Es una de las entradas anteriores
titulada “la guerra de los hijos”, comenzamos considerando un versículo “guía”,
este fue Zacarías 9:13 que nos hablaba de la guerra de Dios contra el espíritu
de Grecia. En esa oportunidad solo se explicó lo relativo a los hijos. En esta ocasión pretendo responder el porqué
Dios está enojado con “Grecia”, para querer atacarla con arco y flechas, con
Judá y con Efraín.
“Porque he entesado para mí a Judá como arco, e hice a Efraín su flecha, y despertaré a tus hijos, oh Sion, contra tus hijos, oh Grecia, y te pondré como espada de valiente”.
Zacarías 9:13
Grecia no solo fue un imperio en lo natural, fue y es aún, un principado espiritual. Puede ya no estar en el centro del poder hegemónico pero sigue influenciando.
“¿Sabes por qué he venido? —respondió él—. Pronto debo regresar a luchar contra el espíritu príncipe del reino de Persia y después de eso vendrá el espíritu príncipe del reino de Grecia”.
Daniel 10:20
Su influencia es básicamente sobre la mentalidad, lo cual es de suma importancia, ya que el pecado antes que cualquier cosa fue un pensamiento. El primer pecado humano no fue solo el acto de tomar la fruta prohibida sino pensar que si se podría hacer, es decir el pecado parte con creer que se es posible pensar diferente a Dios, y efectivamente hacerlo, pensar diferente es el inicio del pecado (escribiré sobre esto en otra entrada más adelante).
“Porque he entesado para mí a Judá como arco, e hice a Efraín su flecha, y despertaré a tus hijos, oh Sion, contra tus hijos, oh Grecia, y te pondré como espada de valiente”.
Zacarías 9:13
Grecia no solo fue un imperio en lo natural, fue y es aún, un principado espiritual. Puede ya no estar en el centro del poder hegemónico pero sigue influenciando.
“¿Sabes por qué he venido? —respondió él—. Pronto debo regresar a luchar contra el espíritu príncipe del reino de Persia y después de eso vendrá el espíritu príncipe del reino de Grecia”.
Daniel 10:20
Su influencia es básicamente sobre la mentalidad, lo cual es de suma importancia, ya que el pecado antes que cualquier cosa fue un pensamiento. El primer pecado humano no fue solo el acto de tomar la fruta prohibida sino pensar que si se podría hacer, es decir el pecado parte con creer que se es posible pensar diferente a Dios, y efectivamente hacerlo, pensar diferente es el inicio del pecado (escribiré sobre esto en otra entrada más adelante).
La influencia griega sobre la humanidad ha sido enorme, principalmente lo que más resalta es la “sabiduría” que se dice que produjeron, de hecho la ciencia moderna es heredera de la “sabiduría griega”. Dentro de todo un complejo sistema de creencias y filosofías desarrolladas por los griegos, el punto que queremos abordar es la “dualidad griega”.
La dualidad griega trata de una separación a veces incluso antagónica, de dos cosas que se plantean como distintas y opuestas, lo fundamental es que las entiende por separadas. La principal dualidad griega es aquella que divide lo teórico por un lado y lo práctico por otro, lo espiritual y lo natural.
“El espíritu es el que da vida; la carne para nada aprovecha; las palabras que yo os he hablado son espíritu y son vida”.
Juan 6:63
A la luz de la palabra esta dualidad o dicotomía es profundamente falsa. Primero entendamos que nunca ha sido un deseo de Dios que haya una separación entre lo teórico y lo práctico, cuando uno aprende la biblia por ejemplo, ese conocimiento jamás es meramente teórico (al menos no es el deseo de Dios que así sea, aunque sí ocurra). Si alguien aprende la palabra de Dios aprende una palabra que es viva y eficaz, una palabra que es espíritu y vida. Todo aquello que tiene vida invariablemente se mueve, incluso aún los seres vivos de menor movilidad. Una planta por pequeña que sea se abre para mostrar su belleza. La acción y el movimiento es una característica central de los seres vivos. De hecho cuando Santiago habla de la fe, el hace la distinción entre la “fe viva”, y la “fe muerta”. La fe viva necesariamente produce obras (hace algo, se mueve). En cambio la fe muerta puede no hacer nada.
Así también la fe, si no tiene obras, es muerta en sí misma [...] Porque como el cuerpo sin espíritu está muerto, así también la fe sin obras está muerta.
Santiago 2:17, 26
Todos podemos recibir la palabra de Dios que es viva y eficaz, pero cuando llega a la mente y se encuentra con la estructura griega, se produce muerte, entonces la gente solo conoce como la biblia como mera información, casi como un dato más. Pero cuando la palabra entra al corazón, se produce fe. La biblia dice que la palabra del reino se siembra en la tierra que es el corazón, allí se produce la fe porque con el corazón se cree para justica, y luego esta se manifiesta físicamente.
La palabra que está viva recorre hasta la persona, cuando entra al corazón se transforma en fe, si esa fe es viva esa palabra se transforma en acción. Entonces la palabra deja de ser teoría y se vuelve vida. No es el deseo de Dios que la palabra muera, que la semilla no produzca fruto en una tierra rígida y árida por causa del daño del espíritu de Grecia.
Pero no solo la palabra viva muestra que esa dicotomía es falsa: lo espiritual y lo natural no están separados, es más, de hecho están unidos. Muestra de esto es que lo espiritual fue, y es la materia prima para forjar lo material y lo físico. Por medio de Cristo (espíritu) fueron creadas todas las cosas físicas. El mundo espiritual produjo y sigue determinando al mundo natural.
Un ejemplo más concreto de cómo Dios trata esto es la Santa Cena: cuando se come un trozo de pan y de vino natural, a su vez es comida y bebida espiritual. Nuestro cuerpo recibe pan y vino, pero nuestro espíritu se alimenta de la carne y la sangre de Jesús. Otro ejemplo: cuando Daniel se movía en los gobiernos naturales, luego pudo ver los gobiernos espirituales (los principados de Persia, y de Grecia y de cómo estos determinaban a los gobiernos naturales). Otro ejemplo más: cuando Jesús le habla a Pedro de tener autoridad para atar en el cielo, y que sea atado en la tierra, cuando se desata en la tierra se desata en el cielo. Siendo así, habiendo Cristo ganado para nosotros esa autoridad, ¿podríamos creer siquiera que cielo y tierra, espíritu y materia están separados?
Cuando Jesús hablaba del Reino casi siempre usó parábolas, que eran relatos de cuestiones naturales pero que reflejaban lo espiritual. Por último los actos proféticos son la muestra de cómo se une lo espiritual y lo natural.
Esta dualidad que presenta la filosofía griega es relevante ya que ha permeado la mentalidad de las personas, incluso dentro de nosotros esto ejerce una enorme influencia, (a menos que exista un metanoeo constante). La guerra de Dios contra Grecia se debe a esto ya que esta dualidad es falsa, pero se constituye como “real” en tanto una persona lo crea, y de hecho es así, las personas lo creen y lo adoptan como algo común. Viven con creyendo eso a veces explícita o implícitamente.
De esa forma el cristiano puede escuchar la palabra viva pero sin que esta produzca un efecto en el. Puede pasar el tiempo y no habrá obras que demuestren vida si Grecia se ha metido en el alma con su estructura.
Israel pasó mucho tiempo bajo el imperio griego, de esta forma años después cuando Jesús habla con Nicodemo diciéndole que es necesario nacer de nuevo, Nicodemo responde sobre cómo es posible volver a la matriz de su madre, responde con lo natural porque para él, el cielo le ha sido velado.
No obstante Jesucristo vino a unir cielos y tierra, por medio de su sangre reconciliarlos, unirlos como la escalera que vio Jacob. Cuando se entra EN EL, EN su revelación esa barrera, esa separación se cae, y el cielo y la tierra se unen dentro nuestro, porque el habita en el corazón y es uno con nuestro espíritu, y el espíritu es vida.
No podemos seguir creyendo esa separación, cuando tenemos la autoridad, y tenemos dentro el que ha unido cielo y tierra, a aquel que es vida que destruye la dualidad entre teoría y práctica. No solo nos compete a nosotros, Dios está en guerra y NOSOTROS SOMOS LAS ARMAS, algunos serán espada, otros arcos, otros flechas, etc.
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