sábado, 25 de octubre de 2014

Buscando identidad en él


Una de los aspectos centrales que Dios quiere reformar en nosotros es “nuestra identidad”, o mejor dicho lo que creemos y pensamos que es nuestra identidad. Dios anhela quebrar y desarraigar estructuras y palabras que él no estableció ni habló sobre nosotros, y a pesar de lo cual están ahí por distintas causas, (principalmente a causa de la cultura y lo heredado).

La palabra nos da luz respecto a éste tema. De acuerdo a ella, la identidad está fuertemente arraigada en lo que pensamos. Proverbios nos muestra que “tal es la persona” (identidad) de acuerdo a lo que piensa en su corazón. Por lo tanto, nuestra identidad está en directa relación con los pensamientos que están sonando dentro de nosotros.

Proverbios 23:7  “Porque cuál es su pensamiento en su corazón, tal es él”.

Ahora bien, no hay problema en que la identidad sea algo, en cierto sentido, intangible, y por lo tanto, no directamente relacionado a lo material. El problema es que lo que pensamos acerca de nosotros mismos, no es idéntico a lo que El Padre pensó y piensa de nosotros. Los pensamientos que tenemos son muy distintos a los pensamientos que Dios tiene.

Isaías 55:8-9 “Porque mis pensamientos no son vuestros pensamientos, ni vuestros caminos mis caminos, dijo Jehová. Como son más altos los cielos que la tierra, así son mis caminos más altos que vuestros caminos, y mis pensamientos más que vuestros pensamientos”.

Nuestros pensamientos están muy alejados de lo que Él Padre piensa, y por lo tanto nuestra identidad, que se compone de lo que pensamos, también está tremendamente alejada de lo que Dios piensa que somos, y quiere que seamos. La identidad que proviene de sus pensamientos es más alta de lo que imaginamos y concebimos con nuestro corazón y con nuestra mente, así como es tan alto el cielo de la tierra.

Nuestra identidad debe sacudirse de los pensamientos terrenales, porque como lo expresa Eclesiastés, nada nuevo hay bajo el sol. ¿Pero sobre él? (¡Selah!). Nuestro corazón y nuestros pensamientos deben experimentar sus alturas, para ser todo que él piensa que somos. Y para él somos mucho más de lo que la tierra y su cultura nos dice que somos.

Debemos desaprender lo que creemos que somos, debemos quebrar con nuestras propias percepciones acerca de lo que pensamos que somos, porque sin darnos cuenta podemos vivir literalmente con una identidad falsa si es que no somos expuestos a su sabiduría de lo alto.

Dios continuamente fue rompiendo con “lo conocido” en aquellos hombres que fueron llamados a vivir y caminar con él. Hay dos ejemplos notables de esto. Moisés conocía el fuego, y conocía las zarzas, sabía que el fuego quemaba, y que todo lo que fuera expuesto al fuego se consumiría. Sin embargo, Dios quebró sus límites de “lo conocido” y de lo aprendido. Dios le mostró que las cosas no siempre serían como el las concibió en su mente a causa de lo aprendido por su experiencia. Todo aquel que ha tocado el fuego se ha quemado, y cada vez que se acerque nuevamente ya sabe que el fuego puede quemarlo. Pero Dios empezó a reformar la mente de Moisés, a fin de que dentro de él se desprogramaran las limitantes de lo conocido y de lo posible, mostrando que una zarza podía arder sin consumirse, y que de ella podía salir una voz manifestando y dándole la experiencia de que lo imposible en Dios es en realidad solo un concepto de límite presente en nuestra mente, pero no en la mente de Dios, en la mente de Cristo. En Moisés tenía que arraigarse la fe de que el pueblo esclavo sería un pueblo de reyes y sacerdotes. Moisés, el príncipe criado en Egipto, tenía que tener la fe para conducir al Príncipe de Dios (Israel) por el desierto, sin morir en el intento. Sus pensamientos tenían que ser removidos, no a causa de él, sino a causa de Israel.

Un segundo ejemplo notable la constituye la historia de Gedeón, en cuyo caso, primero él tuvo que ser desprendido de sus pensamientos, por lo tanto cambiando su identidad en dicho proceso.

Jueces 6:11-12; 14-15  “Y vino el ángel de Jehová, y se sentó debajo de la encina que está en Ofra, la cual era de Joás abiezerita; y su hijo Gedeón estaba sacudiendo el trigo en el lagar, para esconderlo de los madianitas. Y el ángel de Jehová se le apareció, y le dijo: Jehová está contigo, varón esforzado y valiente. […] Y mirándole Jehová, le dijo: Vé con esta tu fuerza, y salvarás a Israel de la mano de los madianitas. ¿No te envío yo? Entonces le respondió: Ah, señor mío, ¿con qué salvaré yo a Israel? He aquí que mi familia es pobre en Manasés, y yo el menor en la casa de mi padre”.

Gedeón es el personaje por excelencia que vive una vida con una identidad que no le pertenece. Gedeón escondía el trigo de los enemigos, no se atrevía a hacerlo en público, toda persona que evidencia ese tipo de actitud podría ser evidentemente reconocida como un miedoso. ¡Pero el Angel que trae la verdad de Dios le dice varón esforzado y valiente! Podría ser esforzado porque estaba trabajando, pero de ser valiente estaba muy lejos. De hecho, a causa de su inseguridad, pide muchas confirmaciones para estar seguro de que tendría victoria en aquellas cosas que Dios estaba demandando que hiciera, a pesar de que estaba conversando directamente con un ángel.

Gedeón evidentemente no era un varón valiente. ¿Se equivocó acaso el ángel? ¿Le mintió? No, le dijo la verdad, sacó a luz la verdad sobre su identidad. Dios, que no miente, decía que él era valiente, aunque Gedeón viviera como un miedoso e inseguro. Porque Gedeón vivía en la realidad del mundo, pero no en la verdad de Dios, el no cambia sino hasta que la verdad de Dios abre sus ojos para ver y entender que su identidad era distinta a lo que él siempre fue, y pensó sobre cómo era.

Cuando el Señor nos muestra que sus pensamientos están muy lejos de los nuestros, nos muestra que nuestra identidad es falsa, porque la identidad proviene de nuestros pensamientos, y éstos están tan lejos de los pensamientos del Padre como lo la distancia entre el cielo y la tierra.

Necesitamos una reforma dentro nuestro, para que se quiebre esa máscara que nos engaña pensando que somos una cosa que en verdad no somos, puede ser realidad (como en el caso de Gedeón) pero sin duda no es verdadera y por lo tanto no proviene del Padre. Por ésta razón podemos ser transformados por medio de la renovación de nuestro entendimiento, nuestra identidad y todo lo que somos puede cambiar cuando a tomar lo nuevo que proviene del cielo.

Romanos 12:2 (LBLA) “Y no os adaptéis a este mundo, sino transformaos mediante la renovación de vuestra mente, para que verifiquéis cuál es la voluntad de Dios: lo que es bueno, aceptable y perfecto”

Romanos 12:2 (NTV) “No imiten las conductas ni las costumbres de este mundo, más bien dejen que Dios los transforme en personas nuevas al cambiarles la manera de pensar. Entonces aprenderán a conocer la voluntad de Dios para ustedes, la cual es buena, agradable y perfecta.

Que nuestro entendimiento se expanda en las alturas del Padre, para ser lo que verdaderamente somos. Y en ese proceso de ver quiénes somos en él, desaprendamos lo que la cultura terrenal de éste mundo dice que somos. Nos despojemos del viejo hombre, de la vieja identidad, de la manera pasada de vivir, y vivamos en lo que la voz del  Él Padre dice que somos. El nos alza a sus alturas para disolver lo que somos en la tierra, y empezar a ser lo que somos en los cielos.

Colosenses 3:9-10  “No mintáis los unos a los otros, habiéndoos despojado del viejo hombre con sus hechos, y revestido del nuevo, el cual conforme a la imagen del que lo creó se va renovando hasta el conocimiento pleno”.

Efesios 4:21-24  “si en verdad le habéis oído, y habéis sido por él enseñados, conforme a la verdad que está en Jesús. En cuanto a la pasada manera de vivir, despojaos del viejo hombre, que está viciado conforme a los deseos engañosos, y renovaos en el espíritu de vuestra mente, y vestíos del nuevo hombre, creado según Dios en la justicia y santidad de la verdad”.

Job 30:22 "Me alzaste sobre el viento, y me hiciste cabalgar en el, y disolviste mi sustancia".



Angelo Palomino
Hijo del Altísmo

miércoles, 3 de septiembre de 2014

La necesidad de una Iglesia territorial


Como iglesia del Señor hemos cometido muchos errores, y necesitamos un arrepentimiento masivo respecto a nuestros pecados. Hemos construido y mantenido la iglesia de una forma que Dios no concibió. Necesitamos volver a la piedra angular que es Jesucristo.

Uno de esos errores que hemos perpetuado tiene relación con concebir una iglesia “denominacional” y no territorial. Cada iglesia se divide de acuerdo a sus denominaciones o nuevos ministerios, pero Cristo solo dejó una iglesia. La realidad muestra que hay miles de divisiones eclesiásticas, pero el deseo del corazón de Dios fue y siempre ha sido una iglesia unida, y unida a él.

Por ésta razón en Juan 17, que relata la última oración de Jesús sobre la tierra, él oró por la unidad de la iglesia. Y si era su última oración, uno de sus últimos momentos antes de ir a la cruz a morir, él ha de haber orado lo más importante, lo que él consideraba esencial. Una de esas cosas esenciales para Dios es la unidad de la iglesia.

Juan 17: 20-22  Mas no ruego sólo por éstos, sino también por los que han de creer en mí por la palabra de ellos, para que todos sean uno. Como tú, oh Padre, estás en mí y yo en ti, que también ellos estén en nosotros, para que el mundo crea que tú me enviaste. La gloria que me diste les he dado, para que sean uno, así como nosotros somos uno

En éstos versículos encontramos la aplicación práctica de la doctrina de la trinidad, de la cual mucho se habla, es una enseñanza bastante básica en los discipulados, pero tan poco aplicada. Una de sus aplicaciones es que así como el Padre, el hijo y el Espíritu Santo son uno, así, de la misma forma nosotros en la tierra seamos uno, tal como lo es la trinidad en los cielos, porque así debe ser en la tierra, debemos clamar para que sea como es en el cielo.

Por lo tanto Dios no concibe una iglesia dividida, que ésta se encuentre en un estado de múltiples denominaciones deberíamos considerarlo como un pecado, un error nuestro. Ahora bien, si ha de haber algún “tipo de división” ésta debería ajustarse a la forma en como Dios concibe la iglesia, es decir, de forma territorial.

En las cartas que Dios envía a las siete iglesias en Apocalipsis (del capítulo 2 al 3), Dios no les escribe a un ministerio particular, no escribe tampoco a una denominación, el escribe a la iglesia-ciudad. Por ejemplo la iglesia de Éfeso, no se llamaba así porque los líderes de la iglesia decidieron ponerle ese nombre, si no que ese era el nombre de la ciudad en la que estaba asentada dicha iglesia, lo mismo con Tiatira, o Laodisea, éstas eran ciudades. Entonces cuando Dios veía la iglesia veía territorialmente, de modo que iglesia y ciudad estaban entrelazadas en la forma en como Dios concebía y miraba las cosas.

Éste error se ha convertido en un problema, porque lentamente nos hemos ido desligando de la responsabilidad territorial que tenemos como hijos de Dios, nos hemos desligado de una responsabilidad que Dios ha puesto sobre nosotros, lo que queramos o no, a Dios le importa el territorio en el que se mueven sus hijos, no solo es importante el templo físico en el que nos reunimos (con su denominación particularista), es relevante también la ciudad completa en la que vivimos, las calles que transitamos, y los lugares por donde andamos.

Sí hoy una nación está mal, los cristianos miran el pecado de los que no son cristianos, y los culpan de ser responsables de dicha situación. Los cristianos miran al resto para juzgar y decir que por el pecado de tal o cual, la nación está bajo juicio. Pero si bien el pecado trae consecuencias, la responsabilidad primera no recae sobre la gente que no conoce a Dios, si no que recae sobre los hombros de aquellos que Dios ha llamado reyes y gobernantes.

La responsabilidad de que un lugar, una ciudad o una nación esté mal o bien recae sobre los hijos de Dios. Mire usted a Jonás en la barca. La tormenta y el riesgo de naufragio no era a causa de los incircuncisos que tenían dioses paganos a los cuales adoraban, si no que era culpa del hijo de Dios, que estaba descansando en el barco en desobediencia a Dios.

Jonás 1:4-5 Y el SEÑOR desató sobre el mar un fuerte viento, y hubo una tempestad tan grande en el mar que el barco estuvo a punto de romperse. Los marineros tuvieron miedo y cada uno clamaba a su dios; y arrojaron al mar la carga que estaba en el barco para aligerarlo. Pero Jonás había bajado a la bodega del barco, se había acostado y dormía profundamente.

El pasaje bíblico nos muestra que la responsabilidad de la tormenta no era de los idolatras o pecadores, sino de que de Jonás.  

Necesitamos entender que la tierra y lo que ocurre en ella es nuestra responsabilidad. Necesitamos entender que así como nuestro Padre es territorial, así también nosotros debemos serlo.

De hecho, el mundo espiritual se mueve de esa forma, Dios ha colocado y asignado ángeles territorialmente. Las cartas a las siete iglesias son escritas a los ángeles de esas ciudades-iglesias. Lo mismo ocurre a un nivel mayor, a nivel no solo de ciudad o territorio, sino también de nación. Por ejemplo Dios ha dispuesto a Miguel como el Ángel de la nación de Israel (Daniel 12:1).

El mundo espiritual es territorial, Dios ha puesto ángeles a cargo de ciudades, de territorios, provincias, y naciones. Esto no solo corre para el Reino de Dios, el reino de las tinieblas también se mueve de forma territorial asignando principados, potestades, gobernadores, y éstos son espíritus territoriales, recuerde que “legión” no quería salir de la provincia en la que se encontraba, y le rogaba a Jesús para no salir de ese territorio (Marcos 5:10), aquel lugar ha de haber sido su territorio asignado.

Ezequiel 22:30  Busqué entre ellos alguno que levantara un muro y se pusiera en pie en la brecha delante de mí a favor de la tierra, para que yo no la destruyera, pero no lo hallé.

La biblia menciona que Dios busca dos tipos de personas. Primero, el busca adoradores en espíritu y en verdad, y en segundo lugar, el busca intercesores. Dios anda buscando personas que clamen por la tierra, a favor de ella, y ésta es gente que ha entendido la responsabilidad que Dios le ha delegado respecto a la tierra que pisan sus pies. Gente que ama su tierra, porque la tierra es la herencia de los justos, y todo justo querrá cuidar la herencia que su Padre ha preparado para ellos.

Salmos 37: 29   Los justos heredarán la tierra, Y vivirán para siempre sobre ella.

El Señor busca ésta clase de personas, que comprende que tiene una responsabilidad sobre la tierra. Como hijos de Dios necesitamos comprender que debemos ampliar el sitio de nuestra tienda, sacar las estacas y ensancharnos, para salir de las cuatro paredes del templo y la religión, y comprender que Dios no solo quiere sacerdotes, él también quiere reyes que gobiernen con justicia sobre la tierra.

Romanos 8:19-21  Porque el anhelo ardiente de la creación es el aguardar la manifestación de los hijos de Dios. Porque la creación fue sujetada a vanidad, no por su propia voluntad, sino por causa del que la sujetó en esperanza; porque también la creación misma será libertada de la esclavitud de corrupción, a la libertad gloriosa de los hijos de Dios.

Entender y hacer esto es vital, porque la tierra misma desea que esto ocurra, porque solo son los hijos de Dios los que pueden darle la libertad y sanidad que toda la creación necesita. Necesitamos manifestarnos como hijos no solo en un templo, sino que en toda la tierra. Debemos comprender que esa es nuestra responsabilidad, porque Dios no habita en templos hechos por los hombres, él es Rey sobre la toda la tierra.

Hechos 17:24  El Dios que hizo el mundo y todo lo que en él hay, puesto que es Señor del cielo y de la tierra, no mora en templos hechos por manos de hombres

Por lo tanto, nuestra responsabilidad no está solo en un templo, o en una denominación, está por todo lugar que pisa la planta de nuestros pies, está por los lugares en los que vivimos, en los que trabajamos, en los que estudiamos, está en mi ciudad, está en mi nación, está en las naciones de la tierra que son herencia de los hijos, y como hijo tengo derecho a poseer hasta los confines de la tierra.

Salmos 2:7-8  Yo publicaré el decreto; Jehová me ha dicho: Mi hijo eres tú; Yo te engendré hoy. Pídeme, y te daré por herencia las naciones, y como posesión tuya los confines de la tierra.



Angelo Palomino
Hijo del Altísimo

jueves, 7 de agosto de 2014

Purificando nuestra mente, purificando nuestro corazón (II parte)

Parte II: El Corazón


Si la mente es la puerta de conexión entre el alma y el cuerpo, el corazón es la puerta de conexión entre el alma y el espíritu. Y para Dios también es importante, de hecho, es interesante notar que para Dios pareciera que el corazón es más importante que la mente. Él pone su mirada sobre el corazón por sobre la mente, sus ojos eligen mirar el corazón de un hombre, más que su mente. ¿Por qué?

1 Samuel 16:7  Y Jehová respondió a Samuel: No mires a su parecer, ni a lo grande de su estatura, porque yo lo desecho; porque Jehová no mira lo que mira el hombre; pues el hombre mira lo que está delante de sus ojos, pero Jehová mira el corazón.

Como se señaló anteriormente, a Dios también le importa la mente, pero entre mente y corazón prefiere centrar su mirada en éste último. La respuesta está en que la mente es la habitación del intelecto y los pensamientos, pero el corazón es la habitación de la fe y las creencias.

Romanos 10:10 Porque con el corazón se cree para justicia, pero con la boca se confiesa para salvación.
En primer lugar, el corazón termina siendo más relevante porque una creencia firmemente arraigada en el corazón genera pensamientos acorde a esa fe del corazón. Es decir, aunque la morada definitiva de los pensamientos está en la mente, el corazón es el encargado de generarlos.

Proverbios 23:7  Porque cuál es su pensamiento en su corazón, tal es él. Come y bebe, te dirá; Mas su corazón no está contigo.

La palabra nos muestra entonces que el corazón “también piensa”, éste es el responsable de originarlos, porque los pensamientos nacen como argumentos de la fe, o de una creencia. Por ejemplo, las personas ateas, no son no creyentes porque su elevado nivel de conocimiento mental les diga que Dios no existe, sino que primero es la postura de su corazón la que determina que crean o no en Dios, y luego de establecerse dicha creencia, se establecen los razonamientos y argumentos para decir que Dios no existe, porque es en el corazón donde el hombre se posiciona delante de Dios.

Proverbios 14: 1 Dice el necio en su corazón: No hay Dios.

Por esta misma razón Jesús les decía a sus discipulados que hicieran todo lo que decían los Fariseos, pero que no imitaran su conducta, porque los fariseos sabían y conocían el antiguo testamento (toda la ley y los profetas), de hecho prácticamente se lo sabían de memoria, es decir, lo conocían en su mente, sin embargo no tenían esa ley en sus corazones.

Mateo 23:2-3  En la cátedra de Moisés se sientan los escribas y los fariseos. Así que, todo lo que os digan que guardéis, guardadlo y hacedlo; más no hagáis conforme a sus obras, porque dicen, y no hacen.

Por esta razón no había que imitar su conducta, porque sus corazones estaban lejos de las leyes y los profetas. De ahí que Jesús dijese que del corazón salen los pecados del hombre. En definitiva, allí está el origen de los pensamientos, y de los malos pensamientos, y una serie de otras conductas que Dios reprueba. Aunque sabían la ley, esta nunca creó fe en sus corazones, era tan solo memoria dentro de su mente.

Mateo 15:19  Porque del corazón salen los malos pensamientos, los homicidios, los adulterios, las fornicaciones, los hurtos, los falsos testimonios, las blasfemias.

En segundo lugar, el corazón también es relevante (y como tal un campo de lucha) porque es la tierra que el hombre posee, donde las semillas son las palabras. Jesús explica esto con la parábola del sembrador. El Señor indica que la semilla es la palabra, y la tierra es el corazón de quienes oyen la palabra.

Lucas 8:11; 15  Esta es, pues, la parábola: La semilla es la palabra de Dios. […] Más la que cayó en buena tierra, éstos son los que con corazón bueno y recto retienen la palabra oída, y dan fruto con perseverancia.

Nuevamente Jeremías nos sirve para dar luz sobre éste tema: el propósito de Jeremías era también plantar. Y para esto Dios colocó su palabra en la boca del profeta, para que el sembrara las palabras del cielo sobre una tierra amplia, un pueblo entero (probablemente una tierra que no fue la mejor). Dios al poner sus palabras en él puso semilla en el plantador, cuando la palabra-semilla crece, produce fe, y la fe produce frutos, porque la fe viene por el oír la palabra de Dios.

Así como debemos cuidar nuestra mente de las estructuras de mentiras, y si las hay debemos derribarlas, en nuestro corazón debemos cuidar ser buena tierra para las palabras de Dios, tierra que no tenga piedras, ni espinos, ni estemos junto al camino incorrecto. Y si los hay, Dios también enviará su palabra que es martillo que golpea la piedra, fuego que quema todo espino, y que nos abre caminos correctos de rectitud donde pasen sus aguas a nutrir su semilla.

Jeremías 23:29  ¿No es mi palabra como fuego, dice Jehová, y como martillo que quebranta la piedra?

En tercer lugar, el corazón también es importante porque es un lugar del alma donde Dios puede escribir. De hecho, el corazón opera como un libro que contiene palabras, y esas palabras son las que luego se transforman en pensamientos, y en acciones. Por esta razón Dios no solo les da su ley en tablas de piedra al pueblo de Israel, sino que también las quiere escribir en las tablas de sus corazones.

Proverbios 7:3  Lígalos a tus dedos; Escríbelos en la tabla de tu corazón.

Jeremías 31:33  Porque éste será el pacto que haré con la casa de Israel después de aquellos días, dice Jehovah: Pondré mi ley en su interior y la escribiré en su corazón. Yo seré su Dios, y ellos serán mi pueblo.

Deuteronomio 11:18 Grabad, pues, estas mis palabras en vuestro corazón y en vuestra alma; atadlas como una señal a vuestra mano, y serán por insignias entre vuestros ojos.

Nuestra vida, tarde o temprano, manifiesta aquello que está escrito en nuestro corazón, a veces primero con pensamientos, a veces directamente con pecados, porque tanto lo que pensamos como lo que pecamos tiene su raíz en el corazón. Los pecados que más nos cuesta dejar son aquellos que se han escrito con cincel de hierro sobre nosotros.

Si nos cuesta ser humildes, nos es necesario orar y pedir: ¡Señor escribe humildad en mi corazón! ¡Borra de mi toda soberbia y orgullo!, si nos cuesta alabar y adorar: ¡Señor escribe en mi tus canciones que vienen de lo alto! (sobre todo si somos ministros de alabanza), si estamos llenos de dudas y cuestionamientos ¡Señor escribe en mi tu fe y tu certidumbre! Y mucho más aún, pidamos que el Espíritu Santo escriba en nuestros corazones el amor a Dios por sobre todo, que Él Señor talle su primer mandamiento en las tablas de nuestro corazón.

Jeremías 17:1 El pecado de Judá escrito está con cincel de hierro y con punta de diamante; esculpido está en la tabla de su corazón, y en los cuernos de sus altares,

2 Corintios 3:3  siendo manifiesto que sois carta de Cristo expedida por nosotros, escrita no con tinta, sino con el Espíritu del Dios vivo; no en tablas de piedra, sino en tablas de carne del corazón.

En cuarto lugar, el corazón es relevante también porque su estado determina enormemente nuestro nivel de acceso y de visión del mundo espiritual. Como mencionábamos en un versículo anterior, si una persona no cree en Dios, y por ende no puede convertirse, es por el estado de su corazón, el estado de su corazón determina que no pueda acceder al Padre (“dice el necio en su corazón, no hay Dios”).

Hechos 26:18  para que abras sus ojos, para que se conviertan de las tinieblas a la luz, y de la potestad de Satanás a Dios; para que reciban, por la fe que es en mí, perdón de pecados y herencia entre los santificados.

Así mismo, aunque ya seamos creyentes, convertidos o hijos, el estado de nuestro corazón sigue siendo importante, porque de acuerdo al estado de limpieza y pureza de nuestro corazón, dependerá nuestra capacidad de ver a Dios.

Mateo 5:8  Bienaventurados los de limpio corazón: porque ellos verán a Dios.
Si no hemos visto a Dios obrar en nuestras vivas (aunque él si lo haga, pero no seamos capaces de verlo o reconocerlo), es porque nuestro corazón ha sido incrédulo o no ha estado limpio (que en realidad es lo mismo).

Hechos 15:8-9 Y Dios, que conoce lo que hay en los corazones, ha testificado de ellos y les ha dado el espíritu santo al igual que a nosotros, no haciendo ninguna diferencia entre nosotros y ellos, porque limpió sus corazones mediante la fe.

Ver a Dios es posible, por medio de la fe hemos visto a Dios, porque la fe no es “ciega”, Dios ciertamente dice que hay que “vivir por fe y no por vista”, pero en ese versículo la vista se refiere a ver lo natural, y lo que hace la fe es negarse a creer en lo que se ve en lo natural, y poner los ojos del entendimiento en lo espiritual, porque la fe viene de la palabra, y su palabra es espíritu. Entonces, la verdadera fe es ver lo invisible, es ver la verdad de Dios, es ver aquello que no es como si fuese, porque lo que “fuese” vendrá a ser. Por eso tener fe es tener acceso a lo que aún no es pero será. Es por medio de la fe

Hebreos 11:1-4 (Biblia Peshitta) Ahora bien, la fe es la convicción de las cosas que se esperan como si ya fueran realidad, y es la revelación de las cosas que no se ven. Por ésta recibieron testimonio los antepasados, porque por fe comprendemos que los mundos fueron hechos por la palabra de Dios, de modo que lo que se ve fue hecho de lo que no se ve. Por fe Abel ofreció a Dios un sacrificio superior al de Caín, por la cual hubo testimonio de que él era justo, y Dios testificó respecto a su ofrenda, y por esto, aunque está muerto, él habla.

Abel ofreció un mejor sacrificio por la fe, es decir que el vio (en lo espiritual) lo que aún no se veía (en lo natural). Abel vio por medio del espíritu que en el futuro Israel ofrecería ofrendas de corderos, y también vio a Jesús como el cordero, el sacrificio y ofrenda definitiva que más agradó al Padre. Abel se adelantó a su tiempo, no tenía como saber que centenares de años después los sacerdotes ofrecerían de acuerdo a lo que Dios demandaba, tampoco tenía como saber que el cordero era el diseño de sacrificio que Dios anhelaba, fue solo por la fe que el vio lo que en ese momento aún “no era”. La fe es ver lo espiritual, por la fe Abel ofreció mejor ofrenda, porque prefirió ver el cielo, y no ver la tierra como su hermano Caín, que terminó ofreciendo los frutos de la tierra.

Efesios 1:18 (Biblia Peshitta) para que los ojos de sus corazones sean iluminados, y puedan así comprender cuál es la esperanza de su llamado, y cuál es la riqueza de la gloria de la herencia de Él para los santos,

Que nuestros corazones puedan abrirse a la realidad del cielo, pero también puedan cerrarse a la realidad del mundo y de lo natural, que nuestros ojos, las lámparas de nuestro cuerpo se llenen de luz para que todo nuestro ser ande en luz. Porque poder ver el mundo espiritual depende del estado de nuestro corazón, poder ver como los profetas vieron es cuestión de tener un corazón limpio. Daniel uno de los profetas que más vio visiones fue un joven que no vio el peligro de los castigos de babilonia, más bien se determinó en su corazón no contaminarse (en su caso con la comida del rey), Daniel vio más que otros porque su corazón no se corrompió y se mantuvo limpio, la limpieza de su corazón determinó que viera y tuviera acceso al mundo espiritual.

Y por último, que en nuestro corazón se quiebre (o se borre) toda incredulidad, para que no vivamos en el error del pueblo de Israel, de no ver, ni oír, ni entender lo que Dios quiere hacer o lo que él hará, que nuestro corazón lea limpio, y sobre todo que el velo que ha sido puesto sobre nuestro corazón sea rasgado, así como el cuerpo de Jesús fue rasgado para que nosotros vivamos en la libertad de ver y contemplar al Padre de las luces, de ver y contemplar a un Dios que es espíritu.

2 Corintios 3:14-18  Pero sus mentes fueron cegadas, porque hasta el día de hoy, durante la lectura del antiguo pacto, permanece el mismo velo sobre ellos, y no les es revelado que por el Cristo es quitado; y hasta el día de hoy, cuando se lee a Moisés, el velo sigue colocado sobre su corazón, pero al volverse alguno de ellos al Señor, el velo le será quitado. Porque el Señor mismo es el espíritu, y donde está el espíritu del Señor, hay libertad. Así que, todos nosotros, confiadamente, contemplamos la gloria del Señor como en un espejo, y somos transformados a esa misma imagen de gloria, para gloria, como por el Señor, el Espíritu.

Hebreos 10:19-20  Así que, hermanos, teniendo libertad para entrar en el Lugar Santísimo por la sangre de Jesucristo, por el camino nuevo y vivo que él nos abrió a través del velo, esto es, de su carne.

Señor, que el velo que ha estado en nuestros corazones sea rasgado y quitado por ti, para poder verte, oírte, y entender mucho más abundantemente de lo que hasta ahora hemos visto oído y entendido, que como Job podamos declarar, de oídas te había oído, más ahora mis ojos te ven, que nuestro ser pueda entrar en libertad al lugar santísimo para verte, y al verte seamos transformados a tu imagen y semejanza.



Angelo Palomino
Hijo del Altísimo

Purificando nuestra mente, purificando nuestro corazón (I parte)

Parte I: El alma y la mente



Lo entendamos o no, lo reconozcamos o no, nuestra alma es un lugar de lucha espiritual. Nuestra alma es un lugar para ser conquistado y esclavizado por las tinieblas, o ser conquistado y libertado por el Reino de la Luz. Las líneas que siguen a continuación intentan dar luz sobre la importancia de nuestra alma y de los desafíos que debemos tener en cuenta para tener una mente y un corazón puro.

Un primer elemento a tener en cuenta es que, cualquiera sea la razón, el alma del ser humano es importante tanto para Dios como para satanás. En el caso de éste último, la palabra nos enseña que satanás busca nuestra alma, intentando alcanzarla y derribarla, intentando hacer que nuestra alma habite en tinieblas, porque él es como león rugiente buscando a quien devorar, buscando almas para desgarrar. Su estrategia es derribar para luego poner en tinieblas cada parte desgarrada del alma.

Salmos 143:3  Porque ha perseguido el enemigo mi alma; Ha postrado en tierra mi vida; Me ha hecho habitar en tinieblas como los ya muertos.

Salmos 7:2  No sea que desgarren mi alma cual león, y me destrocen sin que haya quien me libre.

Salmos 35:17  Señor, ¿hasta cuándo verás esto? Rescata mi alma de sus destrucciones, mi vida de los leones.

Por otro lado, Dios quiere librar nuestra alma, sacarla de toda tiniebla y trasladarnos a su luz admirable. De hecho, Para él nuestra alma es mucho más es importante, como en efecto lo expresa el mandamiento más importante, Dios quiere que le amemos, no solo con una o algunas partes de nuestra alma, sino que con toda ella, Dios se da el trabajo de examinarla para ver los caminos que están en ella, los caminos de nuestra mente y de nuestro corazón, lo que está en ellos influye enormemente sobre las bendiciones que recibimos del cielo.

Mateo 22:37-38  Jesús le dijo: —Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón y con toda tu alma y con toda tu mente. Este es el grande y el primer mandamiento.

Jeremías 17:10  Yo Jehová, que escudriño la mente, que pruebo el corazón, para dar a cada uno según su camino, según el fruto de sus obras.

Un segundo elemento a considerar, es precisamente lo que nos muestran los versos anteriores: ellos nos muestran que el Señor está nombrando por separado el corazón, luego el alma, y luego la mente. 

Comúnmente hemos entendido que el alma es aquella parte de nuestro ser que está entre nuestro espíritu y nuestro cuerpo, siendo la conexión entre estos dos, y está constituida por nuestra mente (intelecto y pensamiento), nuestra voluntad, y nuestro corazón (sentimientos y emociones).

Sin embargo, además de ese entendimiento, es preciso añadir que dentro de ella también la mente y el corazón cumplen una función de conexión (porque el alma y su función es por sí misma un conector, por ende sus partes también lo serán). La mente es el conector entre el cuerpo y el alma, y el corazón es el conector entre el alma y el espíritu. Estos dos elementos son puertas que unen nuestro ser.

Dicho esto, ¿Cuáles son los principales desafíos que las tinieblas establecen en nuestra mente? Además de la estrategia de desgarrar nuestra alma, el reino de las tinieblas establece fortalezas, sobre todo porque lamentablemente las tinieblas conocen más que nosotros acerca de cómo opera nuestra alma.

2 Corintios 10:4-5 porque las armas de nuestra milicia no son carnales, sino poderosas en Dios para la destrucción de fortalezas, derribando argumentos y toda altivez que se levanta contra el conocimiento de Dios, y llevando cautivo todo pensamiento a la obediencia a Cristo,

Las tinieblas han sabido cómo crear y formar esas estructuras de falsedad en la mente de las personas que la palabra llama fortalezas mentales. Son argumentos que crecen dentro del alma y se arraigan hasta hacernos creer que lo que pensamos es lo correcto, aunque muchas veces la palabra de Dios nos diga lo contrario. Por esta razón, una estructura de falsedad producirá ceguera espiritual.

2 Corintios 4:3-4 Pero si nuestro evangelio está aún encubierto, entre los que se pierden está encubierto; en los cuales el dios de este siglo cegó el entendimiento de los incrédulos, para que no les resplandezca la luz del evangelio de la gloria de Cristo, el cual es la imagen de Dios.

Por ejemplo, es sencillo creer que, una persona que dice cosas prepotentes o que se muestra como capaz de hacerlo todo en el ministerio, es una persona altiva. Pero resulta más complejo distinguir la propia altives de nuestros argumentos y pensamientos respecto a los de Dios. Ocurrentemente, (como segundo ejemplo) muchos cristianos dicen que son tímidos o de personalidad más introvertida, y que por esta razón no evangelizan hablándoles a otras personas de Cristo, y eso a los argumentos de tales es simplemente ser de “bajo perfil” (no como la persona altiva del primer ejemplo). Sin embargo, Dios manda a todos a evangelizar. Por lo tanto cuando alguien presenta tales pensamientos o argumentos, en realidad (y aunque no lo parece) su mentalidad es altiva delante de Dios, porque que ha puesto su argumento por encima del argumento de Dios. Ha puesto más en alto su actitud que el mandato de Dios.

Lamentablemente algo similar ocurre con muchos profetas, a los cuales Dios manda a hablar, pero responden como Jeremías, diciendo que no pueden por ser “niños” (por creer que no están a la altura).

Jeremías 1:6 - 10  Y yo dije: ¡Ah! ¡ah, Señor Jehová! He aquí, no sé hablar, porque soy niño. Y me dijo Jehová: No digas: Soy un niño; porque a todo lo que te envíe irás tú, y dirás todo lo que te mande. No temas delante de ellos, porque contigo estoy para librarte, dice Jehová. Y extendió Jehová su mano y tocó mi boca, y me dijo Jehová: He aquí he puesto mis palabras en tu boca. Mira que te he puesto en este día sobre naciones y sobre reinos, para arrancar y para destruir, para arruinar y para derribar, para edificar y para plantar.

Nótese que Jeremías fue enviado para destruir, arruinar y derribar, pero el mismo necesitó que Dios derribara sus fortalezas. Dios primero le dijo “no digas…” porque primero él derribó sus falsos argumentos para no hablar, y luego Dios dijo que tendría que decir todo lo que él le mandase, porque él había puesto su palabra en él. Es decir. Dios derribó y destruyó las estructuras de falsedad de Jeremías, y luego edificó en él una estructura de verdad por medio de sus palabras. En esta charla con Jeremías Él Señor le mostró la dinámica que él como profeta tendría que replicar.

Sin duda, el príncipe de éste mundo ha forjado fortalezas mentales fundadas en mentiras, que lamentablemente, muchas veces hemos decidido creer y no cuestionar, las hemos asumido como algo natural, y justamente allí está el mayor peligro. Como se han asentado en nuestra mente, pensamos erróneamente que esa es la verdad para nosotros (porque es parte de nuestra cotidianeidad y lo asumimos como normal). Necesitamos revelación para reformar nuestra mente porque ésta se ha con-formado de acuerdo a éste siglo, nuestro entendimiento se ha formado acorde a lo que el mundo le entrega. Necesitamos su visión de eternidad, necesitamos ser reformados por su voz, una voz que traiga juicio sobre las mentiras que hemos creído consciente e inconscientemente.

Romanos12:2 Y no os conforméis a este siglo; mas reformaos por la renovación de vuestro entendimiento, para que experimentéis cuál sea la buena voluntad de Dios, agradable y perfecta.


Angelo Palomino
Hijo del Altísimo 



Caminando a lo espiritual: dejando atrás nuestra naturaleza carnal


Han habido muchas formas en cómo se ha interpretado el discipulado que Jesús desarrollo en la tierra hacia sus discípulos y otras personas. Pero generalmente han sido interpretaciones que nacen de nosotros mismos, porque cada uno tiene una forma de interpretar el mundo, cada uno tiene una cosmovisión o un paradigma propio. Por eso necesitamos cada vez más nuevas revelaciones, un nuevo fluir de la multiforme sabiduría de Dios, para hacernos entender de nuevas formas lo que él ha hecho y lo que él quiere hacer, porque Dios hace nuevas todas las cosas.  Por lo tanto necesitamos entender desde dentro de Dios (y no desde nuestra mentalidad caída), necesitamos ver a través de los ojos Dios para conocer, y Dios es Espíritu.

El discipulado de Jesús consistió en dos elementos: hacer y enseñar, y esos dos elementos mostraron la búsqueda de Dios de llevar al hombre a su reino, al reino de la luz. Es decir, con sus enseñanzas y con su accionar, Jesús intentó llevar a sus discipulados a la realidad del espíritu, a la realidad del reino de Dios, un reino espiritual que no es de éste mundo (Juan

Juan 18:36  Contestó Jesús: —Mi reino no es de este mundo. Si mi reino fuera de este mundo, mis servidores pelearían para que yo no fuera entregado a los judíos. Ahora, pues, mi reino no es de aquí.

Jesús vino predicando “arrepentíos porque el reino se ha acercado”, Jesús vino a traernos ese reino que no es de éste mundo, un Reino que no es físico, sino que ante todo es espiritual. Y si vino a traerlo es porque en algún momento ese Reino se les perdió a los hombres. Necesitamos entonces entender en qué consistía ese reino, y como se perdió, para así volver a recuperarlo.

Cuando Dios crea la tierra y con ella todo lo material o lo físico (es decir, aquello que es palpable y susceptible de percibir con los sentidos naturales) Dios lo hace por medio de sí mismo, de sus propias palabras. Por lo tanto, Dios crea todo por medio de lo espiritual, porque sus palabras son espíritu, y porque él es espíritu, y antes que el nada fue, él es el principio de todo.

Juan 6:63 El Espíritu es el que da vida; la carne para nada aprovecha; las palabras que yo os he hablado son espíritu y son vida.

Hebreos 11:3  Por la fe comprendemos que el universo fue constituido por la palabra de Dios, de modo que lo que se ve fue hecho de lo que no se veía.

De esta forma, lo espiritual es la materia prima de lo natural, o dicho de otra forma, es lo espiritual lo que genera y da forma a lo físico, es nuestro entorno espiritual el que determina nuestras circunstancias. De ahí que para cambiar algo físico necesitemos una transformación en el plano de lo espiritual (o de lo sobrenatural). Este principio es evidente en la creación, Dios soltó su palabra que es espíritu, y de lo espiritual se formó la tierra.

Sin embargo, Dios cuando creó al hombre, lo creo para ser rey y gobernar, por lo tanto su forma de crearlo no podía ser la misma forma en como creó todo lo anterior, es decir que Dios creo la tierra que sería el territorio de gobierno del hombre de una forma, pero al hombre debía crearlo de una forma distinta, porque no estaría al mismo nivel que el resto de la creación, tenía que ser una forma más sublime, porque ese ser tendría que gobernar sobre todo lo anteriormente creado.

Entonces, cuando Dios crea la tierra simplemente dice y es, por ejemplo, llama a existencia la luz y simplemente existe por el poder de su palabra (que es espíritu), le manda a la tierra a producir y al solo decirlo ocurre. No ocurrió así con el hombre.

Génesis 1:3  Entonces dijo Dios: “Sea la luz,” y fue la luz.

Génesis 1:11-12  Después dijo Dios: “Produzca la tierra hierba, plantas que den semilla y árboles frutales que den fruto, según su especie, cuya semilla esté en él, sobre la tierra.” Y fue así. La tierra produjo hierba, plantas que dan semilla según su especie, árboles frutales cuya semilla está en su fruto, según su especie. Y vio Dios que esto era bueno.

Génesis 1:26-28 Entonces dijo Dios: “Hagamos al hombre a nuestra imagen, conforme a nuestra semejanza, y tenga dominio sobre los peces del mar, las aves del cielo, el ganado, y en toda la tierra, y sobre todo animal que se desplaza sobre la tierra”. Creó, pues, Dios al hombre a su imagen; a imagen de Dios lo creó; hombre y mujer los creó. Dios los bendijo y les dijo: “Sed fecundos y multiplicaos. Llenad la tierra; sojuzgadla y tened dominio sobre los peces del mar, las aves del cielo y todos los animales que se desplazan sobre la tierra.”

Cuando Dios creó al hombre (diseñándolo para ser un gobernante de todo lo creado) primero habló consigo mismo. Cuando creó la tierra simplemente dijo y fue, habló y existió, sin embargo, cuando creo al hombre hablo consigo mismo, “hablo hacia él mismo”, y con esto se estableció una forma diferente y más elevada de creación, que tenía como propósito reinar sobre lo anteriormente creado, creación que solo fue formada por palabras lanzadas (digamos al vacío), a diferencia de su gobernante que fue creado con palabras habladas hacia Dios mismo.

Cuando Dios creó las semillas, las plantas y los árboles, solo hablo con orden a que la tierra las produjese, pero al crear al gobernante de los bosques, lanzó su palabra sobre el mismo, y Dios creó a su imagen y semejanza, porque desde dentro de él salió el ser humano. En definitiva, el hombre fue creado para gobernar, pero para hacerlo el mismo fue creado de una forma particular. Dios formó su cuerpo del polvo de la tierra, y formó su espíritu con su mismo soplo de vida, la unión entre estos dos elementos formó el alma. Esto se creó con un orden, como declara Pablo a los tesalonicenses, primero espíritu, luego alma, y después cuerpo.

1Tesalonicenes 5:23  Y el mismo Dios de paz os santifique por completo; que todo vuestro ser—tanto espíritu, como alma y cuerpo— sea guardado sin mancha en la venida de nuestro Señor Jesucristo.

En esta creación también se mantuvo el orden divino, donde lo espiritual determina o gobierna lo natural. Es decir, en éste caso, el espíritu del hombre debía gobernar sobre su cuerpo. Con todo esto se establecía un sistema de autoridad, donde Dios gobernaba al hombre, y el hombre gobernaba la tierra, y un sistema de autoridad interna dentro del hombre donde su espíritu gobernaba el cuerpo (con la intermediación del alma). 

Éste era el principio del Reino.
Esto nos ayuda a entender por qué Satanás planificó el primer pecado del hombre de una determinada forma. Satanás atacó el Reino, atacando éste diseño de gobierno. Cuando él hace pecar a Adán y a Eva, lo hace como una serpiente, es decir como un animal (una creación natural), satanás no se presenta como espíritu para tentar al ser humano.

El hombre tenía en ese entonces la capacidad de gobernar sobre toda la tierra, y sobre sus animales, incluida la serpiente (que era una de las bestia que se movían sobre la tierra). Dios le dio esa facultad, de hecho el muestra su gobierno sobre los animales dándoles nombre, y por tanto dándoles identidad, es decir, que Adán les habló al ponerles nombre, y les mandó a llamarse de una determinada forma, les dominó al ordenarles que respondieran a un nombre determinado.

Génesis 1:28  Y los bendijo Dios,(E) y les dijo: Fructificad y multiplicaos; llenad la tierra, y sojuzgadla, y señoread en los peces del mar, en las aves de los cielos, y en todas las bestias que se mueven sobre la tierra.

Sin embargo, la serpiente fue astuta, la serpiente tentó a Eva hablándole, lo crucial aquí es que el pecado del hombre tenía como propósito destruir el diseño de gobierno. Porque el hombre debía ser quien le hablaba a los animales, y no los animales a él. Con este ataque inteligente de satanás él logró que fuera lo natural lo que le dijese al hombre que debía hacer, y no al revés (como lo establecía el sistema de gobierno del Reino de Dios).

Satanás ataca usando la serpiente, usando un animal, usando lo terrenal, usando aquello que el hombre debía gobernar, pero termina pecando, dejándose dominar por aquello que él debía sojuzgar y dominar. El hombre fue creado para gobernar sobre la tierra y todo lo terrenal, pero ahora sería lo terrenal lo que empezaría a gobernarlo a él. Adán no debía prestarle oído a lo terrenal, solo debía escuchar a Dios, era lo terrenal lo que debía prestarle oído a Adán. Era Adán el que tenía que gobernar por medio de su voz nombrando a los animales o mandando a que existiese, y no al revés. Es por esta razón que satanás, astutamente, ocupa a la serpiente.

Las consecuencias son evidentes. El hombre deja de gobernar lo natural, lo creado. Ahora es lo terrenal lo que domina a Adán, ahora es su entorno el que determina la vida del ser humano. La mentalidad caída expresa esta lamentable realidad: cada vez que el hombre se enfrenta a un problema, el hombre le cree a ese problema, le presta su oído a la voz de su entorno, y el entorno lo gobierna. De forma más concreta, el hombre cree que depende de su entorno, y no que es él, el que puede afectar su entorno.

Continuamente las circunstancias nos cambian, nos afectan, nos dicen como sentirnos, un problema nos llega a gobernar porque genera cambios en nuestro estado de ánimo, es decir afecta nuestro ser interior, nos dice que debemos sentirnos mal, le hemos creído a la voz de las circunstancias, hemos llegado a ser dominado por aquello que siempre debimos dominar.

Hemos sido creados para que seamos nosotros los que determinemos nuestro entorno, y no al revés. En Cristo hemos nacido de nuevo, nacidos del agua, y nacidos del espíritu, para en su discipulado entender que somos espíritu y como tal gobernar sobre todo lo material, sobre todo lo terrenal. Es nuestro ser interior el que debe determinar lo que vivamos exteriormente.

Por ésta razón Jesús enseñaba que debíamos creer para mover montes. Porque nuestra actitud ha sido encontrarnos con el monte y decidir rodearlo, en vez de pararnos de frente para gobernar y decirle ¡monte muévete y échate a la mar! Encuéntrate con tu entorno, y ten fe de gobernante para decirle muévete, le creo más a Dios que a ti, le creo a más a la voz de Dios que a la voz de mi problema. Nuestra fe es necesaria para gobernar.

Marcos 11: 23 En verdad os digo que cualquiera que diga a este monte: ``Quítate y arrójate al mar, y no dude en su corazón, sino crea que lo que dice va a suceder, le será concedido.

Por lo tanto, nuestra vida ya no puede ajustarse o amoldarse a los principios de éste mundo, ya no podemos vivir como esclavos, debemos vivir como hijos de un Padre que es espíritu, de un Padre que es gobernante, de un Padre que es rey de reyes.

Jesús vino a manifestar esto en la tierra, por eso caminó sobre las aguas. El desarrollo del discipulado de Jesús tiene que ver con esto, con llevar al hombre desde su naturaleza terrenal a su naturaleza celestial, desde su naturaleza caída a su naturaleza divina. Dios, en cada intento de discipularnos, nos jala desde nuestra naturaleza corporal caída a la realidad de su espíritu, nos muestra que somos espíritus que hemos salido de él para reinar sobre la tierra, porque Él Señor nos ha hecho partícipes de su naturaleza divina.

2 Pedro 1:4  por medio de las cuales nos ha dado preciosas y grandísimas promesas, para que por ellas llegaseis a ser participantes de la naturaleza divina, habiendo huido de la corrupción que hay en el mundo a causa de la concupiscencia;

En quienes han nacido de nuevo se ha gestado una nueva naturaleza, la naturaleza divina de Dios en nosotros, y eso implica que dejemos la corrupción del mundo y la concupiscencia (que son los deseos pecaminosos de nuestra carne) porque somos podemos experimentar la libertad que Cristo nos da si somos capaces de morir a nuestros deseos.

El mandato de Dios de morir al yo no es tiene relación con el Reino porque Dios nos pide esto porque lo que creemos ser ha sido formado de acuerdo a los principios del mundo, y de acuerdo a una mentalidad caída, por lo tanto morir a nosotros mismos es simplemente “morir a lo que falsamente somos” es morir a las mentiras que hemos creído he incorporado a nuestra vida.

Debemos ir más allá de nuestra naturaleza caída, más allá de lo terrenal y lo corporal, para entender los diseños de gobierno que Dios ha depositado en nuestro espíritu, para entender quienes verdaderamente somos. Debemos aprender a andar en el espíritu.

Si queremos ser libres y poseer la vida de Dios debemos dejarnos jalar por Dios desde nuestra naturaleza terrenal a la naturaleza espiritual de Dios en nosotros, porque la carne está ligada a la esclavitud y la muerte, por el contrario, el espíritu está ligado a la libertad y a la vida.

Romanos 7:14; 17-18 Porque sabemos que la ley es espiritual; mas yo soy carnal, vendido al pecado… De manera que ya no soy yo quien hace aquello, sino el pecado que mora en mí. Y yo sé que en mí, esto es, en mi carne, no mora el bien; porque el querer el bien está en mí, pero no el hacerlo.

Romanos 8:13-14  porque si ustedes viven conforme a la carne, morirán, pero si por el espíritu hacen morir la manera de vivir de la carne, serán salvos. Porque los que son guiados por el espíritu de Dios, los tales son hijos de Dios,

Juan 6:63  El espíritu es el que da vida; la carne para nada aprovecha.  Las palabras que yo les he hablado son espíritu y son vida,

2 Corintios 3:6 el cual también nos hizo suficientes como ministros de un nuevo pacto, no de la letra, sino del Espíritu; porque la letra mata, pero el Espíritu da vida.

2 Corintios 3:17  Porque el Señor mismo es el espíritu, y donde está el espíritu del Señor, hay libertad.

La palabra relaciona “la manera de vivir de nuestra carne” con la esclavitud (porque todo el que peca se hace esclavo) y con la muerte (porque la paga del pecado es muerte), es en nuestra carne que habita una naturaleza carnal que es contraria a los deseos de Dios, que es contraria a los deseos espíritu. Necesitamos empezar a vivir en el espíritu, donde rige la vida y la libertad, necesitamos despojarnos de esa vieja naturaleza, del viejo hombre.

Gálatas 5:16-17  Digo, pues: Andad en el Espíritu, y no satisfagáis los deseos de la carne. Porque el deseo de la carne es contra el Espíritu, y el del Espíritu es contra la carne; y éstos se oponen entre sí, para que no hagáis lo que quisiereis.

Romanos 6:6 sabiendo esto, que nuestro viejo hombre fue crucificado con El, para que nuestro cuerpo de pecado fuera destruido, a fin de que ya no seamos esclavos del pecado;

Necesitamos la libertad que nos brinda el espíritu para gobernar, no podemos “vivir en nuestro cuerpo” pues su naturaleza nos hacemos esclavos, porque el cuerpo fue creado del polvo de la tierra, y la tierra por su propio diseño tiene el propósito de ser dominada, la tierra ha sido creada para ser sojuzgada. Por lo tanto todo el que vive “de acuerdo al cuerpo” (o solo consciente de que es cuerpo) vive siendo dominado, vive como esclavo.

Fuimos creados para ser gobernadores y no esclavos, para dominar y no ser dominados. De ahí que al manifestarse cada vez más nuestra naturaleza espiritual, nuestra naturaleza divina, nos manifestamos como hijos de Dios ante nuestro entorno, y volvemos a nuestro diseño de reyes, volvemos a gobernar sobre la tierra gracias al discipulado de Reino del Segundo Adán que es Cristo.

La tierra busca esa generación de gobernantes, la tierra anhela la manifestación de ese tipo de gente, que tiene la naturaleza de Dios por cuanto es hijo, porque la creación anhela la libertad que solo los hijos de Dios pueden darle, la libertad gloriosa del espíritu. La creación entera anhela y espera el levantar de esa generación que se yergue para volver a gobernar sobre la tierra.

Romanos 8:19-21  Porque el anhelo ardiente de la creación es el aguardar la manifestación de los hijos de Dios. Porque la creación fue sujetada a vanidad, no por su propia voluntad, sino por causa del que la sujetó en esperanza; porque también la creación misma será libertada de la esclavitud de corrupción, a la libertad gloriosa de los hijos de Dios.

Jesús manifestó esto en la tierra, él nos jala desde nuestra naturaleza terrenal a nuestra naturaleza espiritual, para llevarnos hacia su reino, un reino que es espiritual, que no se mueve de acuerdo a los parámetros de éste mundo donde el gobierno funciona por la imposición de la fuerza, mientras que el rey de reyes dice que su reino no se mueve ni con ejercito ni con fuerza, es por su espíritu dice el Señor!

Zacarías 4:6  Entonces respondió y me habló diciendo: Esta es palabra de Jehová a Zorobabel, que dice: No con ejército, ni con fuerza, sino con mi Espíritu, ha dicho Jehová de los ejércitos.

Jesús rasgó el velo para que pudiéramos entender y vivir esto, y ese velo es su cuerpo, es su carne. Jesús mostró el camino del espíritu, mostrando que la carne es un velo que debe romperse (que debemos hacer morir en la cruz) para traspasar al otro lado, y tener la libertad de habitar en el espíritu, y andar en el espíritu, que es un camino nuevo, un camino de vida y revelación.

Hebreos 10: 20 por un camino nuevo y vivo que El inauguró para nosotros por medio del velo, es decir, su carne.

Jesucristo hizo y enseñó para devolvernos el Reino. Manifestó la verdad y habló la verdad, para jarlarnos desde el cuerpo (donde habita la naturaleza carnal) hasta establecernos en el espíritu donde podemos vivir en la libertad gloriosa de los hijos de Dios, la libertad que proviene de la naturaleza de quien gobierna, de volver a ser reyes y sacerdotes para gobernar y ministrar sobre lo natural, para gobernar sobre la tierra, primero sanándola y dándole la libertad que solo nosotros poseemos de parte del Padre.



Angelo Palomino
Hijo del Altísimo 

sábado, 15 de marzo de 2014

Las dimensiones de Dios: la anchura de su amor





Probablemente uno de los aspectos más importantes del amor de Dios hacia nosotros, es a su vez, uno de los más desconocidos. Mucho se menciona de la gracia, pero poco se profundiza en entenderla. Nuestra revelación de la gracia debe ampliarse porque dependemos de ella, nuestra vida depende de la revelación que podamos poseer, porque su palabra es vida, y mientras más aprendamos de la gracia por medio de la revelación de la palabra más vida de Dios portaremos y manifestaremos. Mientras más conocemos esta faceta de su amor, más plenitud de Dios vendrá sobre nosotros.

Efesios 3:19  (RVR 1960) y de conocer el amor de Cristo, que excede a todo conocimiento, para que seáis llenos de toda la plenitud de Dios.

En el amor del Padre, la dimensión de la anchura de su amor es la gracia, porque en ella todos caben, es suficientemente ancha para que en ella todos puedan entrar, es amplia para que todos aquellos que quieran la puedan disfrutar.

Efesios 3:18  (NTV) Espero que puedan comprender, como corresponde a todo el pueblo de Dios, cuán ancho, cuán largo, cuán alto y cuán profundo es su amor.

Uno de los conocimientos fundamentales a cerca de la gracia que nosotros debemos poseer para ir adquiriendo la plenitud de Dios, es que en ella existen niveles de la gracia. De hecho, así como cada vez somos conocedores de las leyes de Dios, así también de su gracia. Mientras por conocer y aplicar la ley, mi propia justicia me da derecho a tomar una determinada bendición, así también por la gracia al conocerla y crecer en sus niveles, la justicia de Cristo me da derecho (ya en la posición de hijo) a tomar sus bendiciones.


Si yo por la ley tengo largos días sobre la tierra al honrar a mis padres, yo por la gracia, tomo vida en abundante por la muerte de Cristo. Yo por la ley tomo salud al cumplir los preceptos de higiene del pentateuco, yo por la Gracia tomo salud divina por medio de las llagas de Cristo.


Juan 1:16 -17 (RVR) Porque de su plenitud tomamos todos, y gracia sobre gracia. Pues la ley por medio de Moisés fue dada, pero la gracia y la verdad vinieron por medio de Jesucristo.

Juan 1:16 - 17 (NTV) De su abundancia, todos hemos recibido una bendición inmerecida tras otra. Pues la ley fue dada por medio de Moisés, pero el amor inagotable de Dios y su fidelidad vinieron por medio de Jesucristo.

Su plenitud está vinculada con la gracia (que es la anchura de su amor), mientras más gracia de Dios sobre nosotros más de Él nos es dado, bendiciones que adquirimos por la justicia de Cristo que se empieza a manifestar en nosotros. Esta plenitud, esta abundancia no se acaba cuando recibimos a Cristo en nuestro corazón, allí recién solo entramos al primer nivel de su gracia, En Dios siempre hay más, mayores niveles en la dimensión de lo ancho, la anchura de su amor es gracia sobre gracia.

Lucas 2:52 (RVR 1960) Y Jesús crecía en sabiduría y en estatura, y en gracia para con Dios y los hombres.

1Samuel 2:26 (LBLA) Y el niño Samuel crecía en estatura y en gracia para con el SEÑOR y para con los hombres.

A pesar de lo que quizás inconscientemente creemos, la gracia de Dios no es solo para salvación, va mucho más lejos, es posible extenderse en ella, y alcanzar nuevos niveles, crecer en la gracia de Dios es fundamental. Es decir, la gracia de Dios está presente tanto desde un principio, como de continuo en nuestro camino y desarrollo como hijos de Dios.

1Pedro 5:10
  (RVR 1960) Mas el Dios de toda gracia, que nos llamó a su gloria eterna en Jesucristo, después que hayáis padecido un poco de tiempo, él mismo os perfeccione, afirme, fortalezca y establezca.

Que el Dios de toda gracia nos revele para extendernos en su anchura, para crecer en su gracia, y ser tan llenos como los apóstoles del primer siglo lo fueron. Pablo entendió esta verdad, esta dimensión, al punto de declarar “por su gracia soy lo que soy”, crecer en su gracia es fundamental para ser aquello que Dios quiere que seamos.

Hechos 4:33 (RVR 1960) Y con gran poder los apóstoles daban testimonio de la resurrección del Señor Jesús, y abundante gracia era sobre todos ellos.

1Corintios (RVR 1960) 15:10  Pero por la gracia de Dios soy lo que soy; y su gracia no ha sido en vano para conmigo, antes he trabajado más que todos ellos; pero no yo, sino la gracia de Dios conmigo.

Dios ya nos dio gracia para ser hechos hijos de Él, y Él nos seguirá dando mayor gracia si nos esforzamos en ella, en crecer en ella, en conocer de ella, en conocer cada uno de sus niveles, para ir gracia sobre gracia, para ir de plenitud en plenitud del Padre, para poseer las riquezas de su bondad.

2 Timoteo 2:1(RVR 1960) Tú, pues, hijo mío, esfuérzate en la gracia que es en Cristo Jesús.

Salmos 84:11 (RVR 1960) Porque sol y escudo es Jehová Dios; Gracia y gloria dará Jehová. No quitará el bien a los que andan en integridad.