En el post anterior se habló
acerca de los hijos, de la importancia de ellos en tanto deseo de Dios
manifestado desde Génesis, y como estos mismos son medio y fin a la vez, finalmente
son la estrategia de Dios sobre la creación, la cual espera la manifestación de
ellos, porque siempre fue s propósito ser llena de ellos.
Una de las cuestiones fundamentales en este punto es la identidad. Esta está arraigada a la paternidad. El apóstol Juan escribía mirad cuando grande amor nos ha dado el padre, de ser llamados hijos de Dios, sin distinción alguna este estatus es la identidad que recibimos En EL, en relación a la identidad de hijo surgen 3 aspectos: la paternidad como tal, el lugar y la herencia. Las cuales giran entorno a la idea de procedencia.
La identidad de una persona está sujeta a la realidad de quien es su padre. La cultura hebrea, la cual en gran medida fue forjada por Dios entendía este principio, de lo cual dan muestra las escrituras. Para referirse a la identidad de alguien una constante de los hebreos y de la biblia era la mención de sus padres, y de los padres de sus padres, a veces en una lista de gran extensión que puede parecer un tanto tediosa al lector, a veces algunos usan la abundante lista de nombres y generaciones para encontrar nombres bíblicos para sus hijos, pero su importancia va más allá de esto.
Hablar de alguien y de su identidad implicaba no solo mencionarlo a el, siempre sumado al nombre de la persona referida estaba el nombre del padre, como Saúl cuando quiso saber quién era David, este preguntó por su paternidad, “David hijo de hijo de Isaí” fue la respuesta recibida (1 Samuel 17:55- 58). Mateo empieza el primer evangelio con las genealogías, con la paternidad, con las genealogías que produjeron a Jesús como hijo en la tierra (Mateo 1)
Y descendió el Espíritu Santo sobre él en forma corporal, como paloma, y vino una voz del cielo que decía: Tú eres mi Hijo amado; en ti tengo complacencia. Jesús mismo al comenzar su ministerio era como de treinta años, hijo, según se creía, de José, hijo de Elí [...]hijo de Matusalén, hijo de Enoc, hijo de Jared, hijo de Mahalaleel, hijo de Cainán, hijo de Enós, hijo de Set, hijo de Adán, hijo de Dios.
Lucas 3:22-23; 37-38
En segundo lugar otro aspecto que conforma identidad es el lugar de procedencia. La identidad también está ligada fuertemente al lugar de procedencia, es decir de nacimiento, o también por el lugar en donde la persona se asienta por mucho tiempo. Así por ejemplo fue conocido Jesús. Como “Jesús de Nazaret”, ya que Nazaret fue un lugar donde Jesús paso mucho tiempo de manera que su identidad ante otros estaba ligada al lugar de donde el venia. Otros ejemplos bíblicos:
Geber hijo de Uri, en la tierra de Galaad, la tierra de Sehón rey de los Amorreos, y de Og rey de Basán; éste era el único gobernador en aquella tierra.
1 Reyes 4:19
Y cuando David volvía de matar al filisteo, Abner lo tomó y lo llevó delante de Saúl, teniendo David la cabeza del filisteo en su mano. Y le dijo Saúl: Muchacho, ¿de quién eres hijo? Y David respondió: Yo soy hijo de tu siervo Isaí de Belén.
1
Samuel 17:57-58
Y cuando los hijos de Amón pelearon contra Israel, los ancianos de Galaad fueron a traer a Jefté de la tierra de Tob.
Jueces 11:5
Cada circunstancia compleja que atravesó Israel por el desierto no fueron por capricho de Dios, el quiso colocarlos en una tierra determinada, en un lugar de trascendencia que hasta el día de hoy liga a los judíos con su territorio.
Un tercer aspecto referente a la identidad es la herencia. Estas tres se unen, en tanto la herencia está ligada con la tierra en que se nacía o vivía, y que poseía el padre. Si el padre era un labrador de la tierra su hijo recibiría una porción de tierra, si el padre era Rey el hijo recibía el Reino, si eras hijo de Leví recibías un sacerdocio. La herencia jamás fue algo de esclavos ni de siervos, siempre fue algo de hijos (pero hijos maduros, donde la madurez es entendida como entendimiento y firmeza de la propia identidad)
Pero también digo: Entre tanto que el heredero es menor de edad, en nada difiere del esclavo, aunque es señor de todo; sino que está bajo tutores y curadores hasta el tiempo señalado por el padre [...]Así que ya no eres esclavo, sino hijo; y si hijo, también heredero de Dios por medio de Cristo.
Gálatas 4:1-2, 7
Cuando Moisés mato al egipcio para no ser reconocido necesito cambiar su identidad. Por eso su primera acción fue dejar la paternidad por adopción del faraón, luego dejar el lugar donde estaba, huyendo al desierto junto con lo cual dejo atrás su herencia de príncipe tras de sí. Tras cuarenta años su identidad ya no era la misma estaba bajo otra paternidad (Jetro) en otro lugar (el desierto) bajo otra herencia (cuidador de ganado).
Por tanto identidad tiene que ver con procedencia: procedencia de “los lomos paternales”; procedencia de un lugar de nacimiento o de asentamiento; y procedencia de lo poseído por el Padre, su herencia. De esta forma Dios siembra su identidad dentro de nosotros haciéndonos hijos, poniéndonos en lugares celestiales y dándonos el Reino.
No temáis, manada pequeña; porque a vuestro Padre le ha placido daros el reino.
Lucas 12:32
Bendito sea el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, que nos bendijo con toda bendición espiritual en los lugares celestiales en Cristo [...] En él asimismo tuvimos herencia, habiendo sido predestinados conforme al propósito del que hace todas las cosas según el designio de su voluntad.
Efesios 1: 3, 11.
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