martes, 12 de marzo de 2013

Los niveles del hijo






El posteo anterior se trató de la identidad de hijo, la cual estaba anclada a la paternidad, así la identidad del cristiano, se centraba en la paternidad de Dios, expresado tanto en genética como en el nombre; en segundo lugar en la ubicación de procedencia; y en tercer lugar en la herencia que radicaba en esa paternidad y lugar.

Otro asunto dentro de esta temática trata de los niveles de crecimiento del hijo, uno de los versículos mencionados en el tema anterior nos indicaba que a pesar de que alguien fuese hijo, mientras permaneciese en la condición de niñez no difería del esclavo (siervo) en relación al recibimiento de su herencia, este podría ser dueño de todo pero solo potencialmente. 


Esto cambia radicalmente en el momento de su madurez, en el momento indicado por el Padre él señala la época en la que el hijo ya no es niño. En este proceso de crecimiento con meta a la herencia se producen etapas o niveles, entre las cuales podemos distinguir al menos tres: polvo, arena y estrellas, o dicho de otra forma: semilla, hortaliza y árbol, otra vez más dicho de otra forma: llamados, escogidos y fieles.


Quienes somos hijos de Dios somos parte del linaje de Abraham, el padre de la fe, al cual Dios le prometió que su descendencia sería numerosa primero como el polvo de la tierra, luego como la arena y luego Dios mencionó las estrellas, por cierto Dios es un Dios poético, pero cada una de sus palabras cuentan en términos proféticos, cada una de ellas viene con una carga de conocimiento celestial inmensa.


¡Y te daré tantos descendientes que, como el polvo de la tierra, será imposible contarlos!
Génesis 13:16       
                                                                         

De cierto te bendeciré grandemente, y multiplicaré en gran manera tu descendencia como las estrellas del cielo y como la arena en la orilla del mar, y tu descendencia poseerá la puerta de sus enemigos.
Génesis 22:17


Las distinciones en este asunto son bastante claras, principalmente es el tamaño el que hace al polvo más ligero que la arena y a su vez la arena más pequeña que una estrella, independiente de la lejanía de donde se mire. Por otro lado las semillas también parten con un pequeño comienzo pero aquellas que crecen logran ser una hortaliza, para luego ser un gran árbol.


Y que de todas las semillas es la más pequeña; pero cuando ha crecido, es la mayor de las hortalizas, y se hace árbol, de modo que las aves del cielo vienen y anidan en sus ramas [...] Y el campo es el mundo; y la buena semilla son los hijos del reino, y la cizaña son los hijos del maligno
Mateo 13: 32, 38


Las semillas pueden no prosperar, se les debe cuidar más, como a su vez el polvo que es alimento de la serpiente, al igual que los llamados son muchos, pero pocos los escogidos. Las hortalizas si bien son más grandes, no necesitan de tantos cuidados aún les queda tiempo para ser instruidos en el crecer y madurar, tanto como los escogidos pues aún a ellos se les intentará engañar.


Sus moradores fueron de corto poder; fueron acobardados y confundidos; vinieron a ser como la hierba del campo, y como hortaliza verde, como heno de los terrados, marchitado antes de su madurez. 
2 Reyes 19:26


Porque se levantarán falsos Cristos, y falsos profetas, y harán grandes señales y prodigios, de tal manera que engañarán, si fuere posible, aun a los escogidos.
Mateo 24:24


Otro asunto son quienes como hijos han pasado el crecimiento hasta la maduración para ser estrellas, árboles y fieles. Estrellas porque ya pueden enseñar a otros, arboles porque ya pueden dar fruto y semilla siendo padres y fieles porque han vencido junto a Cristo.


Los entendidos resplandecerán como el resplandor del firmamento; y los que enseñan la justicia a la multitud, como las estrellas a perpetua eternidad.
Daniel 12:3


Será como árbol firmemente plantado junto a corrientes de agua, que da su fruto a su tiempo, y su hoja no se marchita; en todo lo que hace, prospera. 
Salmos 1:3


La herencia de hijo requiere madurez, no obstante todo lo grande tiene un pequeño comienzo como las semillas de mostaza, que crecen hasta ser un árbol de grandes dimensiones, desde lo pequeño, desde lo que parece vil y despreciado Dios puede formar alguien digno de gobernar, alguien maduro para ser rey, padre y maestro de multitudes.


El levanta al pobre del polvo, saca al menesteroso del montón de basura; para sentarlos con los príncipes del pueblo y los causa heredar el trono de gloria. 
1 Samuel 2:8 (T. Kadosh Israelita mesiánica)


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