Han habido muchas formas en cómo
se ha interpretado el discipulado que Jesús desarrollo en la tierra hacia sus
discípulos y otras personas. Pero generalmente han sido interpretaciones que
nacen de nosotros mismos, porque cada uno tiene una forma de interpretar el
mundo, cada uno tiene una cosmovisión o un paradigma propio. Por eso
necesitamos cada vez más nuevas revelaciones, un nuevo fluir de la multiforme
sabiduría de Dios, para hacernos entender de nuevas formas lo que él ha hecho y
lo que él quiere hacer, porque Dios hace nuevas todas las cosas. Por lo tanto necesitamos entender desde dentro
de Dios (y no desde nuestra mentalidad caída), necesitamos ver a través de los
ojos Dios para conocer, y Dios es Espíritu.
El discipulado de Jesús consistió
en dos elementos: hacer y enseñar, y esos dos elementos mostraron la búsqueda de
Dios de llevar al hombre a su reino, al reino de la luz. Es decir, con sus
enseñanzas y con su accionar, Jesús intentó llevar a sus discipulados a la
realidad del espíritu, a la realidad del reino de Dios, un reino espiritual que
no es de éste mundo (Juan
Juan 18:36 Contestó Jesús: —Mi
reino no es de este mundo. Si mi reino fuera de este mundo, mis servidores
pelearían para que yo no fuera entregado a los judíos. Ahora, pues, mi reino no
es de aquí.
Jesús vino predicando
“arrepentíos porque el reino se ha acercado”, Jesús vino a traernos ese reino
que no es de éste mundo, un Reino que no es físico, sino que ante todo es
espiritual. Y si vino a traerlo es porque en algún momento ese Reino se les
perdió a los hombres. Necesitamos entonces entender en qué consistía ese reino,
y como se perdió, para así volver a recuperarlo.
Cuando Dios crea la tierra y con
ella todo lo material o lo físico (es decir, aquello que es palpable y
susceptible de percibir con los sentidos naturales) Dios lo hace por medio de
sí mismo, de sus propias palabras. Por lo tanto, Dios crea todo por medio de lo
espiritual, porque sus palabras son espíritu, y porque él es espíritu, y antes
que el nada fue, él es el principio de todo.
Juan 6:63 El Espíritu es el que da vida; la carne para nada aprovecha;
las palabras que yo os he hablado son espíritu y son vida.
Hebreos 11:3 Por la fe
comprendemos que el universo fue constituido por la palabra de Dios, de modo
que lo que se ve fue hecho de lo que no se veía.
De esta forma, lo espiritual es
la materia prima de lo natural, o dicho de otra forma, es lo espiritual lo que
genera y da forma a lo físico, es nuestro entorno espiritual el que determina
nuestras circunstancias. De ahí que para cambiar algo físico necesitemos una
transformación en el plano de lo espiritual (o de lo sobrenatural). Este
principio es evidente en la creación, Dios soltó su palabra que es espíritu, y
de lo espiritual se formó la tierra.
Sin embargo, Dios cuando creó al
hombre, lo creo para ser rey y gobernar, por lo tanto su forma de crearlo no
podía ser la misma forma en como creó todo lo anterior, es decir que Dios creo
la tierra que sería el territorio de gobierno del hombre de una forma, pero al
hombre debía crearlo de una forma distinta, porque no estaría al mismo nivel
que el resto de la creación, tenía que ser una forma más sublime, porque ese
ser tendría que gobernar sobre todo lo anteriormente creado.
Entonces, cuando Dios crea la
tierra simplemente dice y es, por ejemplo, llama a existencia la luz y
simplemente existe por el poder de su palabra (que es espíritu), le manda a la
tierra a producir y al solo decirlo ocurre. No ocurrió así con el hombre.
Génesis 1:3 Entonces dijo Dios:
“Sea la luz,” y fue la luz.
Génesis 1:11-12 Después dijo
Dios: “Produzca la tierra hierba, plantas que den semilla y árboles frutales
que den fruto, según su especie, cuya semilla esté en él, sobre la tierra.” Y
fue así. La tierra produjo hierba, plantas que dan semilla según su especie,
árboles frutales cuya semilla está en su fruto, según su especie. Y vio Dios
que esto era bueno.
Génesis 1:26-28 Entonces dijo Dios: “Hagamos al hombre a nuestra
imagen, conforme a nuestra semejanza, y tenga dominio sobre los peces del mar,
las aves del cielo, el ganado, y en toda la tierra, y sobre todo animal que se
desplaza sobre la tierra”. Creó, pues, Dios al hombre a su imagen; a imagen de
Dios lo creó; hombre y mujer los creó. Dios
los bendijo y les dijo: “Sed fecundos y multiplicaos. Llenad la tierra;
sojuzgadla y tened dominio sobre los peces del mar, las aves del cielo y todos
los animales que se desplazan sobre la tierra.”
Cuando Dios creó al hombre
(diseñándolo para ser un gobernante de todo lo creado) primero habló consigo
mismo. Cuando creó la tierra simplemente dijo y fue, habló y existió, sin
embargo, cuando creo al hombre hablo consigo mismo, “hablo hacia él mismo”, y
con esto se estableció una forma diferente y más elevada de creación, que tenía
como propósito reinar sobre lo anteriormente creado, creación que solo fue
formada por palabras lanzadas (digamos al vacío), a diferencia de su gobernante
que fue creado con palabras habladas hacia Dios mismo.
Cuando Dios creó las semillas,
las plantas y los árboles, solo hablo con orden a que la tierra las produjese,
pero al crear al gobernante de los bosques, lanzó su palabra sobre el mismo, y Dios
creó a su imagen y semejanza, porque desde dentro de él salió el ser humano. En
definitiva, el hombre fue creado para gobernar, pero para hacerlo el mismo fue
creado de una forma particular. Dios formó su cuerpo del polvo de la tierra, y
formó su espíritu con su mismo soplo de vida, la unión entre estos dos
elementos formó el alma. Esto se creó con un orden, como declara Pablo a los
tesalonicenses, primero espíritu, luego alma, y después cuerpo.
1Tesalonicenes 5:23 Y el mismo Dios de paz os santifique por
completo; que todo vuestro ser—tanto espíritu, como alma y cuerpo— sea guardado
sin mancha en la venida de nuestro Señor Jesucristo.
En esta creación también se
mantuvo el orden divino, donde lo espiritual determina o gobierna lo natural. Es
decir, en éste caso, el espíritu del hombre debía gobernar sobre su cuerpo. Con
todo esto se establecía un sistema de autoridad, donde Dios gobernaba al
hombre, y el hombre gobernaba la tierra, y un sistema de autoridad interna dentro
del hombre donde su espíritu gobernaba el cuerpo (con la intermediación del
alma).
Éste era el principio del Reino.
Esto nos ayuda a entender por qué
Satanás planificó el primer pecado del hombre de una determinada forma. Satanás
atacó el Reino, atacando éste diseño de gobierno. Cuando él hace pecar a Adán y
a Eva, lo hace como una serpiente, es decir como un animal (una creación
natural), satanás no se presenta como espíritu para tentar al ser humano.
El hombre tenía en ese entonces
la capacidad de gobernar sobre toda la tierra, y sobre sus animales, incluida
la serpiente (que era una de las bestia que se movían sobre la tierra). Dios le
dio esa facultad, de hecho el muestra su gobierno sobre los animales dándoles
nombre, y por tanto dándoles identidad, es decir, que Adán les habló al ponerles
nombre, y les mandó a llamarse de una determinada forma, les dominó al
ordenarles que respondieran a un nombre determinado.
Génesis 1:28 Y los bendijo Dios,(E) y les dijo:
Fructificad y multiplicaos; llenad la tierra, y sojuzgadla, y señoread en los
peces del mar, en las aves de los cielos, y en todas las bestias que se mueven
sobre la tierra.
Sin embargo, la serpiente fue
astuta, la serpiente tentó a Eva hablándole, lo crucial aquí es que el pecado
del hombre tenía como propósito destruir el diseño de gobierno. Porque el
hombre debía ser quien le hablaba a los animales, y no los animales a él. Con
este ataque inteligente de satanás él logró que fuera lo natural lo que le dijese
al hombre que debía hacer, y no al revés (como lo establecía el sistema de gobierno
del Reino de Dios).
Satanás ataca usando la
serpiente, usando un animal, usando lo terrenal, usando aquello que el hombre
debía gobernar, pero termina pecando, dejándose dominar por aquello que él
debía sojuzgar y dominar. El hombre fue creado para gobernar sobre la tierra y
todo lo terrenal, pero ahora sería lo terrenal lo que empezaría a gobernarlo a
él. Adán no debía prestarle oído a lo terrenal, solo debía escuchar a Dios, era
lo terrenal lo que debía prestarle oído a Adán. Era Adán el que tenía que
gobernar por medio de su voz nombrando a los animales o mandando a que
existiese, y no al revés. Es por esta razón que satanás, astutamente, ocupa a
la serpiente.
Las consecuencias son evidentes.
El hombre deja de gobernar lo natural, lo creado. Ahora es lo terrenal lo que
domina a Adán, ahora es su entorno el que determina la vida del ser humano. La
mentalidad caída expresa esta lamentable realidad: cada vez que el hombre se
enfrenta a un problema, el hombre le cree a ese problema, le presta su oído a
la voz de su entorno, y el entorno lo gobierna. De forma más concreta, el
hombre cree que depende de su entorno, y no que es él, el que puede afectar su
entorno.
Continuamente las circunstancias
nos cambian, nos afectan, nos dicen como sentirnos, un problema nos llega a
gobernar porque genera cambios en nuestro estado de ánimo, es decir afecta
nuestro ser interior, nos dice que debemos sentirnos mal, le hemos creído a la
voz de las circunstancias, hemos llegado a ser dominado por aquello que siempre
debimos dominar.
Hemos sido creados para que
seamos nosotros los que determinemos nuestro entorno, y no al revés. En Cristo
hemos nacido de nuevo, nacidos del agua, y nacidos del espíritu, para en su
discipulado entender que somos espíritu y como tal gobernar sobre todo lo
material, sobre todo lo terrenal. Es nuestro ser interior el que debe
determinar lo que vivamos exteriormente.
Por ésta razón Jesús enseñaba que
debíamos creer para mover montes. Porque nuestra actitud ha sido encontrarnos
con el monte y decidir rodearlo, en vez de pararnos de frente para gobernar y
decirle ¡monte muévete y échate a la mar! Encuéntrate con tu entorno, y ten fe
de gobernante para decirle muévete, le creo más a Dios que a ti, le creo a más
a la voz de Dios que a la voz de mi problema. Nuestra fe es necesaria para
gobernar.
Marcos 11: 23 En verdad os digo que cualquiera que diga a este monte:
``Quítate y arrójate al mar, y no dude en su corazón, sino crea que lo que dice
va a suceder, le será concedido.
Por lo tanto, nuestra vida ya no
puede ajustarse o amoldarse a los principios de éste mundo, ya no podemos vivir
como esclavos, debemos vivir como hijos de un Padre que es espíritu, de un
Padre que es gobernante, de un Padre que es rey de reyes.
Jesús vino a manifestar esto en
la tierra, por eso caminó sobre las aguas. El desarrollo del discipulado de
Jesús tiene que ver con esto, con llevar al hombre desde su naturaleza terrenal
a su naturaleza celestial, desde su naturaleza caída a su naturaleza divina.
Dios, en cada intento de discipularnos, nos jala desde nuestra naturaleza
corporal caída a la realidad de su espíritu, nos muestra que somos espíritus
que hemos salido de él para reinar sobre la tierra, porque Él Señor nos ha
hecho partícipes de su naturaleza divina.
2 Pedro 1:4 por medio de las
cuales nos ha dado preciosas y grandísimas promesas, para que por ellas
llegaseis a ser participantes de la naturaleza divina, habiendo huido de la
corrupción que hay en el mundo a causa de la concupiscencia;
En quienes han
nacido de nuevo se ha gestado una nueva naturaleza, la naturaleza divina de
Dios en nosotros, y eso implica que dejemos la corrupción del mundo y la
concupiscencia (que son los deseos pecaminosos de nuestra carne) porque somos
podemos experimentar la libertad que Cristo nos da si somos capaces de morir a
nuestros deseos.
El mandato de
Dios de morir al yo no es tiene relación con el Reino porque Dios nos pide esto
porque lo que creemos ser ha sido formado de acuerdo a los principios del
mundo, y de acuerdo a una mentalidad caída, por lo tanto morir a nosotros
mismos es simplemente “morir a lo que falsamente somos” es morir a las mentiras
que hemos creído he incorporado a nuestra vida.
Debemos ir más
allá de nuestra naturaleza caída, más allá de lo terrenal y lo corporal, para
entender los diseños de gobierno que Dios ha depositado en nuestro espíritu,
para entender quienes verdaderamente somos. Debemos aprender a andar en el
espíritu.
Si queremos ser libres y poseer
la vida de Dios debemos dejarnos jalar por Dios desde nuestra naturaleza
terrenal a la naturaleza espiritual de Dios en nosotros, porque la carne está
ligada a la esclavitud y la muerte, por el contrario, el espíritu está ligado a
la libertad y a la vida.
Romanos 7:14; 17-18 Porque sabemos
que la ley es espiritual; mas yo soy carnal, vendido al pecado… De manera que ya no soy yo quien hace aquello, sino el pecado que mora en mí. Y
yo sé que en mí, esto es, en mi carne, no mora el bien; porque el querer el
bien está en mí, pero no el hacerlo.
Romanos 8:13-14 porque si ustedes viven conforme a la carne,
morirán, pero si por el espíritu hacen morir la manera de vivir de la carne,
serán salvos. Porque los que son guiados por el espíritu de Dios, los tales son
hijos de Dios,
Juan 6:63 El espíritu es el que da vida; la carne para
nada aprovecha. Las palabras que yo les
he hablado son espíritu y son vida,
2 Corintios 3:6 el cual también nos hizo suficientes como ministros de
un nuevo pacto, no de la letra, sino del Espíritu; porque la letra mata, pero
el Espíritu da vida.
2 Corintios 3:17 Porque el Señor mismo es el espíritu, y donde
está el espíritu del Señor, hay libertad.
La palabra relaciona “la manera
de vivir de nuestra carne” con la esclavitud (porque todo el que peca se hace esclavo)
y con la muerte (porque la paga del pecado es muerte), es en nuestra carne que
habita una naturaleza carnal que es contraria a los deseos de Dios, que es
contraria a los deseos espíritu. Necesitamos empezar a vivir en el espíritu,
donde rige la vida y la libertad, necesitamos despojarnos de esa vieja
naturaleza, del viejo hombre.
Gálatas 5:16-17 Digo, pues: Andad en el Espíritu, y no
satisfagáis los deseos de la carne. Porque el deseo de la carne es contra el
Espíritu, y el del Espíritu es contra la carne; y éstos se oponen entre sí,
para que no hagáis lo que quisiereis.
Romanos 6:6 sabiendo esto, que nuestro viejo hombre fue crucificado
con El, para que nuestro
cuerpo de pecado fuera destruido, a fin de que ya no seamos esclavos del
pecado;
Necesitamos la libertad que nos
brinda el espíritu para gobernar, no podemos “vivir en nuestro cuerpo” pues su
naturaleza nos hacemos esclavos, porque el cuerpo fue creado del polvo de la
tierra, y la tierra por su propio diseño tiene el propósito de ser dominada, la
tierra ha sido creada para ser sojuzgada. Por lo tanto todo el que vive “de
acuerdo al cuerpo” (o solo consciente de que es cuerpo) vive siendo dominado,
vive como esclavo.
Fuimos creados para ser
gobernadores y no esclavos, para dominar y no ser dominados. De ahí que al
manifestarse cada vez más nuestra naturaleza espiritual, nuestra naturaleza
divina, nos manifestamos como hijos de Dios ante nuestro entorno, y volvemos a
nuestro diseño de reyes, volvemos a gobernar sobre la tierra gracias al discipulado
de Reino del Segundo Adán que es Cristo.
La tierra busca esa generación de
gobernantes, la tierra anhela la manifestación de ese tipo de gente, que tiene
la naturaleza de Dios por cuanto es hijo, porque la creación anhela la libertad
que solo los hijos de Dios pueden darle, la libertad gloriosa del espíritu. La
creación entera anhela y espera el levantar de esa generación que se yergue
para volver a gobernar sobre la tierra.
Romanos 8:19-21 Porque el anhelo ardiente de la creación es
el aguardar la manifestación de los hijos de Dios. Porque la creación fue
sujetada a vanidad, no por su propia voluntad, sino por causa del que la sujetó
en esperanza; porque también la creación misma será libertada de la esclavitud
de corrupción, a la libertad gloriosa de los hijos de Dios.
Jesús manifestó esto en la
tierra, él nos jala desde nuestra naturaleza terrenal a nuestra naturaleza
espiritual, para llevarnos hacia su reino, un reino que es espiritual, que no se
mueve de acuerdo a los parámetros de éste mundo donde el gobierno funciona por
la imposición de la fuerza, mientras que el rey de reyes dice que su reino no
se mueve ni con ejercito ni con fuerza, es por su espíritu dice el Señor!
Zacarías 4:6 Entonces respondió y me habló diciendo: Esta
es palabra de Jehová a Zorobabel, que dice: No con ejército, ni con fuerza,
sino con mi Espíritu, ha dicho Jehová de los ejércitos.
Jesús rasgó el velo para que
pudiéramos entender y vivir esto, y ese velo es su cuerpo, es su carne. Jesús
mostró el camino del espíritu, mostrando que la carne es un velo que debe
romperse (que debemos hacer morir en la cruz) para traspasar al otro lado, y
tener la libertad de habitar en el espíritu, y andar en el espíritu, que es un
camino nuevo, un camino de vida y revelación.
Hebreos 10: 20 por un camino nuevo y vivo que El inauguró para nosotros
por medio del velo, es decir, su carne.
Jesucristo hizo y enseñó para
devolvernos el Reino. Manifestó la verdad y habló la verdad, para jarlarnos
desde el cuerpo (donde habita la naturaleza carnal) hasta establecernos en el
espíritu donde podemos vivir en la libertad gloriosa de los hijos de Dios, la
libertad que proviene de la naturaleza de quien gobierna, de volver a ser reyes
y sacerdotes para gobernar y ministrar sobre lo natural, para gobernar sobre la
tierra, primero sanándola y dándole la libertad que solo nosotros poseemos de
parte del Padre.
Angelo Palomino
Hijo del Altísimo
Hijo del Altísimo
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