sábado, 9 de marzo de 2013

La guerra de los hijos.




Tras asumir un liderazgo, y a su vez un tremendo legado en mi congregación, me comprometí en una búsqueda profunda de Dios, que me llevara a entender y a operar en algo nuevo sin ninguna idea preconcebida solo con el deseo de aprender aquello que Dios quisiera para el presente año, especialmente en materia de evangelismo.

No obstante me encontré con algo que sobre pasaba lo anterior, a pesar de haber leído muchas veces el versículo de Zacarías 9:13 jamás había notado la profundidad de su importancia. Pero la voz de Dios despejo una verdad que siempre estuvo ahí: la guerra de los hijos. 


Pues he tendido mi arco de guerra, que es Judá,
y le he puesto una flecha, que es Efraín.
De ti, Sión, haré una espada, y levantaré a tus hijos contra los hijos de Grecia.

Zacarías 9:13
 

Este versículo nos muestra más que una simple declaración de hostilidad de Dios contra Grecia, también nos muestra su forma de atacarlo, y por consiguiente la victoria. La estrategia aquí es principalmente el uso del arco y la flecha. Judá que es arco dignifica alabanza y adoración, en tanto Efraín significa crecimiento y fructificación. En el lenguaje bíblico las flechas son una “representación” de los hijos, que son el fruto del vientre. 


La gloria de Efraín volará cual ave, de modo que no habrá nacimientos, ni embarazos, ni concepciones.
Oseas 9:11  

He aquí, herencia de Jehová son los hijos; Cosa de estima el fruto del vientre. Como saetas en mano del valiente, Así son los hijos habidos en la juventud. Bienaventurado el hombre que llenó su aljaba de ellos; No será avergonzado. Cuando hablare con los enemigos en la puerta.
Salmo 127: 3-5 

Un claro ejemplo de esto está en la historia de Eliseo cuando yace enfermo a punto de morir, y el rey Joás que reconoce al profeta como padre, le pide ayuda ante la amenaza continua de los sirios que atormentan a Israel. La orden de Eliseo fue que Joás tomara saetas y golpeara al suelo con fuerza, lo cual se realizó pero solo tres veces, ante lo cual el siervo de Dios enojado declara:
dar cinco o seis golpes, hubieras derrotado a Siria hasta no quedar ninguno; pero ahora sólo tres veces derrotarás a Siria. (2 Reyes 13:14 19). Tal como lo dijo Eliseo desde su paternidad, así ocurrió, Joás venció, luego de él su hijo Jeroboam, y luego su nieto Zacarías. Y es ahí donde su descendencia no solo no derrota por completo a los sirios, además su linaje y generación pierde el trono de Israel para pasar a manos de un golpista.


Judá como alabanza y adoración es el lugar donde es tensada la flecha de Efraín, las saetas que son hijos alzados y tensados contra los hijos de Grecia, pero la importancia del “hijo” no termina ahí, la verdad se fue despejando aún más. “porque el hijo, y los hijos son medio y fin a la vez”. 


Jesucristo fue siempre el plan de Dios para salvar la humanidad, para atraerla a sí mismo, el Padre se proveyó de cordero para que su creación volviera a su origen En El. Lo central aquí es que “EL HIJO” ES LA ESTRATEGIA DEL PADRE contra el diablo, y todas sus obras. El siempre fue el medio para recuperar a la humanidad, pero también fue el fin, ya que al recuperar lo perdido le entrega el porqué de la existencia, le entrega una finalidad, un propósito, que solo se encuentra dentro de Él. E incluso más, el es medio y fin porque a su vez es profeta y profecía. 


Porque en El fueron creadas todas las cosas
, tanto en los cielos como en la tierra, visibles e invisibles; ya sean tronos o dominios o poderes o autoridades; todo ha sido creado por medio de El y para El.
Colosenses 1:16

Y me dijo: Hecho está. Yo soy el Alfa y la Omega, el principio y el fin. Al que tuviere sed, yo le daré gratuitamente de la fuente del agua de la vida.
Apocalipsis 21:6 

Así mismo los hijos también son un medio y una finalidad en sí mismos. Medios para traer el Reino pero somos la finalidad de la expresión de su Amor. De esto se desprende que el principal trabajo, la principal orden de Dios para el hombre y mujer En El Edén fuese tener hijos, en este punto es menester dar a notar que la serpiente actuó antes que ellos engendraran. Quizás si hubiesen reproducido hijos antes de pecar la historia sería diferente. 


Y creó Dios al hombre a su imagen, a imagen de Dios lo creó; varón y hembra los creó.  Y los bendijo Dios, y les dijo: Fructificad y multiplicaos; llenad la tierra, y sojuzgadla, y señoread en los peces del mar, en las aves de los cielos, y en todas las bestias que se mueven sobre la tierra.
Génesis 1:27-28 

Siempre el propósito de Dios, “el ministerio” del linaje y la familia de Dios fue extenderse, ellos vivían para multiplicarse, literalmente vivían con ese propósito. Como dice una amiga: colonizar la tierra con hijos de Dios, llenarla con su genética celestial. Siempre fue manifestar la paternidad “por medio de hijos” precisamente esa fue la misión de Jesús en la tierra, manifestar y dar a conocer  al Padre.


Mientras esta verdad me era manifestada, El Espíritu me recordó la frase de un amigo, quien a sido un ejemplo, un referente personal. En momentos en que tuve tremendas decepciones dentro de un ministerio y conocí a profundidad la soledad sus palabras fueron: “No es que has retrocedido, es que el Padre te ha tensado en su arco para lanzarte mucho más lejos”.


Es un tremendo privilegio ser la flecha del Padre, y ser también parte de una generación que es saeta en su diestra de justicia contra Grecia.



De la boca de los bebes e infantes de pecho has perfeccionado la alabanza, a causa de tus enemigos; para que puedas derribar al enemigo y al vengador.
Salmos 8:2

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