de lo que no se ve. La iglesia desde siglos ha
dejado de lado el real significado de lo que significa tener fe, este versículo
conocidísimo de hebreos 11:1 ha pasado a ser la definición tradicional de fe,
no obstante es mucho más que eso, el autor de hebreos continúa…
Hebreos 11:2 “Porque por ella alcanzaron buen testimonio los antiguos”.
Hebreos 11:3 “Por la fe entendemos haber sido constituido el universo por la palabra de Dios, de modo que lo que se ve fue hecho de lo que no se veía”.
Hebreos 11:4 “Por la fe Abel ofreció a Dios más excelente sacrificio que Caín, por lo cual alcanzó testimonio de que era justo, dando Dios testimonio de sus ofrendas; y muerto, aún habla por ella”.
La fe no es esperar, la fe es una capacidad de acción constante, la fe nos permite entender la génesis de las cosas, la fe nos permite accionar a hacer algo diferente a lo que hacen los demás, a entrar en una dinámica distinta a la del mundo.
Volver a los fundamentos de la fe requiere cambiar nuestra mentalidad, que son los lentes desde los cual vemos y comprendemos las cosas. Dios comprende la fe de una manera distan a la nuestra, y la escritura da testimonio de eso, pues la fe proviene de la palabra, porque "la fe viene, por el oír, el oír la palabra de Dios", además, la biblia dice que la palabra es viva y eficaz, y es más cortante que espada de doble filo, a su vez, Pablo dice que la palabra puede correr, también la palabra puede crecer como semilla que es. En definitiva la palabra se mueve, como un ser vivo porque la palabra es Cristo, y como tal tiene vida en ella.
Hebreos 4:12 “Porque la palabra de Dios es viva y eficaz, y más cortante que toda espada de dos filos; y penetra hasta partir el alma y el espíritu, las coyunturas y los tuétanos, y discierne los pensamientos y las intenciones del corazón”.
Entonces la fe al partir desde la palabra tiene estas mismas características, se mueve por la vida misma que tiene en sí. Santiago nos dice que si la fe no produce obras está muerta, no obstante si la fe está viva quiere decir que si produce obras es una fe que sigue viva pues la vida está relacionada con el movimiento continuo. Por lo tanto la fe entonces no es algo estático.
Santiago 2:17 “Así también la fe, si no tiene obras, es muerta en sí misma”.
Santiago 2:26 “Porque como el cuerpo sin espíritu está muerto, así también la fe sin obras está muerta”.
La fe es algo dinámico (al menos la fe viva, que es la que debemos tener, que es la que Dios espera de nosotros). Ahora bien, una muestra de cómo la Iglesia -por mucho tiempo- ha tenido una mentalidad y un acercamiento incorrecto respecto al cómo visualizar la fe es el ejemplo de las disputas doctrinales. Una en especial es muy ejemplificadora, se trata del entendimiento sobre la salvación, la cual ha producido básicamente dos posturas muy claras, pero a la vez muy opuestas: por un lado una postura denominada como “Calvinista”, que plantea que la salvación jamás se pierde a pesar de que una persona haya cometido errores o pecados, pues quien da la salvación es Dios, y esto no depende de nosotros, el nos escoge y predestina y no la quita jamás (pues es eterna); la segunda es la postura "Arminiana" que plantea lo contrario, pues si bien el cristiano puede obtener la vida eterna, esta está en estrecha relación en como el viva su vida, si es que vive una vida que agrada a Dios o es alguien despreocupado que al pecar termina perdiendo su salvación.
En estas posturas doctrinales la fe es central, pues la salvación es por fe, entonces las distintas conclusiones a las que se llegan están enraizadas en la mirada con la cual se acercan para visualizar y entender la fe.
La fe dentro de estas posturas es solo algo teórico, incluso es posible decir que sin vida. Cuando uno comprende a la fe con la vida misma que conlleva, sin separarla, entonces ya no habría una distinción sobre si se pierde o se mantiene la salvación, pues las obras mismas, que son un reflejo pero también parte misma de la vida de la fe mostrarían a ojos de todos si es que realmente la salvación de alguien es genuina o no.
La fe jamás ha estado separada de su vida interna, solo ha estado así para los ojos de nuestra caída mentalidad, y desde ahí plantear una postura sobre la salvación. La salvación es por fe, pero el cómo entendemos esa fe conllevará a posicionarnos argumentativamente en lugares distintos.
La nueva vida en el creyente viene cuando este ha decidido creer en su corazón, pero ese creer lo ha impulsado a una acción concreta: confesar públicamente a Jesús como Señor y Salvador.
La fe muerta (sin obras) deja de
ser fe a menos que sea una fe zombi, fe que como que vive pero no vive, fe que
parece estar muerta, pero también parece moverse, tiene una vida que parece ser
dudosa.
Por la fe que tengamos no solo “creeremos” también entenderemos, sabremos y actuaremos. No es que me agraden las películas de zombies, pero al algún punto tendremos que aprender a dejar la fe zombi, para dejar de movernos como ellos, para dejar de cambiar a ese ritmo de muerte, la vida de Dios es dinámica, y por medio de nosotros debe correr ya sea que seamos leones, o volar siendo águilas.
la palabra no solo debe estar en la mente para aprenderla y memorizarla, también debe estar necesarimente en el corazón, porque esa es la tierra donde crecerá, echará raices y manifestará brotando vida, luego que el corazón cree, se produce algo, se produce una acción por consecuncia (con el corazón se cree para justicia, con la boca se confiesa para salvación). Jesús, quien está en nuestro corazón, no solo es el autor, sino tambien el consumador de la fe.
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