lunes, 18 de marzo de 2013

Ayuno, identidad y luz




Hoy comienza un nuevo año de clases en la Universidad, y con esto también comienza un nuevo tiempo, un tiempo en cual estaremos preparados en el entendimiento para conocer la voluntad del Padre y también dispuestos a ser sacrificados en su altar, para dejar de portar una bendición individual y que ahora esta sea extensiva sobre otros de nuestro tiempo y de las generaciones que vendrán. Tal como en el pasado lo hiciera Abraham e Isaac junto con lo cual lograron que la promesa no solo estuviera en ellos, sino que también abarcara las generaciones de hijos por delante, y que estos tuviesen la victoria frente a los enemigos (Génesis 22:16-18).

En este desafío hemos considerado el ayuno como la herramienta de sacrificio para obtener la victoria. Debido a que como se explicará ahora, esta nos dará la firmeza y recuperación de la identidad, cambiará nuestros pensamientos, y nos desatará de la fuente de sustento terrenal para adentrarnos a la comida del cielo.

En relación a la identidad y el ayuno quizás la escritura del libro de Daniel es la que nos trae más luz. Sobre la identidad, especialmente la identidad de hijo es un tema ya abordado, al igual que el tema de Babilonia, lugar en el que Daniel se encontraba. A veces se habla de la importancia y la determinación de Daniel para no probar la comida del rey como un argumento para hablar de la decisión a vivir en santidad en medio de un mundo profundamente pecaminoso, no obstante la decisión de rechazar los manjares del rey, y de alimentarse con agua y legumbres es una consecuencia, es el efecto de lo que ocurre en el versículo anterior a esta determinación.

A éstos el jefe de los eunucos puso nombres: puso a Daniel, Beltsasar; a Ananías, Sadrac; a Misael, Mesac; y a Azarías, Abed-nego. Y Daniel propuso en su corazón no contaminarse con la porción de la comida del rey, ni con el vino que él bebía; pidió, por tanto, al jefe de los eunucos que no se le obligase a contaminarse.
Daniel 1: 7-8

Por una parte la acción del eunuco de babilonia fue cambiarles el nombre, Daniel por su parte inmediatamente responde con la acción de ayunar. Esto es significativo si entendemos que el nombre nos habla de la identidad y expresa el destino del portador, sobre todo en la cultura hebrea donde los nombres tienen una significancia de gran peso. Cada nombre puesto a estos jóvenes tenía menciones a los dioses babilónicos.

Cuando se considera el peso de la cultura extrajera que presiona hasta la intención de cambio sobre la identidad conlleva comprender su efecto sobre el alma. Los componentes culturales de un lugar alimentan el alma de una persona, así es que en cada cultura las costumbres, la forma de razonar, las ideas y los conceptos van moldeando al “yo”, y generando cambios en el (como ocurre por ejemplo con la moda y los estándares de lo que se ha denominado belleza). El ayuno en este caso es la herramienta para quebrar esas ideas, conceptos y argumentos construidos (y por ende artificiales) que contiene la mente. Esto es muy singular ya que requiere la comprensión de “las fuentes de vida”.

En el Evangelio de Juan se menciona que la luz era la vida de los hombres. Anterior al pecado del hombre la humanidad vivía con una fuente de vida que se llamaba luz, tan importante era esta sustancia que fue la primera frase que enunció Dios sobre la tierra (“sea la luz”), para luego sustentar y dar vida a todo lo que iba a crear posteriormente. No obstante luego de la caída del hombre una nueva sustancia entra en acción, según levíticos 17:11 la vida de la carne está en la sangre y esta empieza a regir a causa del pecado, de hecho esta sustancia encuentra su razón de ser con la expiación del pecado.

Porque la vida de la carne en la sangre está
, y yo os la he dado para hacer expiación sobre el altar por vuestras almas; y la misma sangre hará expiación de la persona.
Levíticos 17:11

En el principio era el Verbo, y el Verbo era con Dios, y el Verbo era Dios. Este era en el principio con Dios. Todas las cosas por él fueron hechas, y sin él nada de lo que ha sido hecho, fue hecho. En él estaba la vida, y la vida era la luz de los hombres.
Juan 1:1-4

Debido a que la sangre es la nueva fuente vale la pena entender su funcionamiento al menos en lo que respecto al ayuno y el cambio de mentalidad. La sangre es la encargada de llevar todos los componentes que son obtenidos de los alimentos para ser usados por el cuerpo, dentro del cual el cerebro es uno de los mayores consumidores. Por ende cuando la comida es cambiada necesariamente el receptor de los pensamientos es cambiado. Tal es así que Dios (creador del organismo humano) se preocupó del alimento de quienes el usó, como Juan el Bautista y su dieta en base a miel silvestre, o Elías en su periodo de cueva, y de Israel cuando atravesaba el desierto. Israel necesitaba un brusco cambio de mentalidad de esclavo a mentalidad de reyes y sacerdotes, ¿el método usado por Dios? Comida: maná y líquidos: agua de la roca. De hecho tras los 3 años de preparación de Daniel junto con su alimentación de agua y legumbres trajo consigo una consecuencia; el momento en que se probaron sus capacidades intelectuales fue encontrado 10 veces mejor que cualquier otro. Todos estudiaron las mismas lecciones pero Daniel se alimentó como hijo de Dios.

Retomando al pueblo de Israel, si bien este comió mana y bebió del agua de la roca, estos fueron sombra y figura de lo venidero, es decir de Cristo (hebreos 8:5). Por tanto lo que Dios quiso mostrar con esto es el despojo del alimento natural, para entrar en la antigua fuente de vida que es luz, probando de la comida espiritual del cielo.

Nuestros padres comieron el maná en el desierto, como está escrito: Pan del cielo les dio a comer. Y Jesús les dijo: De cierto, de cierto os digo: No os dio Moisés el pan del cielo, mas mi Padre os da el verdadero pan del cielo. Porque el pan de Dios es aquel que descendió del cielo y da vida al mundo. Le dijeron: Señor, danos siempre este pan. Jesús les dijo: Yo soy el pan de vida; el que a mí viene, nunca tendrá hambre; y el que en mí cree, no tendrá sed jamás.
Juan 6: 31- 35

Debido a lo mencionado el ayuno y la santa cena están profundamente ligados, ya que la santa cena ES comer a Cristo. Como él mismo lo declaró “no solo de pan vivirá el hombre sino de toda palabra que sale de la boca de Dios” (Mateo 4:4), Y Cristo ES la palabra…
La mayor comparación entre ayuno y santa cena se encuentra en dos pasajes de la escritura, uno que lleva por título el verdadero ayuno en Isaías, y otro que menciona la santa cena en Iglesia de los hechos.

¿Es tal el ayuno que yo escogí, que de día aflija el hombre su alma, que incline su cabeza como junco, y haga cama de cilicio y de ceniza? ¿Llamaréis esto ayuno, y día agradable a Jehová? ¿No es más bien el ayuno que yo escogí, desatar las ligaduras de impiedad, soltar las cargas de opresión, y dejar ir libres a los quebrantados, y que rompáis todo yugo? ¿No es que partas tu pan con el hambriento, y a los pobres errantes albergues en casa; que cuando veas al desnudo, lo cubras, y no te escondas de tu hermano? Entonces nacerá tu luz como el alba, y tu salvación se dejará ver pronto; e irá tu justicia delante de ti, y la gloria de Jehová será tu retaguardia. Entonces invocarás, y te oirá Jehová; clamarás, y dirá él: Heme aquí. Si quitares de en medio de ti el yugo, el dedo amenazador, y el hablar vanidad; y si dieres tu pan al hambriento, y saciares al alma afligida, en las tinieblas nacerá tu luz, y tu oscuridad será como el mediodía.
Isaías 58:5-10

Todos los que habían creído estaban juntos, y tenían en común todas las cosas; y vendían sus propiedades y sus bienes, y lo repartían a todos según la necesidad de cada uno. Y perseverando unánimes cada día en el templo, y partiendo el pan en las casas, comían juntos con alegría y sencillez de corazón, alabando a Dios, y teniendo favor con todo el pueblo. Y el Señor añadía cada día a la iglesia los que habían de ser salvos.
Hechos 2:44-47

Como dice Dios a través de Isaías el ayuno que el escoge es más que abstenerse de alimentos (naturales), de hecho es partir el pan con tu hermano, como en la Santa Cena, es comerse a Cristo y con él su vida, y su vida estuvo ligada al servicio del otro. Así quien come a Cristo el pan del cielo, el alimento espiritual se hace parte con la necesidad del hermano, y del que necesita libertad de todo yugo con su salvación. Tanto ayuno como Santa Cena tienen un alimento (no terrenal) ese alimento es Cristo.

Como mencionamos en el principio este sacrificio hacia la comida terrenal, tiene consecuencias colectivas para otros, pero a su vez la bendición individual no falta. Daniel tuvo un lugar de honra en cada gobierno, pero también gracias al ayuno y por ende firmeza de identidad, cambio de mente, despojo de todo lo terrenal, logró el acceso al mundo espiritual y desde ahí ver una de las revelaciones y legados a las generaciones futuras más tremendas, el apocalipsis. El ayuno de comida fue la herramienta para soltarse de lo terrenal, ver el Reino de Dios como nadie y conocer los sucesos humanos desde la visión celestial. Tuvo luz para conocer lo que ocurría en su tiempo y más allá del, con los imperios, sus caídas y sucesores porque se alimentó de Cristo, la vida que produjo el mundo material.

Todas las cosas fueron hechas por medio de Él, y sin El nada de lo que ha sido hecho, fue hecho.
Juan 1:3

Confiamos en que el sacrificio de hijo que nos disponemos a efectuar traerá los diseños del cielo. Esperamos que este sacrificio sea mayor que el sacrificio de Moab.

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