martes, 11 de marzo de 2014

Las dimensiones de Dios: La altura de su Amor



Efesios 3:18 (RVC) Sean ustedes plenamente capaces de comprender, con todos los santos, cuál es la anchura, la longitud, la profundidad y la altura del amor de Cristo;

Aquello que sale de la boca del Señor no solo viene de lo profundo de su corazón, también proviene de la dimensión de la altura de Dios. Sí la dimensión de su profundidad se refiere a sus secretos, a sus riquezas, por su parte, la dimensión de la altura de refiere a los pensamientos de Dios, a su perfecta sabiduría. Sí la dimensión de lo profundo de Dios se refiere a su corazón, la dimensión de lo alto se refiere a la mente de Dios.

No toda ciencia, no todo conocimiento, ni toda sabiduría provienen de Dios. La escritura señala que existen distintas mentalidades y cada cual, como fuente, da a luz una clase de sabiduría. En esto consiste una de las preocupaciones fundamentales del discipulado, en cambiar no solo de información, sino también cambiar la fuente de nuestros pensamientos, y entonces, en cambiar nuestro conocimiento sobre nosotros, y sobre lo que nos rodea. Y en esto debemos ser cada vez más rigurosos, ineludiblemente sí queremos su sabiduría, debemos estar conectados a sus alturas, a la dimensión de lo alto de su amor.


Santiago 3:17 (RV 1960) Pero la sabiduría que es de lo alto es primeramente pura, después pacífica, amable, benigna, llena de misericordia y de buenos frutos, sin incertidumbre ni hipocresía.

Santiago 3:17 (NTV) Pero, la sabiduría que proviene del cielo es, ante todo, pura y también ama la paz; siempre es amable y dispuesta a ceder ante los demás. Está llena de compasión y de buenas acciones. No muestra favoritismo y siempre es sincera.


Es evidente que nuestra mente y sabiduría está muy lejos de la del cielo, porque aunque hemos sido convertidos, seguimos unidos a la fuente de este mundo, nuestros pensamientos siguen atados a esta tierra, lejos de sus alturas.


Isaías 55: 8-11 (NTV) «Mis pensamientos no se parecen en nada a sus pensamientos —dice el Señor—. Y mis caminos están muy por encima de lo que pudieran imaginarse. Pues así como los cielos están más altos que la tierra, así mis caminos están más altos que sus caminos y mis pensamientos, más altos que sus pensamientos. » La lluvia y la nieve descienden de los cielos y quedan en el suelo para regar la tierra. Hacen crecer el grano, y producen semillas para el agricultor y pan para el hambriento. Lo mismo sucede con mi palabra. La envío y siempre produce fruto; logrará todo lo que yo quiero.


Por esta razón Dios hace las cosas mucho mas abundantemente de lo que podemos entender, porque su mente sobrepasa la nuestra, sobrepasa incluso lo que nosotros podamos creer sobre nosotros, e incluso sobre Él mismo. Dios hace (1) mucho – (2) más – (3) abundantemente. La revelación es como ir saltando en niveles, su altura está a niveles, desde la tierra al cielo. Porque la revelación es progresiva, no se nace de nuevo sabiéndolo todo, se nace como un niño, como un niño que necesita ser enseñado. 


Efesios 3:20 Y a Aquel que es poderoso para hacer todas las cosas mucho más abundantemente de lo que pedimos o entendemos, según el poder que actúa en nosotros,


Su palabra nos da luz, sus alturas tienen que ver con la sabiduría de Dios, con sus pensamientos, con una sabiduría que está por encima de la nuestra, con pensamientos que no son los nuestros, porque pensamos terrenalmente, nos imaginamos y creemos cosas por debajo de los niveles que deberíamos ya haber transitado, pero Dios es sabio (y como su sabiduría es paciente, bondadosa… etc.) aún tenemos la opción de crecer para gobernar, de dejar de pensar como niños de este mundo y ser un rey, porque en este reino nadie gobierna sin sabiduría.


Dios nos ha hecho reyes, y todo rey posee una corona, esa corona es un sello de sus pensamientos sobre nosotros, es una corona que desciende de lo alto. Es lo que Pablo diría al mencionar que tenemos la mente de Cristo. Porque aunque los espinos se clavaron en él en la cruz, el venció y resucitó, el venció sobre los espinos, que desde génesis fueron señal de tierra, señal de la maldición de la tierra, de un hombre atado a ella por causa del pecado.


Jesús resucitó sin esa corona de espinas, Él resucitó con una mente de lo alto. Cómo su sabiduría es paciente, y él es portador de dicha sabiduría, él nos tiene paciencia, para crecer y avanzar, para crecer y gobernar con una corona de sabiduría sobre nosotros. Así es su palabra, como la lluvia que desciende de lo alto para regar la semilla y esperar a que crezca y se desarrolle. Él envía su palabra y ésta producirá el fruto requerido, mucho más aún sí somos libres de la dificultad que simbolizan los espinos (y también los cardos).


Que nuestro aprendizaje y nuestros discipulados estén conectados a la dimensión de lo alto, conectados a sus pensamientos y su sabiduría para ser quien Él quiere que seamos. Para que sea un tiempo en que superemos la distancia entre lo que nosotros pensamos y creemos, y lo que Él piensa y cree, alzaos puertas eternas para que entre el Rey de la Gloria.




No hay comentarios:

Publicar un comentario