miércoles, 8 de noviembre de 2017

Ángeles y demonios: actores del mundo espiritual


Los ángeles y demonios son entidades espirituales que constituyen los principales actores que interactúan en el mundo espiritual. Lo que no significa que sean los únicos. El ser humano, por cuanto es espíritu, también puede interactuar en el plano espiritual, tanto como su cuerpo puede interactuar en el plano físico. Sin embargo, debido a que su espíritu está dormido o en proceso de ser despertado, su grado de incidencia es claramente menor. Por lo demás, hay otras entidades espirituales que son parte del mundo espiritual.

Ahora bien, estas dos clases de seres espirituales (ángeles y demonios) se diferencias claramente en relación al reino al que pertenecen, y en sus funciones y actividades. Los ángeles pertenecen al reino de la luz, al reino de Dios. En cambio, los demonios pertenecen al reino de las tinieblas, al reino de Satanás. Y a su vez, estos dos grupos de seres espirituales cumplen funciones y actividades distintas. Los ángeles, al estar en el reino de Dios, sirven a Dios, obedeciendo fielmente su voz. Por ejemplo en actividades tales como la alabanza y adoración al Señor, en la protección de las personas, en la lucha contra los demonios, y enviando los mensajes de Dios a los seres humanos (de hecho ángel significa mensajero). Por su lado, los demonios, al estar en el reino de las tinieblas, cumplen los deseos de satanás. Por ejemplo, atormentando, esclavizando, oprimiendo y generando enfermedades en la vida de las personas.

Esta diferenciación no siempre fue tal, pues el origen de ambos bandos fue uno solo. Inicialmente solo existía el reino de Dios, y solo existían los ángeles. Dios los creó, al parecer, en algún momento antes de la creación de la tierra.

Job 38:4-7  ¿Dónde estabas tú cuando yo echaba los cimientos de la tierra? Dímelo, si tienes inteligencia. ¿Quién puso sus medidas?, ya que sabes, ¿o quién extendió sobre ella cordel? ¿Sobre qué se asientan sus bases, o quién puso su piedra angular cuando cantaban juntas las estrellas del alba, y todos los hijos de Dios gritaban de gozo?

La aparición del otro bando celestial surge con la rebelión de satanás, uno de los ángeles más poderosos y hermosos que Dios tenía. La escritura pareciera indicar que esta rebelión ocurrió luego de que la tierra ya existiera. Probablemente en algún punto entre el versículo 1 y 2 de génesis, pues no corresponde al carácter de Dios el crear algo para que de pronto este desordenado y vacío. Es por esto que se ha entendido que la rebelión que satanás produjo en el cielo ocurrió entre estos versículos, y que su caída fue como un rayo sobre la tierra, caída que podría explicar la explosión y destrucción de los dinosaurios en la tierra.

Ezequiel 28:12-19  Hijo de hombre, eleva una elegía sobre el rey de Tiro y dile: "Así dice el Señor DIOS: 'Tú eras el sello de la perfección, lleno de sabiduría y perfecto en hermosura. 'En el Edén estabas, en el huerto de Dios; toda piedra preciosa era tu vestidura: el rubí, el topacio y el diamante, el berilo, el ónice y el jaspe, el zafiro, la turquesa y la esmeralda; y el oro, la hechura de tus engastes y de tus encajes, estaba en ti. El día que fuiste creado fueron preparados. 'Tú, querubín protector de alas desplegadas, yo te puse allí. Estabas en el santo monte de Dios, andabas en medio de las piedras de fuego. 'Perfecto eras en tus caminos desde el día que fuiste creado hasta que la iniquidad se halló en ti. 'A causa de la abundancia de tu comercio te llenaste de violencia, y pecaste; yo, pues, te he expulsado por profano del monte de Dios, y te he eliminado, querubín protector, de en medio de las piedras de fuego. 'Se enalteció tu corazón a causa de tu hermosura; corrompiste tu sabiduría a causa de tu esplendor. Te arrojé en tierra, te puse delante de los reyes, para que vieran en ti un ejemplo. 'Por la multitud de tus iniquidades, por la injusticia de tu comercio, profanaste tus santuarios. Y yo he sacado fuego de en medio de ti, que te ha consumido; y te he reducido a ceniza sobre la tierra a los ojos de todos los que te miran. 'Todos los que entre los pueblos te conocen están asombrados de ti; te has convertido en terrores, y ya no serás más.'"

Isaías 14:12-17  ¡Cómo has caído del cielo, oh lucero de la mañana, hijo de la aurora! Has sido derribado por tierra, tú que debilitabas a las naciones. Pero tú dijiste en tu corazón: "Subiré al cielo, por encima de las estrellas de Dios levantaré mi trono, y me sentaré en el monte de la asamblea, en el extremo norte. "Subiré sobre las alturas de las nubes, me haré semejante al Altísimo." Sin embargo, has sido derribado al Seol, a lo más remoto del abismo. Los que te ven te observan, te contemplan, y dicen: "¿Es éste aquel hombre que hacía temblar la tierra, que sacudía los reinos, que puso al mundo como un desierto, que derribó sus ciudades, que a sus prisioneros no abrió la cárcel?"

Génesis 1:1-2  En el principio creó Dios los cielos y la tierra. Y la tierra estaba sin orden y vacía, y las tinieblas cubrían la superficie del abismo, y el Espíritu de Dios se movía sobre la superficie de las aguas.

Lucas 10:18 Y (Jesús) les dijo: Yo veía a Satanás caer del cielo como un rayo.

Mateo 25:41 que dice: “Entonces dirá también a los de la izquierda: Apartaos de mí, malditos, al fuego eterno preparado para el diablo y sus ángeles.”

Entonces, desde su origen solo existían los ángeles, pero con la rebelión de satanás se provoca esta separación. Pues él, después de engañarse a sí mismo con la pretensión de ser igual a Dios, engaña a gran parte de sus compañeros, específicamente a una tercera parte de la totalidad de los ángeles. Sin embargo, además de aquella fracción, no es claro el número exacto de ángeles que se rebelaron, pues tampoco se conoce con claridad la cantidad definida de ángeles que Dios creó, solo se sabe que son muchos millares y millones.

Apocalipsis 5:11 Y miré, y oí la voz de muchos ángeles alrededor del trono, y de los seres vivientes y de los ancianos; y el número de ellos era millares de millares y millones de millones.

Apocalipsis 12:3-4 Y apareció otra señal en el cielo: y he aquí, un gran dragón rojo que tenía siete cabezas y diez cuernos, y en sus cabezas, siete diademas. Y su cola arrastraba la tercera parte de las estrellas del cielo, y las arrojó sobre la tierra. Y el dragón se paró delante de la mujer que había dado a luz, a fin de devorar a su hijo en cuanto naciese.

Apocalipsis 12:7-9 Y hubo una gran batalla en el cielo: Miguel y sus ángeles luchaban contra el dragón; y luchaban el dragón y sus ángeles, pero no prevalecieron, ni fue hallado más su lugar en el cielo. Y fue lanzado fuera aquel gran dragón, la serpiente antigua, que se llama Diablo y Satanás, quien engaña a todo el mundo; fue arrojado a la tierra, y sus ángeles fueron arrojados con él.

Ahora bien, los ángeles pueden ser clasificados en distintas categorías. Tanto los ángeles de Dios como los ángeles caídos (o demonios) poseen distinta jerarquía, distinta autoridad y distintas funciones. En el caso de los ángeles de Dios, la escritura muestra que existen serafines, querubines, arcángeles (y ángeles).

Aunque no hay versículos que digan de forma directa y exacta cuales son las características que distinguen entre sí a estas categorías de ángeles, si es posible inferir algunas cosas. De acuerdo a lo señalado en las escrituras, los querubines parecen ser seres espirituales muy poderosos que tiene por función custodiar algo o ser protectores. Así los vemos por ejemplo, como guardianes custodiando en Jardín del Edén, y especialmente el árbol de la vida. De la misma forma en que los vemos sobre el Arca, en posición de proteger el Arca. 

Génesis 3:24: Después de expulsarlos, el Señor Dios puso querubines poderosos al oriente del jardín de Edén; y colocó una espada de fuego ardiente —que destellaba al moverse de un lado a otro— a fin de custodiar el camino hacia el árbol de la vida.

Éxodo 25:18-20  Harás igualmente dos querubines de oro; los harás de oro labrado a martillo, en los dos extremos del propiciatorio. Harás un querubín en un extremo y el otro en el otro extremo; harás el propiciatorio con los querubines en sus dos extremos de una sola pieza. Y los querubines tendrán extendidas las alas hacia arriba, cubriendo el propiciatorio con sus alas, uno frente al otro; los rostros de los querubines estarán vueltos hacia el propiciatorio.

Por su parte, los serafines parecen estar profundamente vinculados a la función de la adoración y alabanza constante a Dios, por lo mismo están muy cerca de Dios. Además Serafín significa fuego abrasador.

Isaías 6:1-7 “Yo, Isaías, vi a Dios sentado en un trono muy alto, y el templo quedó cubierto bajo su capa. Esto me sucedió en el año en que murió el rey Ozías. Vi además a unos serafines que volaban por encima de Dios. Cada uno tenía seis alas: con dos alas volaban, con otras dos se cubrían la cara, y con las otras dos se cubrían de la cintura para abajo. Con fuerte voz se decían el uno al otro: «Santo, santo, santo es el Dios único de Israel, el Dios del universo; ¡toda la tierra está llena de su poder!» Mientras ellos alababan a Dios, temblaban las puertas del templo, y éste se llenó de humo. Entonces exclamé: «¡Ahora sí voy a morir! Porque yo, que soy un hombre pecador y vivo en medio de un pueblo pecador, he visto al rey del universo, al Dios todopoderoso». En ese momento, uno de los serafines voló hacia mí. Traía en su mano unas tenazas, y en ellas llevaba una brasa que había tomado del fuego del altar. Con esa brasa me tocó los labios, y me dijo: «Esta brasa ha tocado tus labios. Con ella, Dios ha quitado tu maldad y ha perdonado tus pecados».

Los arcángeles en tanto parecen estar vinculados a una función de gobierno, de autoridad y de mando. De hecho arcángel significa ángel jefe. Así vemos por ejemplo a Miguel, quien es llamado “príncipe”, y cuida a la nación de Israel. Además parece tener un gran poder pues lideró a los ángeles de Dios, enfrentándose a satanás y sus ángeles.

1 Tesalonicenses 4:16 Pues el Señor mismo descenderá del cielo con voz de mando, con voz de arcángel y con la trompeta de Dios, y los muertos en Cristo se levantarán primero.

Daniel 12:1 En aquel tiempo se levantará Miguel, el gran príncipe que vela sobre los hijos de tu pueblo. Será un tiempo de angustia cual nunca hubo desde que existen las naciones hasta entonces; y en ese tiempo tu pueblo será librado, todos los que se encuentren inscritos en el libro.

Judas 1:9 Pero cuando el arcángel Miguel contendía con el diablo y disputaba acerca del cuerpo de Moisés, no se atrevió a proferir juicio de maldición contra él, sino que dijo: El Señor te reprenda.

Apocalipsis 12:7 Entonces hubo guerra en el cielo: Miguel y sus ángeles combatieron contra el dragón. Y el dragón y sus ángeles lucharon, pero no pudieron vencer, ni se halló ya lugar para ellos en el cielo.

Por otro lado, también podría pensarse que “ángel” no solo es un término para referirse a todas estos seres angelicales, sino que por sí mismo es también un tipo de ser angelical distinto. Esto se debe a que parece haber efectivamente una diferencia en funciones, pues la palabra ángel significa mensajero, y esa es precisamente la labor o unción en la que vemos a los ángeles en la biblia. Como por ejemplo el ángel Gabriel, que anuncia el nacimiento de Juan el Bautista y el nacimiento de Jesús, en cuyos pasajes se ve que Dios los envía a lugares y personas específicas, para entregar un mensaje.  
Lucas 1:19 Y respondiendo el ángel le dijo: Yo soy Gabriel, que estoy delante de Dios; y he sido enviado a hablarte y a darte estas buenas nuevas.

Lucas 1:26-31 Y al sexto mes, el ángel Gabriel fue enviado por Dios a una ciudad de Galilea llamada Nazaret, a una virgen desposada con un varón que se llamaba José, de la casa de David; y el nombre de la virgen era María. Y entrando el ángel a donde ella estaba, dijo: ¡Salve, muy favorecida! El Señor es contigo; bendita tú entre las mujeres. Pero ella, cuando le vio, se turbó por sus palabras y pensaba qué salutación sería ésta. Entonces el ángel le dijo: María, no temas, porque has hallado gracia delante de Dios. Y he aquí, concebirás en tu vientre y darás a luz un hijo, y llamarás su nombre Jesús. 

En la entrega de los mensajes y del cumplimiento de las órdenes de Dios, los ángeles se vinculan o relacionan bastante con los seres humanos. La palabra parece dar cuenta de que hay ángeles que están encargados de resguardar a las personas desde pequeños, quizás asignados a las personas desde que son concebidos, pues son “sus ángeles”. Sin embargo, tienen una especial vinculación con los hijos de Dios, debido a que los ángeles son enviados para ministrar y servir a los cristianos, incluso guiarlos después de la muerte. De este modo, los ángeles se relacionan considerablemente con los seres humanos (protegiéndoles), pero mucho más intensamente aun con los cristianos (ministrando y sirviéndoles).

Mateo 18:10 Mirad que no menospreciéis a uno de estos pequeños; porque os digo que sus ángeles en los cielos ven siempre el rostro de mi Padre que está en los cielos.

Hebreos 1:14  ¿No son todos espíritus ministradores, enviados para servicio a favor de los que serán herederos de la salvación?

Lucas 16:22 Y aconteció que murió el mendigo y fue llevado por los ángeles al seno de Abraham; y murió también el rico y fue sepultado.

El hecho de que los ángeles nos sirvan, no debe llevarnos a confusiones. Los ángeles no nos sirven porque nosotros seamos sus dueños y autoridades. Sino que lo hacen porque así cumplen la voluntad de Dios, quien es realmente su autoridad, y a cuya voz obedecen fielmente. Incluso pueden indicarnos que hagamos cosas de parte de Dios. Por ejemplo, un ángel le dio instrucciones a Felipe, para ayudarlo a evangelizar. Esto tampoco debe llevarnos al otro extremo, pues no significa que debamos hacer todo lo que nos diga un ángel, ni mucho menos venerarlo o adorarlo. En efecto, Felipe supo que la instrucción del ángel venía de Dios porque también el Espíritu Santo le dio indicaciones coherentes con el mensaje anterior. Es necesario aprender a discernir los espíritus y la actividad angelical, para saber cuáles son de Dios y cuales no lo son. Pues satanás también puede disfrazarse de ángel de luz y engañar a las personas.

Hechos 8:25  Ellos, después de haber testificado y hablado la palabra de Dios, regresaron a Jerusalén y anunciaban el evangelio en muchos pueblos de los samaritanos. Un ángel del Señor habló a Felipe diciendo: “Levántate y ve hacia el sur por el camino que desciende de Jerusalén a Gaza, el cual es desierto.” Él se levantó y fue. Y he aquí un eunuco etíope, un alto funcionario de Candace, la reina de Etiopía, quien estaba a cargo de todos sus tesoros y que había venido a Jerusalén para adorar,  regresaba sentado en su carro leyendo el profeta Isaías. El Espíritu dijo a Felipe: “Acércate y júntate a ese carro.” Y Felipe corriendo le alcanzó y le oyó que leía el profeta Isaías. Entonces le dijo: — ¿Acaso entiendes lo que lees?  Y él le dijo: — ¿Pues cómo podré yo, a menos que alguien me guíe? Y rogó a Felipe que subiese y se sentase junto a él.  La porción de las Escrituras que leía era ésta: Como oveja, al matadero fue llevado, y como cordero mudo delante del que lo trasquila, así no abrió su boca. En su humillación, se le negó justicia; pero su generación, ¿quién la contará? Porque su vida es quitada de la tierra. Respondió el eunuco a Felipe y dijo: —Te ruego, ¿de quién dice esto el profeta? ¿Lo dice de sí mismo o de algún otro? Entonces Felipe abrió su boca, y comenzando desde esta Escritura, le anunció el evangelio de Jesús.

Apocalipsis 19:9-10  Y el ángel me dijo: Escribe: Bienaventurados los que son llamados a la cena de las bodas del Cordero. Y me dijo: Estas son palabras verdaderas de Dios. Yo me postré a sus pies para adorarle. Y él me dijo: Mira, no lo hagas; yo soy consiervo tuyo, y de tus hermanos que retienen el testimonio de Jesús. Adora a Dios; porque el testimonio de Jesús es el espíritu de la profecía.

1 Juan 4:1 Amados, no creáis a todo espíritu, sino discernid entre los espíritus para saber si son de Dios; porque muchos falsos profetas han salido al mundo.

2 Corintios 11:14 Y no es de extrañar, porque el mismo Satanás se hace pasar por ángel de luz.

Por otro lado, en el caso de “los demonios”, ellos también poseen distintos grados de autoridad, jerarquía y funciones. En efecto, efesios 6:12 muestran un complejo y organizado sistema de gobierno y autoridad de las tinieblas. Los cargos, que parecen ir en orden de autoridad e importancia, son los principados, potestades, gobernadores y huestes. 

Efesios 6:12  Porque no tenemos lucha contra sangre y carne, sino contra principados, contra potestades, contra los gobernadores de las tinieblas de este siglo, contra huestes espirituales de maldad en las regiones celestes.

A través de ese sistema de gobierno, las tinieblas intentan dominar y esclavizar la tierra y los seres humanos. Así vemos por ejemplo en el libro de Daniel a estos “príncipes” de las tinieblas, como el príncipe de Persia y el príncipe de Grecia. El hecho que se les denomine de la misma forma que el nombre de naciones e imperios da cuenta de que estas son entidades espirituales de gran poder, que logran dominar sobre naciones completas y extensas áreas geográficas, ministrando tinieblas. Otra muestra de ese poder, es que es de oponerse a un ángel enviado por Dios con una respuesta para Daniel que estaba ayunando, de modo que este ángel no lograba ir hasta Daniel sino hasta que aparece Miguel, un arcángel y también denominado como “príncipe”, es decir, una entidad espiritual celestial del mismo “rango”, y en igual o mayor poder y autoridad, para contrarrestar el poder del príncipe de Persia.

Dan 10:10-21  Y he aquí una mano me tocó, e hizo que me pusiese sobre mis rodillas y sobre las palmas de mis manos. Y me dijo: Daniel, varón muy amado, está atento a las palabras que te hablaré, y ponte en pie; porque a ti he sido enviado ahora. Mientras hablaba esto conmigo, me puse en pie temblando. Entonces me dijo: Daniel, no temas; porque desde el primer día que dispusiste tu corazón a entender y a humillarte en la presencia de tu Dios, fueron oídas tus palabras; y a causa de tus palabras yo he venido. Mas el príncipe del reino de Persia se me opuso durante veintiún días; pero he aquí Miguel, uno de los principales príncipes, vino para ayudarme, y quedé allí con los reyes de Persia. He venido para hacerte saber lo que ha de venir a tu pueblo en los postreros días; porque la visión es para esos días. Mientras me decía estas palabras, estaba yo con los ojos puestos en tierra, y enmudecido. Pero he aquí, uno con semejanza de hijo de hombre tocó mis labios. Entonces abrí mi boca y hablé, y dije al que estaba delante de mí: Señor mío, con la visión me han sobrevenido dolores, y no me queda fuerza. ¿Cómo, pues, podrá el siervo de mi señor hablar con mi señor? Porque al instante me faltó la fuerza, y no me quedó aliento. Y aquel que tenía semejanza de hombre me tocó otra vez, y me fortaleció, y me dijo: Muy amado, no temas; la paz sea contigo; esfuérzate y aliéntate. Y mientras él me hablaba, recobré las fuerzas, y dije: Hable mi señor, porque me has fortalecido. Él me dijo: ¿Sabes por qué he venido a ti? Pues ahora tengo que volver para pelear contra el príncipe de Persia; y al terminar con él, el príncipe de Grecia vendrá. Pero yo te declararé lo que está escrito en el libro de la verdad; y ninguno me ayuda contra ellos, sino Miguel vuestro príncipe.

Así mismo, aun cuando no hay mucha información que nos permita entender con mayor profundidad, las potestades y gobernadores parecen ser entidades que tienen la misma función y operan de manera similar, pero a un nivel territorial de menor grado e importancia.  Probablemente sobre comunidades más pequeñas, como regiones, provincias, ciudades y barrios. Mientras que las huestes de maldad han de ser una suerte de ejército de las tinieblas que operan en conjunto con las entidades anteriormente señaladas.

Además, al igual que en el caso de los ángeles, aunque el término de “demonio” pueda ser utilizada para englobar al conjunto de seres espirituales del reino de las tinieblas, también pueden considerarse como una categoría específica y aparte. Los demonios, claramente, no poseen el mismo nivel de poder y autoridad  que las otras entidades, pero también funcionan coordinadamente y con la intensión de esclavizar y ministrar muerte al ser humano llevándolo al pecado.  

Resulta relevante mencionar que, la comprensión de la existencia y función de estas entidades espirituales territoriales nos permiten razonar sobre las causas espirituales de la presencia de tinieblas en nuestras naciones, regiones, ciudades y barrios. Nos permiten entender porque hay cierto conjunto de pecados que caracterizan a una zona o territorio, o porque las personas de ese lugar piensan de una determinada forma, porque tienen una cultura alejada de los principios del cielo, porque poseen instituciones y autoridades injustas, o porque suelen tener un corazón esquivo e indiferente a Dios y al evangelismo.

En muchos casos, Dios nos llevará a confrontar primero ese mundo de maldad espiritual,  a través de la dinámica de la guerra espiritual. Pues estas entidades espirituales afectan e influyen sobre personas, autoridades, mentalidades, paradigmas, culturas, relaciones sociales, instituciones y leyes. Es ahí donde la iglesia necesita tener espíritu de revelación y sabiduría para entender no solo la esperanza y la gloria de Dios, sino también su poder. Ese poder que operó en Cristo para resucitarlo y ponerlo por encima de todo principado, autoridad, poder y señorío, y que también opera en su cuerpo que es la iglesia.


Efesios 1:16-23  no ceso de dar gracias por vosotros, haciendo memoria de vosotros en mis oraciones, para que el Dios de nuestro Señor Jesucristo, el Padre de gloria, os dé espíritu de sabiduría y de revelación en el conocimiento de él, alumbrando los ojos de vuestro entendimiento, para que sepáis cuál es la esperanza a que él os ha llamado, y cuáles las riquezas de la gloria de su herencia en los santos, y cuál la supereminente grandeza de su poder para con nosotros los que creemos, según la operación del poder de su fuerza, la cual operó en Cristo, resucitándole de los muertos y sentándole a su diestra en los lugares celestiales, sobre todo principado y autoridad y poder y señorío, y sobre todo nombre que se nombra, no sólo en este siglo, sino también en el venidero;  y sometió todas las cosas bajo sus pies, y lo dio por cabeza sobre todas las cosas a la iglesia, la cual es su cuerpo, la plenitud de Aquel que todo lo llena en todo.




Ángelo Palomino 


martes, 7 de noviembre de 2017

La identidad ministerial y los problemas del alma asociados



Así como cada persona tiene una identidad, un propósito y un diseño, también tiene ministerios y dones asociados  que le permiten avanzar hacia el cumplimiento de aquellas cosas que Dios ha dispuesto para nosotros. En efecto, Dios ha dispuesto diferentes ministerios y dones sobre cada persona que compone su pueblo para bendecir al resto. 

Y él mismo constituyó a unos, apóstoles; a otros, profetas; a otros, evangelistas; a otros, pastores y maestros, a fin de perfeccionar a los santos para la obra del ministerio, para la edificación del cuerpo de Cristo,
Efesios 4:11-12

Tenemos dones diferentes, según la gracia que se nos ha dado. Si el don de alguien es el de profecía, que lo use en proporción con su fe; si es el de prestar un servicio, que lo preste; si es el de enseñar, que enseñe; si es el de animar a otros, que los anime; si es el de socorrer a los necesitados, que dé con generosidad; si es el de dirigir, que dirija con esmero; si es el de mostrar compasión, que lo haga con alegría.
Romanos 12:6–8

Ahora bien, hay diversos dones, pero un mismo Espíritu. Hay diversas maneras de servir, pero un mismo Señor. Hay diversas funciones, pero es un mismo Dios el que hace todas las cosas en todos. A cada uno se le da una manifestación especial del Espíritu para el bien de los demás. A unos Dios les da por el Espíritu palabra de sabiduría; a otros, por el mismo Espíritu, palabra de conocimiento; a otros, fe por medio del mismo Espíritu; a otros, y por ese mismo Espíritu, dones para sanar enfermos; a otros, poderes milagrosos; a otros, profecía; a otros, el discernir espíritus; a otros, el hablar en diversas lenguas; y a otros, el interpretar lenguas. Todo esto lo hace un mismo y único Espíritu, quien reparte a cada uno según él lo determina.
1 Corintios 12:4–11

Es común que quienes tienen un determinado ministerio, tienen dones asociados a ese ministerio. Por ejemplo, es evidente que un profeta tendrá el don de profecía, y es usual que tenga el don de discernimiento de espíritus, tanto como un evangelista tenga el don de sanidad o milagros, o que un maestro tenga el don de sabiduría. Sin embargo, es también muy común, que esos ministerios tengan problemas o características de su alma que sean muy comunes entre quienes comparten dicho ministerio.

Profetas y evangelistas

Quienes son llamados por el Señor a ministerios proféticos, intercesores y evangelisteros, o tienen dones asociados a estos llamados ministeriales, generalmente tienen problemas relacionados con el carácter o con problemas almáticos. Por ejemplo, muchos son enojones, impulsivos, desordenados, atrevidos, egocéntricos, e incluso a veces demasiados apasionados o aguerridos en sus actitudes y acciones.

El mejor ejemplo de esto es el profeta Elías, que era muy pasional según señala Santiago. Y esto queda claramente graficado en algunos episodios de su vida. Por ejemplo, cuando se enfrenta a los profetas de baal (1 reyes 18:20-40). Él se burlaba y actuaba irónicamente frente a estos profetas que gritaban y se cortaban hasta chorrear sangre para que su dios hiciera descender fuego para consumir su holocausto. Cuando Elías hizo descender fuego del cielo, de parte de Dios y delante de toda una multitud, además de mostrarse profundamente violento mandando a capturar y matando a todos los falsos profetas.  

Santiago 5:17 Elías era hombre sujeto a pasiones semejantes a las nuestras, y oró fervientemente para que no lloviese, y no llovió sobre la tierra por tres años y seis meses.

Sin embargo, al capítulo siguiente (en 1 reyes 19) lo vemos huyendo asustado por el mensaje de Jezabel. Se va a esconder al desierto de Horeb, donde lo embarga una profunda depresión, queriendo morirse y solo dormir. Y cuando Dios trata de sacarlo de ese estado, él contesta dos veces que está así porque piensa es el único profeta de Dios que queda en Israel.

Otro interesante episodio de la vida de este profeta está en el primer capítulo de 2 de reyes, donde termina aniquilando a cerca de 100 personas, pues el rey de Israel de aquel momento envía primero a 50 soldados para ir a buscar al profeta. Sin embargo, el hace descender fuego del cielo que los consume a todos, lo mismo ocurre con los siguientes 50 soldados que van con la misma misión. Y podría haber ocurrido con el tercer grupo de 50 soldados si no es porque el jefe de ellos le pide misericordia y un ángel le dice a Elías que vaya con ellos ante el rey.

Estos episodios muestran al “profeta del fuego”, que es tremendamente almático, que un día se comporta valientemente frente a los profetas de baal y también violentamente matándolos, pero al momento siguiente se comporta con miedo y sale huyendo frente a un mensaje negativo. Un día está en victoria, al otro día con depresión y ganas de morirse. Parece que también tiene problemas de egocentrismo, pues piensa que es el único profeta verdadero en todo Israel, el único que tiene razón o que está en lo correcto, parece que cree que a nadie más Dios le habla: “él es el profeta”.

Creo que muchos profetas son así, enojones, de mal carácter e impulsivos. Si ahora pudieran hacer descender fuego del cielo sobre algunas personas quizás lo harían. He notado que muchos que tienen un llamado al evangelismo también son así: muy atrevidos, impetuosos, impacientes, apasionados. Quienes tienen llamados al área profética, intercesora y evangelística suelen tener esos problemas en su identidad, personalidad y carácter. Son personas poco estales emocionalmente: un día quieren levantar un altar de adoración a Dios, y al día siguiente no son capaces de levantarse de la cama, prefieren dormir y quedarse en depresión como Elías. Un día dan todo por Dios para servirle y al otro día solo quieren renunciar. Les cuesta ser ordenados, equilibrados y rectos en distintos aspectos de su vida.

Pastores y maestros

Pero por otro lado, están también los otros ministerios: los pastores y maestros. Ellos suelen tener problemas diametralmente opuestos a los problemas de los anteriores. Y esto porque cada ministerio tiene su función y su manera particular de bendecir al cuerpo de Cristo y alcanzar y bendecir al mundo. Como señala el pastor Fernando Orihuela: un profeta está hecho para tratar con serpientes, tanto como  un pastor está hecho para tratar con ovejas. El profeta o intercesor generalmente está llamado a aplastar la cabeza de la serpiente, mientras que el pastor está llamado a guiar y cuidar de las ovejas. Si usted pone al profeta a cuidar las ovejas, o al pastor a tratar con serpientes es probable que las cosas resulten mal. Un profeta difícilmente tratará con misericordia a una oveja, a menos que además de ser profeta tenga corazón de pastor o sea tratado por Dios. Un pastor difícilmente reconocerá la maldad y el engaño en lo profundo del corazón de una persona si no tiene el discernimiento propio de un profeta o es enseñado por Dios en esa área.

Así como las personas que tienen un llamado a ser profetas, intercesores y evangelistas generalmente tienen problemas en su alma como los ya mencionados. Así mismo, he notado que quienes son llamados a ser pastores y maestros suelen tener también determinados problemas que les son propios, tales como estancamiento, falta de un mayor atrevimiento, desenvoltura e incluso quizás falta de pasión. Esto ocurre justamente porque los pastores, pero sobre todo los maestros tienen a ser demasiado prudentes, centrados, cautelosos, sensatos, moderados. Se detienen a pensar y meditar las cosas mucho, lo que por cierto es bueno, eso los puede hacer muy sabios y buenos dando consejos necesarios para guiar la vida de las personas. Pero a veces en el Reino se necesita de atrevimiento, de una mezcla de valentía y violencia, de un arrojo de fe. Es en esos momentos donde el ser demasiado cauteloso se vuelve un problema.

Por ejemplo, en momentos en que se requiere evangelizar, se necesita ser rápido, ágil y astuto, no pensarlo dos o tres veces, simplemente atreverse a acercarse a las personas, más que cuestionarse y detenerse a meditar acerca de si será de Dios que me acerque a tal o cual persona. O por ejemplo, en momentos en los que hay que juzgar algo con firmeza y valentía, se puede requerir muchas veces más atrevimiento que sensatez. Sin embargo, para dirigir de forma constante, en un extendido periodo de tiempo a las personas, se requiere de mucha sabiduría para aconsejar, guiar y ministrar el corazón de las personas. 

En definitiva, es común que, en virtud de los llamados de Dios sobre ciertas personas, existan ciertas características que ellas posean, y que dichas características sean positivas para ejercer y fungir en aquello para lo cual Dios los planeó, pero también puedan ser negativas por estar bajo ciertas situaciones y contextos o por no saber sujetarlas a la guía del Señor. Por eso, sea que estemos en uno u otro extremo ministerial y de actitudes o comportamiento, debemos postrar nuestro corazón y alma, y disponernos a que aún nuestras emociones sean guiadas por el Espíritu Santo, además de aprender a respetarnos (por causa de nuestras diferencias) y trabajar unidos para aprovechar las fortalezas del otro y reconociendo las debilidades propias.




 Ángelo Palomino 

Despertando el espíritu


La biblia señala que todo nuestro ser está compuesto por espíritu, alma y cuerpo. No solo por uno, o dos elementos como señalan algunas religiones y cosmovisiones, sino por tres importantes elementos. El hacernos tripartitos es un diseño con el cual Dios decidió crearnos, similar al diseño del tabernáculo, o inclusive a la misma trinidad de Dios, quien es Padre, Hijo y Espíritu Santo.

Como señalase Watchman Nee, quien escribiese profusamente sobre el espíritu, nuestro espíritu nos sirve para relacionarnos y hacernos conscientes del mundo espiritual, nuestra alma para relacionarnos o hacernos conscientes de nosotros mismos, y nuestro cuerpo para relacionarnos y ser conscientes del mundo natural. 

Ahora bien, el espíritu es aquella parte de nuestro ser que resulta ser de mayor relevancia por encima de las otras dos. Especialmente porque,  aunque nuestro cuerpo es el templo del Espíritu y nuestra alma es la manifestación misma de nuestro carácter y personalidad, es nuestro espíritu la parte que proviene exclusivamente de Dios. Es esa parte que, como señala efesios,  estuvo con él antes de la fundación del mundo, momento en el que evidentemente aún no existían nuestros cuerpos. Es esa parte que estaba con Dios y salió de Dios para vivificar nuestros cuerpos, tal como ocurrió con Adán en Génesis. Adán no fue tal cuando ya estaba formado su cuerpo con tierra o materia física, sino hasta cuando Dios sopló de su propio aliento de vida en él.

Y que el mismo Dios de paz os santifique por completo; y que todo vuestro ser, espíritu, alma y cuerpo, sea preservado irreprensible para la venida de nuestro Señor Jesucristo.
 1 Tesalonicenses 5:23

“Según nos escogió en él antes de la fundación del mundo, para que fuésemos santos y sin mancha delante de él, en amor”.
Efesios 1:4

Antes que te formase en el vientre, te conocí; y antes que nacieses, te santifiqué; te di por profeta a las naciones”.
Jeremías 1:5

“Formó, pues, Jehová Dios al hombre del polvo de la tierra y sopló en su nariz el aliento de vida; y fue el hombre alma viviente”.
Génesis 2:7

Es por ello que resulta importante entender cada vez con mayor profundidad esta parte esencial de nuestro ser. Whatchman Nee considera que, así como todo nuestro ser está compuesto por espíritu, alma y cuerpo, a su vez nuestro espíritu está compuesto por tres partes o funciones principales pero no únicas: la intuición, la comunión y la consciencia.

La intuición es aquella función de nuestro espíritu que nos permite saber, conocer o comprender sobre algo, alguien o alguna situación, sin que medie el raciocinio humano y natural. Por ejemplo, conocer a una persona y “sentir o percibir” que tiene malas intenciones aun cuando se muestre amable ni muestre ninguna señal de dañarnos, pero finamente terminamos viendo que esa persona efectivamente tenía esas malas intenciones. O ir por una determinada ruta, y sin conocer el lugar, saber que camino es el correcto para tomar. En tales casos la habilidad para llegar al resultado correcto no se obtiene de nuestro razonamiento, sino de la intuición. No es que conociéramos el camino porque ya habíamos transitado anteriormente por ahí, ni que conociéramos o supiésemos de antes que esa persona no tenía buenas intenciones, fue simplemente un saber del espíritu, que no se explica naturalmente.

La comunión es aquella función de nuestro espíritu que nos permite conectarnos y relacionarnos con Dios. Por medio de esta función podemos relacionarnos con el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo, por ejemplo, a través de las oraciones que elevamos, la adoración y al alabanza que le entregamos al Señor y las distintas instancias que tenemos en nuestra intimidad con Dios.   

La consciencia es aquella función de nuestro espíritu que nos permite discernir entre lo bueno y lo malo, para que podamos optar por hacer lo correcto en vez de lo incorrecto. Nos produce una sensación de incomodidad cuando estamos por hacer lo malo, de modo que desistamos. Es una especie de alerta interna y espiritual que trata de impedirnos que pequemos o equivoquemos aun cuando no tengamos delante un policía o autoridad que nos impida o nos castigue por hacer lo malo. Por ejemplo, cuando nos disponemos a cometer un pecado como robar o mentir e internamente nos sentimos mal, sentimos que no debemos hacerlo, que no está bien.

Sin embargo, el espíritu del ser humano es un organismo muchísimo más complejo que tres funciones. En la biblia, cuando vemos la participación del espíritu del hombre, vemos también la utilización de una serie de sentidos espirituales. Pues, así como nuestro cuerpo posee de órganos que nos permiten tener determinados sentidos por medio de los cuales captamos y percibimos el mundo natural, así mismo nuestro espíritu tiene una serie de órganos y sentidos espirituales que nos permiten percibir el mundo espiritual.

En nuestro cuerpo físico tenemos el órgano del oído, responsable del sentido de la audición, por medio del cual percibimos los sonidos que están a nuestro alrededor. O los ojos, cuyos órganos nos dan el sentido de la vista para ver y observar. O el órgano de la piel, que nos permite tener el sentido del tacto con el cual sentimos la temperatura y la textura de las cosas que tocamos. La nariz con la cual tenemos el sentido del olfato para percibir los olores y diferenciar aromas y el sentido del gusto con la lengua, para percibir los distintos sabores de lo que comemos.

De igual manera, nuestro espíritu tiene un tacto espiritual, que nos permite percibir y sentir la presencia de Dios como un viento, como un abrazo, una electricidad, un calor o fuego. Nuestro espíritu tiene también una visión espiritual que nos permite ver lo que ocurre en el mundo espiritual, como ver las acciones de ángeles y demonios. Al igual que el sentido de la audición que nos permite escuchar la voz de Dios, pero también la voz de satanás. También hay un olfato espiritual que permite distinguir buenos aromas como por ejemplo “el aroma de Cristo”, pero también aromas desagradables, como por ejemplo aquellos que son producto del pecado. También está el sentido del gusto, que permite percibir el sabor de algo en el espíritu. Sin duda el sentido más extendido es el tacto espiritual, pues casi todos los cristianos han sentido alguna vez “un cambio de temperatura” por causa de la presencia de Dios, y no por una variación de la temperatura ambiental y natural. Los sentidos de la vista y la audición serían los siguientes más ocupados, aunque no con mucha frecuencia, y el sentido del gusto y el olfato quizás son los menos ocupados.

“Entonces el rey envió allá gente de a caballo, y carros de guerra y un gran ejército, los cuales llegaron de noche y rodearon la ciudad. Y levantándose de mañana para salir el que servía al hombre de Dios, he aquí que el ejército tenía rodeada la ciudad con gente de a caballo y carros. Entonces su criado le dijo: ¡Ah, señor mío! ¿Qué haremos? Y él le dijo: No tengas miedo, porque son más los que están con nosotros que los que están con ellos. Y oró Eliseo y dijo: Te ruego, oh Jehová, que abras sus ojos para que vea. Entonces Jehová abrió los ojos del joven, y miró; y he aquí que el monte estaba lleno de gente de a caballo y de carros de fuego alrededor de Eliseo”
2 reyes 6:14-17

Yo estaba en el Espíritu en el día del Señor, y oí detrás de mí una gran voz como de trompeta, que decía: Yo soy el Alfa y la Omega, el primero y el último. Escribe en un libro lo que ves y envíalo a las siete iglesias que están en Asia: a Éfeso, y a Esmirna, y a Pérgamo, y a Tiatira, y a Sardis, y a Filadelfia y a Laodicea. Y me volví para ver la voz que hablaba conmigo; y al volverme, vi siete candeleros de oro; y en medio de los siete candeleros, a uno semejante al Hijo del Hombre, vestido con una ropa que le llegaba hasta los pies, y ceñido por el pecho con un cinto de oro. Y su cabeza y sus cabellos eran blancos como la lana blanca, como la nieve; y sus ojos como llama de fuego; y sus pies semejantes al bronce bruñido, ardiente como si estuviera en un horno; y su voz como el estruendo de muchas aguas. Y tenía en su diestra siete estrellas; y de su boca salía una espada aguda de dos filos. Y su rostro era como el sol cuando resplandece en su fuerza. Y cuando le vi, caí como muerto a sus pies. Y él puso su diestra sobre mí, diciéndome: No temas; yo soy el primero y el último, y el que vive; y estuve muerto, y he aquí que vivo por los siglos de los siglos. Amén. Y tengo las llaves del infierno y de la muerte. Escribe las cosas que has visto, y las que son, y las que han de ser después de éstas.
Apocalipsis 1:10-19

Después de esto miré, y he aquí, una puerta abierta en el cielo; y la primera voz que oí era como de trompeta que hablaba conmigo, diciendo: Sube acá, y yo te mostraré las cosas que han de suceder después de éstas. Y de inmediato estaba yo en el Espíritu, y he aquí, un trono que estaba puesto en el cielo, y uno sentado en él. Y el que estaba sentado era de aspecto semejante a una piedra de jaspe y de cornalina; y alrededor del trono había un arco iris semejante en aspecto a la esmeralda. Y alrededor del trono había veinticuatro tronos; y vi en los tronos a veinticuatro ancianos sentados, vestidos de ropas blancas, y tenían sobre sus cabezas coronas de oro. Y del trono salían relámpagos, y truenos y voces; y siete lámparas de fuego ardían delante del trono, las cuales son los siete espíritus de Dios.
Apocalipsis 4:1-5

“Entonces fui al ángel y le dije que me diera el librito. Y él me dijo: Tóma lo y devóralo; te amargará las entrañas, pero en tu boca será dulce como la miel. Tomé el librito de la mano del ángel y lo devoré, y fue en mi boca dulce como la miel; y cuando lo comí, me amargó las entrañas”.
Apocalipsis 10:9-10

“Pero gracias a Dios, que en Cristo siempre nos lleva en triunfo, y que por medio de nosotros manifiesta en todo lugar la fragancia de su conocimiento. Porque fragante aroma de Cristo somos para Dios entre los que se salvan y entre los que se pierden”.
2 Corintios 2:14-15

“Como aroma agradable os aceptaré, cuando os haya sacado de entre los pueblos y os haya recogido de las tierras donde estáis dispersos; y mostraré mi santidad entre vosotros a la vista de las naciones”
Ezequiel 20:41

“Pero lo he recibido todo y tengo abundancia; estoy bien abastecido, habiendo recibido de Epafrodito lo que habéis enviado: fragante aroma, sacrificio aceptable, agradable a Dios”.
Filipenses 4:18

Gracias a la oración de Eliseo, Dios abrió los ojos espirituales de su siervo, para percibir que, si bien en el plano natural el veía un gran ejército que los rodeaba, en el plano espiritual había un ejército de ángeles de Dios cuidándolos. Que tremendo es el cambio de percepción cuando percibimos con nuestro espíritu y no solo con nuestra carne. Eliseo estaba confiado ante el problema, mientras su siervo estaba desesperado. ¿Cuándo nos enfrentamos a un problema o dificultad, apreciamos las cosas solo desde un punto de vista natural y racional o más bien desde una perspectiva espiritual? Hacerlo desde esta última forma puede cambiar radicalmente la manera en como percibimos la realidad, y como nos sentimos y actuamos ante ella.

Fue el funcionamiento de estos sentidos espirituales, al estar en el espíritu,  los que  permitieron a muchos profetas ver y moverse en medio de las visiones que Dios les mostraba. Así Ezequiel vio a los cuatro seres vivientes y el pecado de los sacerdotes y los demonios ocultos en medio del antiguo templo. Así también Juan vio en Apocalipsis, estando en el espíritu. De este modo, estos 5 sentidos básicos que poseemos en nuestro cuerpo, también están presentes en nuestro espíritu. Pero  así como estos son solo sentidos básicos, pues hay muchos más, en nuestro espíritu también existen muchos más sentidos y funciones.  

La mayoría de las personas no logramos hacer un uso pleno, o incluso mínimo de estas funciones y sentidos, porque nuestro espíritu está dormido. Es por ello que, tal como señala la palabra, Dios debe despertar nuestro espíritu. Es por esa razón que no percibimos ni vivimos las experiencias espirituales que nos permitirían tener las funciones y sentidos  de nuestro espíritu. No es que no estén, sino que están dormidas, están en una situación de reposo. Es como cuando estamos durmiendo y alguien nos trata de despertar y nos habla y da instrucciones, y nosotros atendemos medios dormidos y medios despiertos. Sin embargo, luego cuando nos despertamos, no recordamos lo que nos dijeron o pidieron. De cierta forma, así también está nuestro espíritu. Algo percibe pero no muy claramente.

“Y despertó el SEÑOR el espíritu de Zorobabel, hijo de Salatiel, gobernador de Judá, y el espíritu del sumo sacerdote Josué, hijo de Josadac, y el espíritu de todo el remanente del pueblo. Y vinieron y comenzaron la obra en la casa del SEÑOR de los ejércitos, su Dios”.
Hageo 1:14

“En el primer año de Ciro, rey de Persia, para que se cumpliera la palabra del SEÑOR por boca de Jeremías, el SEÑOR movió el espíritu de Ciro, rey de Persia, y éste hizo proclamar por todo su reino y también por escrito, diciendo: Así dice Ciro, rey de Persia: ``El SEÑOR, el Dios de los cielos, me ha dado todos los reinos de la tierra, y Él me ha designado para que le edifique una casa en Jerusalén, que está en Judá”.
Esdras 1:1-2

En una situación de lejanía de Dios por causa de nuestro pecado, gran parte de las funciones y sentidos del espíritu están inactivas, no percibimos la voz de Dios, ni su presencia, no vemos su mover a favor de nosotros, no hay comunión con Dios, ni intuición, y al parecer la única luz del espíritu que está medianamente activa es nuestra consciencia pues nos sentimos mal internamente o avergonzados cuando hacemos algo incorrecto, aun sin conocer naturalmente la ley de Dios. Pero cuando nos convertimos y entregamos a Cristo, nuestro espíritu empieza a despertar, a ponerse en funcionamiento por causa de la luz de Dios. Y en la medida en que más nos acercamos a Dios, que es Espíritu, mucho más nuestro espíritu con sus funciones y sentidos despiertan.

Quizás el recurso de comunión con Dios de mayor efectividad para despertar nuestro espíritu, es como señala el pastor Fernando Orihuela, la adoración. Puesto que, a diferencia de la oración y el aprendizaje de la biblia, que involucran en buena medida nuestro entendimiento, y por lo tanto nuestra mente y alma, la adoración en cambio involucra mucho más nuestro espíritu.

Más la hora viene, y ahora es, cuando los verdaderos adoradores adorarán al Padre en espíritu y en verdad; porque también el Padre tales adoradores busca que le adoren. Dios es Espíritu; y los que le adoran, en espíritu y en verdad es necesario que adoren.
Juan 4:23-24

Necesitamos ir despertando nuestro espíritu, pues es fundamental para el cumplimiento de los propósitos de Dios con nuestra vida. Cuando Dios despertó el espíritu de Ciro él entendió y ejecutó el deseo de Dios de construirle un templo. Cuando Dios despertó el espíritu de Zorobabel, del sumo sacerdote y del remanente del pueblo de Israel, ellos comenzaron la obra en “la casa de Dios”. No necesitamos despertar nuestro espíritu simplemente por curiosidad o por lo llamativo de ver el mundo espiritual, de ver ángeles y demonios, sino para volver al diseño correcto con el que Dios nos creó y sobre todo, para estar mejor equipados en el cumplimiento de los deseos de Dios.

Hay quienes intentan “meterse” en el mundo espiritual o activar su espíritu sin tener intenciones correctas, ni medios correctos, y sirviendo al reino incorrecto. Por ejemplo, buscando obtener dinero con la adivinación y brujería, haciendo uso de drogas alucinógenas o probando lo que se ha denominado como “viajes astrales”, involucrándose por tanto, directamente con el reino de las tinieblas. En el reino de Dios, Juan entra en el espíritu porque Dios lo llama porque Dios decide mostrarle algo.  Entrar en el espíritu y hacer uso de las potencialidades de nuestro espíritu resultan ser un medio, y no un fin en sí mismo.



 Ángelo Palomino

martes, 29 de agosto de 2017

¿Cómo solucionar los conflictos dentro de la iglesia?




Necesitamos aprender a relacionarnos entre nosotros en medio de nuestra iglesia local y también con los hermanos de otras congregaciones. Un elemento esencial en ese aprendizaje es entender cómo debemos solucionar los conflictos dentro de la iglesia. En efecto, los conflictos son un aspecto recurrente de las relaciones interpersonales que acontecen en la iglesia, principalmente por dos razones: primero, porque somos diferentes debido a nuestras preferencias o gustos, nuestras opiniones, nuestras debilidades y fortalezas, nuestra forma de pensar y de accionar, y posiblemente un largo etcétera. Y segundo, porque fuera del cuerpo de Cristo hemos aprendido otras formas de relacionarnos con las personas (que no necesariamente se basan en el amor, la misericordia y la justicia, propios del cristianismo) y otras formas de solucionar conflictos (como el chisme, la discusión, la negligencia o la venganza). Es por ello, que se hace ineludible reaprender a la luz de la palabra de Dios como debemos tratarnos, y especialmente como debemos solucionar los conflictos entre nosotros.

Jesús, profundamente consciente de la inclinación humana al conflicto, nos proveyó de una metodología muy clara para resolver los problemas que surgirían en nuestras relaciones interpersonales. Este proceso para solucionar los conflictos se encuentra en el capítulo 18 de Mateo, del versículo 15 al 17, donde cada versículo puede verse como un paso a seguir.

Mateo 18:15-17

15 Por tanto, si tu hermano peca contra ti, ve y repréndele estando tú y él solos; si te oyere, has ganado a tu hermano.

16 Más si no te oyere, toma aún contigo a uno o dos, para que en boca de dos o tres testigos conste toda palabra.

17 Si no los oyere a ellos, dilo a la iglesia; y si no oyere a la iglesia, tenle por gentil y publicano.

Entonces, como puede apreciarse en cada versículo de este pasaje, la metodología de Jesús para resolver un conflicto implica tres pasos simples pasos. Si usted tiene una disputa, una discordia, una tensión, un conflicto, o cualquier clase de problema con un hermano de su iglesia local o de otra congregación, lo primero que debería hacer es hablar a solas con la persona con la que tiene el problema. Si no logra llegar a un acuerdo, debe buscar otra ocasión para seguir conversando pero con algunos testigos, y finalmente si el anterior paso no funciona, puede usted hablarlo a la iglesia, lo que significa que puede hacer público el conflicto, y permitir que la iglesia determine una sentencia o solución. 

Este proceso o metodología de tres pasos, implica la existencia de un principio necesario en la resolución del asunto. Dicho principio es ir de lo privado a lo público. No es lo contrario, no es ir de lo público a lo privado. Vea usted, que primero se resuelve a solas, luego se incluyen dos o tres personas, y finalmente se hace conocido a la iglesia. Ahora bien, ¿será qué eso es lo que hacemos cuando tenemos un conflicto en la iglesia?, ¿O lo comentamos con nuestras amistades primero, presencialmente o por WhatsApp? ¿Nos descargamos en Facebook primero? Pareciera que eso es lo que más ocurre, pero es lo que sin duda no debería pasar.

Además de que vamos al revés del principio de Dios para resolver los conflictos, usualmente también hacemos uso de otros mecanismos para zanjar nuestras disputas con los hermanos. ¿Cuáles son esos mecanismos que debemos aprender a no ocupar?

El primero de ellos es la murmuración, que es hacer comentarios negativos de la persona con la que tenemos el conflicto, sin que ella esté presente. La murmuración o el chisme se nos aparece muchas veces como un medio necesario debido a que, al conversar el problema con amistades o con otras personas, creemos que con eso sumaremos apoyo social a nuestra causa o a nuestro bando, como si acaso tener a Dios de nuestro lado, como escudo, roca fuerte y fortaleza no fuera suficiente. Por lo demás, es evidente que Dios condena duramente el chisme o la murmuración.

1 corintios 10:10  Ni murmuréis, como algunos de ellos murmuraron, y perecieron por el destructor.

Un segundo mecanismo del que hacemos uso es la discusión, en el sentido negativo del término, no como la acción de dialogar, más bien hablando enojados sin tratar de resolver, sino de imponer nuestra posición sobre el asunto en una abierta actitud de pelear. En este mecanismo, al creer que tenemos la razón, pensamos que en nuestra pelea el imponer nuestra mirada es hacer justicia. Sin embargo, en nuestra ira no obra la justicia de Dios. Es entendible que, si efectivamente tenemos la razón, estemos molestos, pero es mejor esperar el tiempo necesario para calmarnos primero y luego conversar con la verdadera intención de llegar a la reconciliación, y no a pelear o imponernos sobre las personas, y mucho menos insultarlas para terminar siendo presos del infierno. Después de todo, como cristianos debemos perdonar para que Dios también nos perdone.

Filipenses 2:14-16 Haced todo sin murmuraciones y contiendas, para que seáis irreprensibles y sencillos, hijos de Dios sin mancha en medio de una generación maligna y perversa, en medio de la cual resplandecéis como luminares en el mundo.

Santiago 1:19-20 Por esto, mis amados hermanos, todo hombre sea pronto para oír, tardo para hablar, tardo para airarse; porque la ira del hombre no obra la justicia de Dios.

Mateo 5:22 Pero yo os digo que todo aquel que esté enojado con su hermano será culpable ante la corte; y cualquiera que diga: ``Raca (inútil) a su hermano, será culpable delante de la corte suprema; y cualquiera que diga: Idiota, será reo del infierno de fuego.

Mateo 6:14-15 Porque si perdonáis a los hombres sus ofensas, os perdonará también a vosotros vuestro Padre celestial; más si no perdonáis a los hombres sus ofensas, tampoco vuestro Padre os perdonará vuestras ofensas.

Un tercer mecanismo es la omisión, que consiste en dejar pasar a situación sin hacer nada, simplemente obviar lo que ocurrió decidiendo no hablar sobre el tema. Este mecanismo nos promete que el problema quedará en el pasado, y que al no hacer nada nos estamos evitando un problema adicional. Sin embargo, los pecados no solo son por acción o  pensamiento, sino también por omisión, es decir, por saber que es lo correcto que debemos hacer y aun así no hacerlo. Si usted leyó hasta acá ya sabe que debe dialogar, yendo de lo privado a lo público, el no hacerlo es omitir una instrucción de Dios.

Santiago 4:17 y al que sabe hacer lo bueno, y no lo hace, le es pecado.

Un cuarto mecanismo para zanjar los conflictos es la venganza, que consiste en efectuar algún daño sobre aquellos que nos han dañado, prometiendo equilibrar la situación, haciendo justicia por nosotros mismos. Lamentablemente este es un mecanismo usado recurrentemente, no siempre con un gran acto de venganza que de una vez “equilibre el daño recibido”,  sino que a veces por medio de pequeños pero continuos actos de castigo. “La ley del hielo” es una práctica cultural arraigada que parece un buen ejemplo de esto. El mayor problema con este mecanismo es que la venganza es algo que, bíblicamente, pertenece a Dios, no nos pertenece a nosotros. Por lo tanto, al vengarnos, estamos robándole a Dios algo que es de su propiedad. 

Romanos 12:19 Amados, nunca os venguéis vosotros mismos, sino dad lugar a la ira de Dios, porque escrito está: mía es la venganza, yo pagaré, dice el Señor.

La murmuración, la discusión o pleito, la omisión y la venganza, son mecanismos usados comúnmente en el mundo para tratar de zanjar (pero jamás resolver) un conflicto. Generalmente, el primer y tercer mecanismo es usado por aquellas personas de personalidad introvertida, aquellos que dicen ser tímidos. Mientras que el segundo y cuarto mecanismo es usado por personas de “carácter fuerte”, “mal carácter” o temperamento explosivo. Es por ello, que el desaprender esos mecanismo y aprender el proceso de resolución de conflictos del cielo, implica también sujetar nuestra forma de ser, nuestra personalidad y carácter al Espíritu Santo.

Ahora bien, en esencia tenemos dos opciones básicas para relacionarnos con nuestro hermano. La primera opción es aborrecerlo, que si bien parece ser una alternativa muy fuerte y poco usada, en realidad ocurre en no pocas ocasiones, cuando no valoramos, no estimamos, o simplemente rechazamos a alguien que también ha sido creado a imagen y semejanza de Dios. Cuando aborrecemos a un hermano dejamos de amar a Dios, y de cierta forma también aborrecemos a Dios, porque nuestro hermano es parte del cuerpo de Cristo, y al no amarlo estamos dejando de amar a Cristo. Y por el contrario, si queremos amar más a Dios, podemos empezar a amar más a nuestros hermanos, que son parte del cuerpo de Cristo, y entonces también estaremos amando más a Dios. En definitiva, es imposible decir que amamos a Dios mientras que aborrecemos a nuestro hermano.

1 Juan 4:20 Si alguno dice: Yo amo a Dios, y aborrece a su hermano, es mentiroso. Pues el que no ama a su hermano a quien ha visto, ¿cómo puede amar a Dios a quien no ha visto?

Una segunda opción para relacionarnos con nuestros hermanos es estableciendo el perfecto vínculo que es el amor. Ese amor que Dios nos pide se manifiesta en armonía y unidad. La armonía entre los hermanos es deliciosa para Dios. Piense por un momento en su comida favorita y al sentir esa sensación de delicia, tendrá una idea de lo que Dios siente cuando ve que sus hijos viven armoniosamente. ¿Será delicioso para Dios ver su congregación? ¿La relación que existe entre los hermanos de su iglesia local producirá deleite en Dios? Esa relación de armonía no solo será algo delicioso para Dios, también trae una promesa para nosotros, que consiste en que el Señor enviará bendición y vida eterna donde el ve ese tipo de relacionamiento.

Juan 13:34 Un mandamiento nuevo os doy: Que os améis unos a otros; como yo os he amado, que también os améis unos a otros.

Salmo 133:1-3 Mirad cuan bueno y delicioso es habitar los hermanos juntos en armonía! Es como el buen óleo sobre la cabeza, el cual desciende sobre la barba, la barba de Aarón, y baja hasta el borde de sus vestiduras; como el rocío del Hermón, que desciende sobre los montes de Sión: porque allí envía Jehová bendición y vida eterna. 

Ese amor que debe guiar nuestras relaciones en la iglesia también debe manifestarse en la unidad. Uno de los pasajes bíblicos que más llama la atención sobre este asunto es el capítulo 17 del evangelio de Juan, pues relata una de las últimas oraciones de Jesús antes de morir en la cruz, y por lo tanto de seguro habrá orado por aquello que sinceramente él consideraba lo más importante. Es decir, alguien que sabe que morirá pronto, usará sus oraciones para pedir por aquello que realmente es relevante. Pues bien, para Jesús la unidad de sus discípulos y de todos los creyentes era de la más alta importancia. La promesa de esa unidad, que debía ser como la misma unidad que existe entre el Padre, el hijo y el Espíritu Santo (he ahí la aplicación práctica de la doctrina de la trinidad), permitiría que el mundo creyese en la venida de Cristo, y aún la misma gloria de Dios sería dada a nosotros a causa de esa unidad.

Juan 17: 21-23 para que todos sean uno; como tú, oh Padre, en mí, y yo en ti, que también ellos sean uno en nosotros; para que el mundo crea que tú me enviaste. La gloria que me diste, yo les he dado, para que sean uno, así como nosotros somos uno. Yo en ellos, y tú en mí, para que sean perfectos en unidad, para que el mundo conozca que tú me enviaste, y que los has amado a ellos como también a mí me has amado.

Si pensamos que esto es difícil, imaginémonos lo que esto significaba para discípulos como Simón, llamado también Simón “el Zelote” porque pertenecía a un movimiento social y político que hacía uso de la fuerza y la violencia buscando la independencia de Israel en contra del imperio romano y de sus colaboradores, y por otro lado, a Mateo, un recaudador de impuestos, impuestos que eran usados para sostener los gastos del imperio romano en su ocupación de Israel. De este modo, Mateo era un enemigo a quien Simón debería haber matado. Pero Jesús les pedía que se amaran, que fueran uno. O imagínese la enorme diferencia entre el apóstol Pablo, un hombre profundamente estudioso de la palabra quien hoy podría ser un académico o doctor en teología o divinidades, y por otro lado, el apóstol Pedro que era un pescador, probablemente sin mayores estudios, y a pesar de sus diferencias, Dios los escoge para extender el reino y su iglesia.

Finalmente, habiendo entendido cual es el proceso o metodología de Jesús para resolver los conflictos, los erróneos mecanismos más usados para zanjar las controversias y las opciones básicas que tenemos para relacionarnos con nuestros hermanos, ¿a qué causa podríamos atribuirle el surgimiento de los conflictos en nuestras relaciones interpersonales en el contexto congregacional? El libro de Santiago nos entrega luz respecto a la razón por la cual surgen los pleitos y contiendas.

Santiago 4:1 ¿De dónde vienen las guerras y los pleitos entre vosotros? ¿No es de vuestras pasiones, las cuales combaten en vuestros miembros?

Para Santiago, los conflictos que tenemos provienen de nuestras pasiones. Una pasión es un sentimiento que consiste en un anhelo o deseo intenso que se tiene sobre algo o alguien. Como la pasión por un equipo de futbol, por un video juego, por un artista o cantante, por el dinero, o por un famoso(a). Es evidente que una pasión muy fuerte puede llevarnos a una disputa, como ocurre en el caso del futbol.

Entonces, si tenemos un conflicto debemos saber cómo solucionarlo correctamente, por medio del proceso que Dios ha indicado en su palabra, aplicando el principio de ir de lo privado a lo público, a la vez que evitamos hacer uso de otros mecanismos que no resuelven el problema sino que lo agravan, y optamos por agradar y amar a Dios, amando también a nuestro hermano. Pero también hemos de evitar que el conflicto pueda llegar a surgir, cambiando nuestro corazón, cambiando nuestras pasiones, para que Cristo Jesús y su Reino sean nuestro mayor y profundo anhelo. Pues el mundo, sumergido cada cierto tiempo en conflictos y guerras, debería ver en la iglesia una forma correcta de manejar y solucionar estos problemas nacionales y globales.  




Ángelo Palomino