jueves, 7 de agosto de 2014

Purificando nuestra mente, purificando nuestro corazón (I parte)

Parte I: El alma y la mente



Lo entendamos o no, lo reconozcamos o no, nuestra alma es un lugar de lucha espiritual. Nuestra alma es un lugar para ser conquistado y esclavizado por las tinieblas, o ser conquistado y libertado por el Reino de la Luz. Las líneas que siguen a continuación intentan dar luz sobre la importancia de nuestra alma y de los desafíos que debemos tener en cuenta para tener una mente y un corazón puro.

Un primer elemento a tener en cuenta es que, cualquiera sea la razón, el alma del ser humano es importante tanto para Dios como para satanás. En el caso de éste último, la palabra nos enseña que satanás busca nuestra alma, intentando alcanzarla y derribarla, intentando hacer que nuestra alma habite en tinieblas, porque él es como león rugiente buscando a quien devorar, buscando almas para desgarrar. Su estrategia es derribar para luego poner en tinieblas cada parte desgarrada del alma.

Salmos 143:3  Porque ha perseguido el enemigo mi alma; Ha postrado en tierra mi vida; Me ha hecho habitar en tinieblas como los ya muertos.

Salmos 7:2  No sea que desgarren mi alma cual león, y me destrocen sin que haya quien me libre.

Salmos 35:17  Señor, ¿hasta cuándo verás esto? Rescata mi alma de sus destrucciones, mi vida de los leones.

Por otro lado, Dios quiere librar nuestra alma, sacarla de toda tiniebla y trasladarnos a su luz admirable. De hecho, Para él nuestra alma es mucho más es importante, como en efecto lo expresa el mandamiento más importante, Dios quiere que le amemos, no solo con una o algunas partes de nuestra alma, sino que con toda ella, Dios se da el trabajo de examinarla para ver los caminos que están en ella, los caminos de nuestra mente y de nuestro corazón, lo que está en ellos influye enormemente sobre las bendiciones que recibimos del cielo.

Mateo 22:37-38  Jesús le dijo: —Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón y con toda tu alma y con toda tu mente. Este es el grande y el primer mandamiento.

Jeremías 17:10  Yo Jehová, que escudriño la mente, que pruebo el corazón, para dar a cada uno según su camino, según el fruto de sus obras.

Un segundo elemento a considerar, es precisamente lo que nos muestran los versos anteriores: ellos nos muestran que el Señor está nombrando por separado el corazón, luego el alma, y luego la mente. 

Comúnmente hemos entendido que el alma es aquella parte de nuestro ser que está entre nuestro espíritu y nuestro cuerpo, siendo la conexión entre estos dos, y está constituida por nuestra mente (intelecto y pensamiento), nuestra voluntad, y nuestro corazón (sentimientos y emociones).

Sin embargo, además de ese entendimiento, es preciso añadir que dentro de ella también la mente y el corazón cumplen una función de conexión (porque el alma y su función es por sí misma un conector, por ende sus partes también lo serán). La mente es el conector entre el cuerpo y el alma, y el corazón es el conector entre el alma y el espíritu. Estos dos elementos son puertas que unen nuestro ser.

Dicho esto, ¿Cuáles son los principales desafíos que las tinieblas establecen en nuestra mente? Además de la estrategia de desgarrar nuestra alma, el reino de las tinieblas establece fortalezas, sobre todo porque lamentablemente las tinieblas conocen más que nosotros acerca de cómo opera nuestra alma.

2 Corintios 10:4-5 porque las armas de nuestra milicia no son carnales, sino poderosas en Dios para la destrucción de fortalezas, derribando argumentos y toda altivez que se levanta contra el conocimiento de Dios, y llevando cautivo todo pensamiento a la obediencia a Cristo,

Las tinieblas han sabido cómo crear y formar esas estructuras de falsedad en la mente de las personas que la palabra llama fortalezas mentales. Son argumentos que crecen dentro del alma y se arraigan hasta hacernos creer que lo que pensamos es lo correcto, aunque muchas veces la palabra de Dios nos diga lo contrario. Por esta razón, una estructura de falsedad producirá ceguera espiritual.

2 Corintios 4:3-4 Pero si nuestro evangelio está aún encubierto, entre los que se pierden está encubierto; en los cuales el dios de este siglo cegó el entendimiento de los incrédulos, para que no les resplandezca la luz del evangelio de la gloria de Cristo, el cual es la imagen de Dios.

Por ejemplo, es sencillo creer que, una persona que dice cosas prepotentes o que se muestra como capaz de hacerlo todo en el ministerio, es una persona altiva. Pero resulta más complejo distinguir la propia altives de nuestros argumentos y pensamientos respecto a los de Dios. Ocurrentemente, (como segundo ejemplo) muchos cristianos dicen que son tímidos o de personalidad más introvertida, y que por esta razón no evangelizan hablándoles a otras personas de Cristo, y eso a los argumentos de tales es simplemente ser de “bajo perfil” (no como la persona altiva del primer ejemplo). Sin embargo, Dios manda a todos a evangelizar. Por lo tanto cuando alguien presenta tales pensamientos o argumentos, en realidad (y aunque no lo parece) su mentalidad es altiva delante de Dios, porque que ha puesto su argumento por encima del argumento de Dios. Ha puesto más en alto su actitud que el mandato de Dios.

Lamentablemente algo similar ocurre con muchos profetas, a los cuales Dios manda a hablar, pero responden como Jeremías, diciendo que no pueden por ser “niños” (por creer que no están a la altura).

Jeremías 1:6 - 10  Y yo dije: ¡Ah! ¡ah, Señor Jehová! He aquí, no sé hablar, porque soy niño. Y me dijo Jehová: No digas: Soy un niño; porque a todo lo que te envíe irás tú, y dirás todo lo que te mande. No temas delante de ellos, porque contigo estoy para librarte, dice Jehová. Y extendió Jehová su mano y tocó mi boca, y me dijo Jehová: He aquí he puesto mis palabras en tu boca. Mira que te he puesto en este día sobre naciones y sobre reinos, para arrancar y para destruir, para arruinar y para derribar, para edificar y para plantar.

Nótese que Jeremías fue enviado para destruir, arruinar y derribar, pero el mismo necesitó que Dios derribara sus fortalezas. Dios primero le dijo “no digas…” porque primero él derribó sus falsos argumentos para no hablar, y luego Dios dijo que tendría que decir todo lo que él le mandase, porque él había puesto su palabra en él. Es decir. Dios derribó y destruyó las estructuras de falsedad de Jeremías, y luego edificó en él una estructura de verdad por medio de sus palabras. En esta charla con Jeremías Él Señor le mostró la dinámica que él como profeta tendría que replicar.

Sin duda, el príncipe de éste mundo ha forjado fortalezas mentales fundadas en mentiras, que lamentablemente, muchas veces hemos decidido creer y no cuestionar, las hemos asumido como algo natural, y justamente allí está el mayor peligro. Como se han asentado en nuestra mente, pensamos erróneamente que esa es la verdad para nosotros (porque es parte de nuestra cotidianeidad y lo asumimos como normal). Necesitamos revelación para reformar nuestra mente porque ésta se ha con-formado de acuerdo a éste siglo, nuestro entendimiento se ha formado acorde a lo que el mundo le entrega. Necesitamos su visión de eternidad, necesitamos ser reformados por su voz, una voz que traiga juicio sobre las mentiras que hemos creído consciente e inconscientemente.

Romanos12:2 Y no os conforméis a este siglo; mas reformaos por la renovación de vuestro entendimiento, para que experimentéis cuál sea la buena voluntad de Dios, agradable y perfecta.


Angelo Palomino
Hijo del Altísimo 



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